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Entrevista

Javier Lambán: «El ‘sanchismo’ querrá sucederse a sí mismo»

El exlíder del PSOE aragonés que nunca antes estuvo tan preocupado por la situación política, pide a la sociedad española que termine la atonía y se movilice

Javier Lambán Cedida

Javier Lambán (Ejea de los Caballeros, Zaragoza, 1957) habla con poso y con la libertad de quien responde solo ante su conciencia, la misma que le guiará cuando tenga que elegir papeleta en las próximas elecciones. El expresidente de Aragón vive otra vida desde que dejó de ser el líder de los socialistas de su tierra, pero mantiene intacta la pulsión política. A Lambán, que atiende a LA RAZÓN por teléfono un día después de la entrega del primer ladrillo de la seguridad social al País Vasco, le duele España. Y pese a seguir batallando contra el cáncer que le diagnosticaron hace cuatro años, se preocupa en hablar de ella.

¿Qué le parece el modelo de financiación que pactó el Gobierno con Cataluña?

Una mutación constitucional más. Josep Borrell, uno de los máximos conocedores del tema, lo ha definido a la perfección. Se asemeja al concierto vasco. Pretende sacar fiscalmente a Cataluña de España en perjuicio del resto de las comunidades que, frente a las falacias que se emiten desde el Gobierno, jamás podrían optar a un concierto de esa naturaleza, salvo Madrid. Si a eso le unimos que el martes se abrió el melón de que ocurra lo mismo con la seguridad social, que garantiza la igualdad de prestaciones, creo que estamos en un momento gravísimo: en el desmantelamiento del Estado.

¿Por qué cree que el PSOE acepta todo esto? ¿Cree que hay convicción o ve más una necesidad política?

El Partido Socialista nunca ha tenido en su programa ni en sus resoluciones este tipo de iniciativas. Hasta Europa asume ya que la ley de amnistía, otra atrocidad, fue aceptada por Pedro Sánchez para garantizarse una investidura. Esto no parte de ningún modelo. Son exigencias impuestas por los independentistas para prestar semanalmente su apoyo para que [Sánchez] siga en el Palacio de la Moncloa.

S pretende caminar hacia una España confederal formada por Cataluña, el País Vasco y el resto

¿Qué persiguen los socios independentistas?

Si me apura, habría una cierta planificación no emanada de una deliberación previa, porque el PSOE nunca ha debatido ese modelo. Esto viene a culminar algo que ya empezaron Maragall y compañía consistente en eliminar cualquier posibilidad de alternancia del PP. No es algo predeterminado, se podría definir como un constructo electoral. ¿Qué se pretende? Caminar hacia una España confederal formada por Cataluña, el País Vasco y el resto de España y que esas partes se aúnen en un único proyecto de mayoría parlamentaria. Me parece gravísimo que se quiera mutar la Constitución para conseguirlo.

Adolfo Suárez ya esbozó una España de dos pisos: tres estatutos federales para Cataluña, País Vasco y Galicia y una amplia desconcentración para el resto, aunque con regiones sin capacidad legislativa. ¿Ve algún paralelismo?

No, porque la talla de aquellos dirigentes con la de los actuales no tiene nada que ver. Lo que ocurrió entonces es que la Constitución se tuvo hacer en unas determinadas circunstancias. De ahí deriva otro hecho inaceptable: que a través de los derechos históricos se le concedieran conciertos económicos al País Vasco, que son tan injustos como ahora denunciamos en Cataluña pero que están blindados por la Constitución. En cualquier caso, aquello se hizo bajo ese fragor histórico de cambio, de gentes llenas de buena voluntad que se fiaban unos de otros y que cometieron el error de no proteger mejor la Constitución para que no llegara el primero que quisiera tergiversarla. Pero ahora el problema que tenemos es el que tenemos.

Javier LambánCedida

¿Cuál es?

El de un país sumido en una multicrisis constitucional e institucional, derivada de la corrupción. No solo la económica, sino la puramente institucional, porque la amnistía no es otra cosa que corrupción institucional de libro. También una crisis de desprestigio internacional y de los servicios públicos. Las carreteras, las infraestructuras, la sanidad, la vivienda y el gravísimo problema de la inmigración conforman nuestra realidad. La multicrisis se va extendiendo y por desgracia ha sorprendido a los españoles con el gobierno más débil.

En el Gobierno hay quien admite que la amnistía es una imposición de una mitad del país a la otra, como ha ocurrido con todas las constituciones anteriores a la del 78

A los ministros se les podrá imputar muchas cosas, pero ninguno es tonto. Son conscientes de lo que están haciendo. El propio Sánchez lo es. Sabe que es inconstitucional, lo decía él. Y sabe que el relato para justificarla es falso. No ha pacificado Cataluña. Ha supuesto una agresión intolerable a la convivencia en el resto del país. Y no ha resuelto problemas, los ha creado. Ha allanado el camino a futuras intentonas golpistas de los independentistas.

¿Y qué me dice de la corrupción económica? ¿Cómo ha actuado el PSOE tras el estallido del «caso Cerdán»?

Los partidos tendemos a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Quizá en este caso lo vemos en mayor medida. Pero el PP, con todo lo de Gürtel y demás, tuvo una reacción similar. Ningún gobierno se ha visto exento de sufrir estos casos. Pero lo que me parece singular de este tiempo, más que la corrupción económica, que es muy grave y no se cura con remedios como los que anunció el otro día el presidente, es la mutación constitucional. Cambiar por la puerta de atrás la Constitución para acabar con el modelo de Estado que nos dimos. Eso es lo que me preocupa por encima de todo.

