Lucha contra ETA
«Josu Ternera» vivía como profesor desde 2007 en los Pirineos
Profesor de historia. Ésta era la cobertura que José Antonio Urruticoechea Bengoechea, «Josu Ternera», había escogido para vivir, junto con su mujer, desde 2007, en el pequeño pueblo de Durban sur Aziere (150 habitantes), muy cerca de la frontera española por el Valle de Arán.
Profesor de historia. Ésta era la cobertura que José Antonio Urruticoechea Bengoechea, «Josu Ternera», había escogido para vivir, junto con su mujer, desde 2007, en el pequeño pueblo de Durban sur Aziere (150 habitantes), muy cerca de la frontera española por el Valle de Arán. A los investigadores no les ha extrañado que estuviera allí desde ese año. Recuerdan que por aquellas fechas había sido apartado por Francisco López, «Thierry» (recientemente fallecido) de las negociaciones que la banda mantenía con el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Desapercibidos
Los vecinos del pueblo comentaron, al conocer la identidad del que creían un pacífico docente, que, al igual que su mujer, no daban problemas y procuraban pasar desapercibidos. Paseaban con su niño de pocos meses por la zona, un paraje realmente idílico al pie de los Pirineos y nada hacía pensar que se era uno de los terroristas más buscados por las Fuerzas de Seguridad.
Recientemente, habían tenido un niño, que, si hacemos caso de la declaración que la esposa de «Ternera», Agnes Cerlo, prestó ante la Policía francesa, no era hijo de Urruticoechea. Sus manifestaciones, según fuentes antiterroritas, consultadas por LA RAZÓN, están plagadas de contradicciones e inexactitudes. Y lo dicho sobre la paternidad del niño, podría ser una mentira más.
De hecho, en el registro de la casa, alquilada a un médico, se encontraron una serie de evidencias, que los investigadores prefieren no especificar, para no banalizar un asunto tan serio como una operación contraterrorista, que demostrarían que «Josu Ternera», a sus 62 años, no era precisamente de los que se habían retirado de las actividades sexuales.
Además, durante los días en que fue vigilado, y a los que corresponde la fotografía que publica este periódico, demostraba estar en una gran forma física, a cuyo mantenimiento dedicaba algunas horas del día.
Y de paso, sospechan los expertos, para saber si en la zona había algo que le hiciera sospechar que había sido localizado y podía ser detenido.
Huyó con lo puesto
Asimismo, se cree que, por sus largos años de militancia en ETA y ser un consumado especialista en la clandestinidad, debía tener no muy lejos de su casa un zulo, en el que guardaría documentaciones falsas, dinero e incluso su arma «reglamentaria».
Si realmente estuvo en Noruega, con el «comité negociador» que designó ETA hasta que las autoridades escandinavas les pusieron en la frontera; y en otros puntos de Francia, donde se asegura que se le ha localizado, precisaba de una cierta «logística» personal.
ETA le entregaba periódicamente el dinero necesario para los gastos familiares, entre ellos el alquiler de la casa.
Los Urruticoechea-Carlo habían instalado en su casa, dado el tiempo que residían en ella, hasta una línea fija de teléfono y todo parece indicar que pensaban continuar allí todo el tiempo que pudieran. Se trataba de un lugar aparentemente seguro (hasta que fue localizado por agentes de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía española) para un individuo sobre el que pesa una orden internacional de búsqueda y captura por el atentado etarra cometido contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en el que fueron asesinadas 11 personas, seis de ellas menores de edad.
«Ternera» es uno de los grandes objetivos de las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas. La CGI, tras una excelente investigación, había logrado dar con él y a punto estuvo de detenerlo. Las fuentes consultadas han señalado que, por lo investigado hasta ahora, todo parece indicar que «mordió» (descubrió) el dispositivo policial. De hecho, huyó con lo puesto y se dejó en la casa, además de la ropa, dos ordenadores y determinados medicamentos para combatir la ansiedad y otros, como se ha dicho anteriormente, para mantenerse en plena forma en todos los aspectos.
No hubo aviso
Las fuentes que ha consultado este periódico se han mostrado escépticas sobre la posibilidad de que hubiera recibido un aviso de terceras personas con el fin de advertirle de que su detención era inminente.
Siempre que se ha hablado de que «Ternera» había sido localizado (en este caso había sido así), y ha logrado huir, se ha comentado que una «mano negra» le llama y le avisa de que va a ser arrestado. Pudo haber ocurrido en 2011, en los Alpes franceses, cuando supuestamente estaba en una casa con su hijo Egoitz y habría recibido una llamada, nada más y nada menos que desde Kenia. Entonces ya vivía en Durban sur Aziere, y, siendo uno de los terroristas más buscados, se había ido desde la frontera española hasta otro lugar, a cientos de kilómetros. Puede que recibiera un «cante» desde el citado país africano pero, salvo que alguien lo haya podido comprobar (y lo tendría que haber judicializado), suena a novelesco. En torno a los chivatazos a ETA se ha montado siempre una especie de mundo de misterios que, cuando se escarba un poco, se plaga de contradicciones. El único «acreditado» (la Justicia tiene la última palabra en septiembre), tuvo la particularidad de que ninguno de los que habían recibido el soplo huyó; y el principal receptor del chivatazo, además guardó en su casa las pruebas que le incriminan.
Por eso, lo ocurrido con Ternera suena más a que un terrorista con tan larga experiencia en la clandestinidad «mordió» el dispositivo policial y huyó a toda velocidad con lo puesto.
Más de 40 años de militancia en la banda criminal
Pocos terroristas de los que se mantienen en activo dentro de ETA lleva tantos años de militancia en la banda. Nacido en Miravalles (Vizcaya), el 24 de diciembre de 1950, se incorporó a ETA durante el anterior régimen. Ya en 1971, figuraba como huido a Francia después de haber sido uno de los responsables en el País Vasco. Entre las acciones criminales que se le imputaron, y que fueron perdonadas gracias a la Ley de Amnistía, figuran atracos y robos de explosivos que, según se comentó en su momento, fueron utilizados en el atentado que costó la vida al almirante Carrero Blanco, acto criminal al que no fue ajeno. Tras muchas peripecias, llegó a regularizar su situación, hasta el punto de elegido miembro del Parlamento Vasco. Cuando la Justicia le citó en relación con el atentado del cuartel de Zaragoza, huyó.
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