
Tomás Gómez
Echar a Pedro Sánchez
Los socialistas parecen haber asumido una suerte de suicidio colectivo

Si el PSOE sigue permitiendo a Pedro Sánchez todo, acabará pasándole de todo. La crisis política que se ha producido no es solamente que Santos Cerdán haya entrado en prisión, ni que Ábalos y Koldo vayan camino de ello.
Tampoco que el fiscal general del Estado y el hermano del presidente estén procesados y su esposa investigada judicialmente, se trata de que Sánchez se ha quemado políticamente y es imposible que se recupere.
La corrupción moral y económica ha eclipsado a la otra, que es aún peor: la política. Con Sánchez, el poder en España tiene precio y lo fija quien decide, esto es, Puigdemont y el resto de los independentistas.
Las tres corrupciones juntas han abrasado a Sánchez. Él intenta salir ileso sometiéndose al chantaje de los independentistas. En términos de limpieza democrática, resulta obsceno que consiga el apoyo de Rufián en el Parlamento pagando con el cupo catalán y que la sociedad española tenga que asumir el coste y las consecuencias.
No gobierna, ni siquiera dispone del instrumento básico, que son los Presupuestos Generales del Estado, porque eso no interesa a Junts ni a ERC, lo que sí hay son cesiones y concesiones en materia penal, fiscal e incluso de inmigración negociadas bilateralmente y ad hoc, que serán difíciles de revertir cuando Sánchez ya no esté.
Nunca hubiera sido presidente si no hubiese puesto precio a pernoctar en la Moncloa, siempre dispuesto a pagar con una chequera que no es suya. Da igual que lo que compre tenga una fecha de caducidad breve ni que cuanto más dure, peor será el desenlace.
Más allá de que el Partido Socialista haya sido reconstruido a la medida de su líder y que no esté permitida la discrepancia, los socialistas parecen haber asumido una suerte de suicidio colectivo.
Impasibles, ven como se produce una sangría de votos que no parará hasta dejar al PSOE como una fuerza irrelevante si no hacen nada para remediarlo.
Ya vivieron mayo de 2023, cuando perdieron las alcaldías y los gobiernos autonómicos en la mayoría de las plazas por culpa de Sánchez.
Una vez se produjo el castigo de los votantes, Sánchez aprovechó y convocó legislativas, aun así, perdió en las urnas, pero compró los escaños de Puigdemont con la Ley de Amnistía.
Todo ese cúmulo de desaciertos ha acabado con la credibilidad del líder socialista y la del PSOE. Si los socialistas quieren iniciar la recuperación, necesitan echar a Sánchez y a su banda y mucho tiempo para la reconstrucción.
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