La estrategia de la derecha
Un efecto dominó para noquear a Vox, la vía extremeña del PP
Castilla y León y Andalucía miran con expectación a Extremadura: «Si le sale bien, nos irá bien a nosotros»
Son muchos los ejemplos que anteceden a Extremadura. Presidentes autonómicos que pulsan el botón nuclear para sortear un bloqueo político y/o mejorar sus perspectivas electorales. La Comunidad de Madrid en 2021. Castilla y León y Andalucía en 2022, las dos caras de la moneda. Ahora, María Guardiola hace lo propio con un relato propicio: el «no» del PSOE y Vox a las cuentas autonómicas, por segundo año consecutivo, el umbral que Alberto Núñez Feijóo ha fijado para disolver Las Cortes en España.
Porque, existe un riesgo, que expresaba Mariano Rajoy a un presidente popular: «A la gente no le gusta que parezcas aprovechategui». Es decir, que no puede, ni debe, calar el mensaje de que las urnas obedecen a una estrategia de partido, sino que traen causa más que justificada para los intereses de la región.
«La clave está en si la gente allí lo entiende, a quién responsabilizan la disolución», puntualizan fuentes populares a LA RAZÓN. «A la gente no le gusta que le lancen las responsabilidades. Castigarán a quien crean responsable de ello». A tal efecto, lo cierto es que la legislatura extremeña se encontraba, como la nacional, en punto muerto. La Junta no tenía capacidad de sacar adelante ni siquiera las normas más básicas, como las cuentas públicas.
Desde la ruptura de los gobiernos autonómicos el pasado año, el entendimiento entre Guardiola y sus antiguos socios ha sido nefasto. Por más que han intentado reconducir las relaciones, no ha habido manera. Una cuestión casi personal que, a futuro, encarece la apuesta del PP. Porque, si se cumplen las encuestas que manejan los populares, la victoria está asegurada, con amplio margen e indudable mejoría. Huelga decir que, en la anterior cita, el partido ni siquiera logró la primera plaza. Hubo empate en escaños y en votos quedó ligeramente por encina el entonces presidente y candidato, Guillermo Fernández Vara.
Ahora, ningún estudio pronostica la absoluta, por lo que cabe la posibilidad de que todo sirva... para nada. La investidura seguiría estando en manos de Vox y la gobernabilidad, también. Incluso con una «mayoría suficiente», que reduciría el apoyo del partido verde a la abstención, mantendría la condición de imprescindible.
Un escenario en el que, todavía, no piensa el PP. Como se suele decir: «Cuando lleguemos a ese río...». Conscientes de que uno de los puntos débiles, donde casi siempre se atragantan, es la gestión de las expectativas, los populares se cuidan de no hablar demasiado de futuribles ni de poner la meta demasiado lejos. Ganar, ganar y ganar. Nada más. Y nada menos. En uno de los que antaño era fortín indiscutible de la izquierda y en la que será la primera cita electoral del nuevo ciclo político en España.
El otro gran objetivo, claro está, es contener a Vox, que podría crecer, pero con un porcentaje muy inferior al PP. Sufren los de Abascal de una nula implantación territorial y de poco arraigo entre los votantes. De consolidarse el horizonte que pinta la demoscopia, la estrategia de Guardiola, en connivencia con Génova, acabaría en triunfo. Ahora bien, existen riesgos. Lo saben Alfonso Fernández Mañueco y Juanma Moreno, que miran con expectación a su compañera de filas. «Si le sale bien, nos irá bien a nosotros», aseguran en sus entornos, donde saben que lo que ocurra en Extremadura, de algún modo, decantará el futuro de las próximas citas electorales. En realidad, Feijóo busca un efecto dominó en el que la última ficha que caiga sea la Moncloa. Y el comienzo es determinante. No puede haber un traspié.
De momento, el primer gran punto a favor que vende el PP sobre la convocatoria extremeña es el mensaje. La otra cara del bloqueo en España. Con un Sánchez que se resiste a dar la voz a los españoles pese a no tener ningún Presupuesto del actual mandato, ni apoyos parlamentarios. Pasado el ecuador de una legislatura que nació con el único afán de aprobar una amnistía a los responsables del «procés». Y punto. Guardiola ha marcado un ejemplo. También para sus colegas. Al respecto, hay unanimidad en el PP: Azcón, calienta que sales.