Pactos electorales
Feijóo promete gobernar solo, pero no quiere hemeroteca
El número dos del PP, Miguel Tellado, promete que no habrá gobierno con Vox y hasta considera una repetición electoral
No habrá gobierno del Partido Popular con Vox en la Moncloa. No es un anhelo, ni siquiera una intención, es una promesa. Alberto Núñez Feijóo ha puesto una línea roja en su carrera por el poder: tener a Santiago Abascal de vicepresidente. Y si la contrapartida que exige la formación verde para apoyar su investidura es una coalición... vuelta a las urnas.
Así lo clarificó ayer el nuevo secretario general, Miguel Tellado, en un corrillo con periodistas. «No habrá gobierno de coalición». Dijo una vez. «No habrá gobierno de coalición». Dijo otra vez. «El compromiso de Feijóo es un gobierno en solitario».
Pero lo cierto es que el líder popular, en el discurso que pronunció el pasado domingo en la clausura del XXI congreso nacional de su formación, en ningún momento dio su palabra de que gobernará en solitario. Tampoco lo hizo este lunes su número dos cuando, en rueda de prensa, los periodistas le pidieron concreción no una, sino hasta tres veces.
«Feijóo se ha expresado con una claridad meridiana: él quiere darle a España un gobierno en solitario unido, centrado en el interés general», insistió. El problema es que la voluntad y la realidad no siempre van por el mismo camino. De ahí el interés de la prensa por una puntualización trascendental -porque las palabras siempre importan- y que no llegó «on the record», sino fuera de micrófono.
Tal es la determinación del PP a no gobernar con Vox, que Tellado confirmó ante la prensa que incluso en un escenario postelectoral en el que las cuentas no salen y los de Abascal se resisten a apoyar la investidura de Feijóo porque no formarán parte del gobierno, habrá que repetir las elecciones. Son palabras que ningún dirigente popular ha verbalizado públicamente. A conciencia.
Si alguna enseñanza ha aportado Pedro Sánchez a la política española es lo perjudicial que puede resultar una hemeroteca. Y Feijóo no tiene ningún interés en acumular un historial de contradicciones semejante al de su adversario.
Por eso, hasta ahora, se ha cuidado de decir lo que luego no podrá cumplir. En puridad, durante su arenga final en el cónclave que tuvo lugar el pasado fin de semana en Ifema, Madrid, expresó su deseo de conformar un ejecutivo monocolor, que tienda la mano a todos los grupos del Congreso de los Diputados, a derecha e izquierda, y que sólo establezca un cordón sanitario: a Bildu.
De esta forma, quiso dar por zanjada una de las dudas que más lastran a su liderazgo desde aquel aciago 23-J y por la que algunos votantes procedentes de la izquierda no terminan de romper la barrera que les impide coger la papeleta del PP en unos comicios. También recalcó que nada de ceder a los chantajes de independentistas y nacionalistas, el otro gran dilema.
"Todavía no están las cartas marcadas"
El debate de los pactos y de un hipotético gobierno con Abascal vuelve a abrirse en canal en la formación popular. Algunos dirigentes consideran que es un error situar el foco en futuribles cuando «todavía no están las cartas marcadas», advierte un destacado diputado nacional, que opina que a mitad de legislatura, por muy mal que le vaya al adversario, no toca hacer cábalas.
Todavía queda mucho camino por delante y la realidad que refleja la demoscopia no es una foto fija. «Los posicionamientos se deberían ajustar cuando llegue el momento». Un destacado dirigente territorial, añade: «Se les están atragantando los pactos de unas elecciones no convocadas».
Una de las palabras que Núñez Feijóo más repitió en el cónclave que lo reeligió presidente del partido para un segundo mandato fue «centro», el punto donde quiere situar al PP en esta nueva etapa. El objetivo es ensanchar la base electoral por los dos flancos: izquierda y derecha, con una meta de diez millones de votos y cuarenta escaños más de los actuales.
Y al igual que hay dirigentes que creen un error demonizar a Vox, aliado natural, y excluirlo de un futuro gobierno de coalición; hay otros que ven con buenos ojos despejar el horizonte con algo más que una declaración de voluntades.
La tesis es que sólo así se podrá consolidar el trasvase de votantes procedente del PSOE que, cuantifican en Génova, se ha disparado en las últimas semanas por los casos de corrupción. Especialmente, el público femenino, que fue el que decantó las últimas generales.
Así pues, el PP, al fin, ha asumido un compromiso. Eso sí, sin firmar un documento, ni mediar un previo aviso. Ahora sólo queda que Feijóo, o alguno de los suyos, lo diga de su propia boca.