Política penitenciaria
Fabrizio João, el preso más peligroso de España [”Es pura maldad”], trasladado de nuevo de cárcel
Ha sido llevado desde el penal de Teixeiro, en A Coruña, hasta el de A Lama, en Pontevedra, han informado fuentes de esta prisión.
Fabrizio João, de 36 años, 1,80 de estatura y más de cien kilos, considerado el preso más peligroso de España, ha sido trasladado desde el penal de Teixeiro, en A Coruña, hasta el de A Lama, en Pontevedra, han informado fuentes de esta prisión.
► El espeluznante perfil criminal del preso más peligroso de España
Fabrizio Joao, natural de Guinea-Bissau, engrosa la lista de las siete decenas de internos considerados de peligrosidad máxima. En su caso, tiene fama de ser el que más: asesinó a su novia, mató a patadas a otro recluso y atacó brutalmente a varios funcionarios de prisiones con un estilete.
Dicen que es pura maldad, que con él no han valido de nada las terapias de autocontrol, que no se arrepiente de su perfil criminal e incluso en su periplo por las cárceles españolas amenaza con seguir matando, según han contado a Efe guardianes de los penales por los que ha desfilado.
Antes de su traslado hasta A Lama, estaba recluido en la cárcel de Teixeiro (A Coruña), aislado y con fuertes medidas de seguridad.
Nadie lo visitó jamás allí y no mantuvo en su cotidianeidad contacto físico alguno con otros internos.
Es un "FIES 1"de control directo, el acrónimo de "ficheros de internos de especial seguimiento", y su condición es la de "la cárcel dentro de la cárcel".
El historial de este hombre nacido en la antigua colonia portuguesa de Guinea-Bissau comenzó en 2004. Acabó con la que había sido su novia, Adama Aua Bari, en el barrio de Otxarkoaga, en Bilbao. Le cayeron 22 años y medio entre rejas. Llegó a decirle, antes de consumar el crimen, “Muérete puta: si no te acuestas conmigo, no te acuestas con nadie”.
Una década después, ya privado de libertad, pateó mortalmente a un reo colombiano en el baño. Golpes en la cabeza y órganos internos destrozados. Nada le salvó la vida, en un minuto su existencia tocó a su fin. Ocurrió tal agresión en la prisión de Córdoba.
Apenas dos años después, en 2016, en el centro penitenciario Puerto III, en el gaditano Puerto de Santa María, el fornido Fabrizio agredió a varios funcionarios que hacían un cacheo rutinario.
Sacó una suerte de pincho que había guardado en el interior de su cuerpo y desató a continuación toda su furia.
Aparatos dentales clavados en las encías, contusiones, pérdida de varias piezas dentales, cortes en antebrazo, a uno le rajó el cuello y a punto estuvo de llegar a la yugular, nariz destrozada, rodillas hechas polvo. Este fue el saldo. Todos conducidos al hospital y con la sensación de que quería hacerlos añicos.
La rápida intervención de una compañera vigilante, que consiguió aislarlo accionando las barreras de seguridad, impidió una tragedia mayor.
De ahí, Fabrizio fue enviado a Galicia, donde ha convivido si cabe con más cautelas que nunca anteriormente, a tenor de su notoria falta de escrúpulos.
El considerado como el preso más peligroso de España hace ejercicio y es extremadamente fuerte.
Cuando se le juzgó por dar muerte al interno colombiano, los presos que declararon en aquel juicio dejaron un testimonio estremecedor, sentían pánico; y el propio Fabrizio acuñó otro que no causaba menos terror: “Por estar en el régimen en el que estamos, somos machacados”, todo expresado en un parco español.
Con ese historial, hoy su aislamiento es total.
El mal, a veces, sí tiene rostro.
Ana Martínez. EFE
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