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Junts agita la semana clave y exige un «Brexit catalán»
A cinco días de la constitución del Congreso, un diputado afín a Puigdemont insta a Sánchez a negociar un referéndum si quiere sus votos
Con las negociaciones para la investidura en marcha, la política nacional se adentra la próxima semana en un momento clave: la constitución de las Cortes. De lo que suceda este jueves dependerá probablemente la evolución de la legislatura, porque se tiene que escoger al presidente del Congreso y se tiene que votar a los miembros de la Mesa, dos espacios de poder que van a condicionar la actividad en la Cámara Baja. De momento, hay mucho hermetismo en todos los partidos y se hace complicado augurar qué puede pasar, aunque afines a Carles Puigdemont han roto el silencio en las últimas horas para presionar a favor de imponer exigencias de máximos y encarecer la investidura de Pedro Sánchez.
La Asamblea Nacional Catalana se encargó ya el viernes de alzar la voz tras varios días en silencio y recordó su posicionamiento: el independentismo solo puede prestar sus votos a Sánchez para la investidura si cede a la celebración de un referéndum de autodeterminación. Y, además, dejó ya como advertencia de que la Diada será un estruendo a favor de esa tesis rupturista.
Y ayer, salió al paso un afín a Puigdemont, Antoni Castellà, para confirmar que esa es su postura: ahora mismo, Junts no está dispuesto a negociar competencias, tan solo aspira a conversar sobre el «Brexit catalán» (es decir, la independencia) y una amnistía. Según Castellà, el marco de negociación no es sobre competencias, sino sobre «soberanía». «Cualquier otro marco no es aceptable porque nos sitúa antes del 1-O y no tendría sentido», dijo. Conviene aclarar que Castellà es un afín a Puigdemont (es el portavoz del Consell per la República) y diputado de Junts en el Parlament, pero pertenece a otro partido político (Demócrates): en este sentido, el partido posconvergente está ahora mismo dividido entre los radicales, liderados por Puigdemont, y los moderados, partidarios de salir del ostracismo en Madrid y volver a la negociación política.
Mientras la facción dura del independentismo, que engloba a Puigdemont y controla el grupo parlamentario de Junts en el Congreso, eleva el tono para encarecer la investidura de Sánchez, el PSOE también parece dar algún paso para mostrar más accesibilidad ante las exigencias de Junts: los socialistas ya no niegan con tanta rotundidad la posibilidad de una amnistía, aunque tampoco han dicho aún que la vayan aceptar y se limitan a decir que ahora prefieren no hablar de contenidos de las negociaciones. El cambio del PSOE es más bien una cuestión de tono, para tratar de generar un clima propicio para el acuerdo. Lo que sí está claro es que hay mucha predisposición del PSOE a buscar una solución jurídica a los separatistas con problemas con la Justicia por el «procés» (además de Puigdemont, hay miles de activistas con causas abiertas). De momento, también hay mucho hermetismo y apenas trasciende nada, más allá de que algunas voces se limiten a decir que las negociaciones «avanzan muy bien».
Por muy bien que avancen, el tiempo apremia y el PSOE tiene hasta el jueves para atar algún tipo de acuerdo con Junts: si no lo consigue, la Presidencia del Congreso y la mayoría de la Mesa quedarán en manos de la derecha. Y eso dificultará mucho las posibilidades de la izquierda si luego gobierna. La presidencia del Congreso permite modular los tiempos para convocar un debate de investidura y de eso depende que empiece a correr más pronto o más tarde la cuenta atrás para una repetición electoral (tras una investidura fallida hay dos meses para reintentarlo). Y la mayoría en la Mesa permite, principalmente, tramitar con mayor o menor agilidad las iniciativas legislativas.
En este sentido, si hay mayoría del bloque de la derecha en la Mesa del Congreso y luego el PSOE acuerda con Junts algunas leyes, la tramitación dependerá en buena medida de la Mesa (durante la pasada legislatura, la mayoría de PSOE y Podemos impidió tramitar algunas leyes solicitadas por el resto de grupos parlamentarios).
Lo que está claro es que habrá un nuevo presidente en la Cámara Baja después de que Meritxell Batet haya dado un paso al lado: el candidato socialista con más opciones es el ministro Félix Bolaños, tal y como adelantó el pasado jueves LA RAZÓN.
Mientras el PSOE busca el determinante apoyo de Junts, ya tiene prácticamente atado el de ERC para el jueves. Los republicanos se han mostrado más «razonables» con los socialistas, aunque tampoco quieren dar por hecho que esto suponga un cheque en blanco para la investidura. Ahí, ERC también pujará con Junts por obtener el mejor acuerdo político posible para rentabilizarlo.
Mientras el PSOE sigue sin atar sus apoyos, el PP se alza ya con 171 votos garantizados y la posibilidad de 172 con Coalición Canaria. Es decir, queda a cuatro de la mayoría absoluta: está más cerca que los socialistas.
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