España se acerca 2036, año en el que se cumplirá el centenario del estallido de la guerra civil. ¿Cómo llegará?

De aquí al 36, España puede adoptar dos caminos. Uno, con el espíritu de 1936, de aniquilar por encima del todo al adversario o con el de 1978, volviendo a valorar por encima de todo la convivencia. No sé si los partidos van a ser capaces de encabezar ese magno proyecto de regeneración. Pero la sociedad, en estas circunstancias, que a pesar de que la economía -con sus peros- funciona razonablemente bien, se tiene que organizar. Se tienen que activar foros para obligar a los partidos a que hagan sus deberes con altura de miras. La sociedad civil no se puede quedar al margen. Me preocupa la pasividad, la situación de falta de libertad, la atonía que se vive dentro del Partido Socialista. No hay Partido Socialista en este momento.

Dice que no hay Partido Socialista en este momento. ¿Lo habrá cuando Sánchez no esté?

Tengo dudas de que la transición del ‘sanchismo’ al ‘postsanchismo’ se parezca al resto de las vividas. Va a ser muy difícil, porque en este tránsito el partido ha desaparecido. Su capacidad de reacción es nula. El sanchismo querrá sucederse a sí mismo cuando Sánchez no pueda estar. Y serán todo obstáculos muy serios de salvar para recuperar un partido socialdemócrata clásico, que es el que le dio buenos resultados a España, que existe en la centralidad, que respete la democracia liberal, la independencia judicial, las instituciones del Estado, que sitúe la redistribución de la riqueza como uno de sus principios básicos, que respete al empresario…

El expresidente González apuesta por Eduardo Madina. ¿Y usted?

Me parece un ejercicio absolutamente inútil en este momento. En este momento, y ya me duele decirlo, pensar en el sucesor de Sánchez no tiene mucho fundamento.

¿Acaso hay espacio para otro partido socialdemócrata?

Este país se gobierna bien sobre el centro-izquierda y el centro-derecha. El único elemento que ha surgido con fuerza para desgracia de la democracia es Vox. No veo fácil que en la izquierda, aparte de lo que significa el PSOE y los herederos del Partido Comunista, haya hueco. Ahora bien, me tiento la ropa. Rubalcaba decía que en ningún sitio está escrito en el que el Partido Socialista no vaya a desaparecer. Seguramente los socialistas griegos, italianos y franceses pensaban justamente eso mismo.

¿Qué depara el futuro?

Es muy preocupante. Vamos a tener que afrontar un reenfoque presupuestario. Vamos a tener que financiar un gasto creciente en armamento y nuestro esfuerzo tendrá que ser el mismo que el del resto. Vamos a tener que afrontar las deficiencias de nuestros trenes, de nuestra sanidad, de nuestra energía, una financiación autonómica insuficiente, problemas gravísimos de vivienda, el de la inmigración, que es uno de los más graves. Va a haber un recorte muy serio en los fondos destinados a la agricultura y a los fondos regionales. Estamos viendo lo que ha pasado en Inglaterra o en Francia en materia de recortes. Y para todos esos retos tenemos un gobierno que no puede gobernar. Los augurios no pueden ser más sombríos, salvo que se produzca una reacción contundente de la sociedad española.

Los augurios no pueden ser más sombríos

¿Qué ha cambiado en España para que Vox tenga cada día más apoyo subido a la ola anti inmigración?

España no es un país con pulsiones xenófobas. Con sus más y sus menos, a lo largo de la historia han coincidido las tres religiones del libro. ¿Cuándo ha empezado a preocuparnos? Cuando ha dejado de ser un fenómeno minoritario, entre otras cosas porque los necesitamos para los trabajos que no queremos desarrollar. No se puede ver el problema sin la dimensión ética. No es de recibo que desde la izquierda se esté dispuesto a abrirles la puerta a todos sin condiciones. Y que desde la derecha de Vox se les esté dispuesto a tirarlos por la ventana. Vox surgió para dar respuesta a lo de Cataluña pero se ha agarrado como a un flotador a la inmigración. Tenemos un problema serio que no sé muy bien cómo se puede solucionar.

El portavoz del PP, Borja Sémper, anunció recientemente que había enfermado de cáncer. ¿Qué mensaje le quiere mandar a él y a todos los españoles que lo sufren?

Le mando un abrazo. No le conozco personalmente, pero le respeto. Soy perfectamente capaz de ponerme dentro de su piel y creo que lo que está haciendo es lo correcto. Ante una enfermedad de esta dimensión, lo peor que se puede hacer es recluirse. Hay que tratar de que la vida siga. El cáncer está poco a poco acercándose a parámetros de tratamiento y de curación altos. Hay que continuar la vida con la mayor normalidad posible. Se trata de vivir. Las ganas de seguir siendo útil a la sociedad, a veces incluso más que la quimioterapia, son útiles.

¿Y su vida cómo sigue? ¿Continúa escribiendo?

Ya terminé. Está en la editorial y lo publicaremos en octubre. Me ha quedado un libro un poco intratable para un lector ajeno a la profesión de historiador. Pero lo he pasado bien haciéndolo y era una deuda que tenía conmigo. A veces paso días bastante difíciles de conllevar, pero no paro de hacer cosas porque, además de hacerme sentir útil, me va bien.