Independentismo

ERC y Junts redoblan su lucha para liderar el aniversario del 1-O

Aragonès, eclipsado por Puigdemont, trata de vender una imagen más radical para recuperar protagonismo

El presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès (i), y el líder del PSC, Salvador Illa (d), durante el tercer Debate de Política General de la legislatura, en el Parlament de Catalunya, a 27 de septiembre de 2023, en Barcelona, Catalunya (España). El debate arrancó ayer, 26 de septiembre, con un discurso del presidente de la Generalitat de Catalunya y continúa hoy con las intervenciones de los ocho grupos parlamentarios, hasta el próximo 29 de septiembre, donde se debaten las prop...
Continúa en el Parlament de Catalunya el Debate de Política GeneralDavid ZorrakinoEuropa Press

Dos jornadas del pleno del Congreso para debatir la investidura del aspirante Alberto Núñez Feijóo y, en paralelo en Barcelona, pleno del Parlament sobre el estado de la autonomía. En Madrid, según el guion previsto. En Cataluña, también. Feijóo no conseguirá su objetivo de ser presidente, pero si consigue «un solo voto de un diputado del PSOE a su favor cambiará el debate y se abrirá una crisis en el Partido Socialista que hará difícil que consiga su investidura, porque se redoblará la presión sobre la amnistía», apuntan fuentes socialistas, al tiempo que reconocen que esta posibilidad es «más que difícil». Este es el as que busca el líder del PP. Una repetición electoral sería su victoria. Habrá que esperar a mañana en segunda votación.

Feijóo ha visto como sus únicos posibles socios, Junts per Catalunya y el Partido Nacionalista Vasco le han dado la espalda mientras Pedro Sánchez ha evitado entrar al trapo y esperar su momento. «No le conviene al presidente quemarse en esta investidura fallida, le conviene mantener sordina hasta que cuaje un posible pacto con los nacionalistas catalanes y vascos». Dos jornadas de debates con dos partidas simultáneas. La del Congreso, donde el PSOE y el PP buscan crear el nuevo escenario político. Y la del Parlament, donde los dos partidos independentistas buscan ser el más patriota y el más decisivo.

Aquí está la clave. Mientras Feijóo se lanzaba al ruedo con su discurso, Pere Aragonés marcaba el camino de Gabriel Rufián en Madrid. El presidente catalán y líder de ERC anunciaba en su intervención que la amnistía estaba pactada a falta de flecos técnicos y que solo un compromiso de Sánchez «para que Cataluña vote» garantizaba el apoyo de los republicanos en una investidura del candidato socialista. O sea, Aragonés redobla la apuesta sacando pecho, no ante Sánchez, sino ante Junts. Carles Puigdemont reaccionó rápido y advirtió de que no le comprometen los acuerdos de ERC. Miriam Nogueras remató en su intervención: «No formamos parte de ningún bloque español». En el Parlament, Junts fustigó a Pere Aragonés hasta el punto de que mañana se hace difícil ver que salgan adelante propuestas de resolución conjuntas en el pleno de política general, porque la guerra civil entre las dos formaciones independentistas sigue abierta.

"No es el momento de hacer carreras"

Mientras, Salvador Illa, el líder socialista catalán, no se salió del carril marcado desde hace dos años. «Cataluña no falla, falla su Gobierno», espetó el líder socialista, que mantuvo la mano extendida a Aragonés exhibiendo la debilidad de su Ejecutivo en el Parlament. No habló de amnistía y avisó: «No es el momento de hacer carreras, de ver quién tiene más protagonismo y quién sale mejor en la foto. Es necesario pensar en la convivencia y en el país, en el resultado final. Se equivocan cuando la “rauxa” (arrebato) se impone al seny (sentido común)». Illa avisaba así de que las apuestas de los independentistas tenían el riesgo de hacer descarrilar la investidura de Sánchez, pero también al actual Govern, que sin socialistas ni Junts tiene sus días contados.

Los posconvergentes lo evidenciaron tanto en Madrid como en Barcelona. Puigdemont ninguneó los anuncios triunfalistas de Aragonés y Junts le negó legitimidad en sus conversaciones con Sánchez porque «no tiene credibilidad». La pugna irá en aumento, porque el domingo se conmemora el aniversario del 1-O, donde el protagonismo lo tendrán los más radicales. Esta semana, un grupo de 30 integrantes del Consell de la República ha cargado contra el totalitarismo de Toni Comín –exconseller de Sanidad– y han cuestionado las «decisiones unilaterales» de Carles Puigdemont, alineándose al lado de la ANC, que reniega de «cualquier acuerdo con el Estado español» y aboga por una candidatura radical en las catalanas al margen de los partidos tradicionales.

«Por eso el lenguaje está inflamado, después del 1-O y tras el fracaso de Feijóo empezarán a negociar en serio», dicen fuentes conocedoras de los contactos entre los independentistas y el PSOE. El nudo gordiano es cómo encajará el PSOE un acuerdo, y su escenificación ante la opinión pública, con dos partidos que se disputan el protagonismo y que tienen la vista puesta en las autonómicas, amén de cómo se venderá a la sociedad española. De momento, Puigdemont le gana la partida a Aragonés, que trata de recobrar la compostura siendo más radical que el expresident fugado.

En ERC y Junts también hay pulsos internos. De momento, sin aspavientos, pero sí con tensiones. El secretario general de Presidencia de la Generalitat, Sergi Sabrià, está cuestionado por sectores de ERC, y la portavoz, Marta Vilalta, ha dado un paso al lado para que Raquel Sans sea la nueva portavoz de los republicanos. En Junts, la tradicional pugna entre radicales y pragmáticos sigue vigente con Laura Borràs tratando de beneficiarse de una posible amnistía.

De momento, Puigdemont mantiene orden en sus filas, aunque algunos de sus fieles como Josep Costa, exvicepresidente del Parlament, empieza a criticarlo abiertamente. Otros prefieren un pacto para recuperar protagonismo político y acarician la idea de un Puigdemont como cabeza de lista en las autonómicas, aunque el expresident no parece interesado –prefiere Europa– y Toni Comín, oportunista por naturaleza, aspira a ocupar este puesto. Para ello, tiene que haber pacto con el PSOE y amnistía, evidentemente.