Elecciones generales
La no campaña del Rey
Zarzuela frena la agenda de Felipe VI, que no tendrá actos hasta el Domingo de Pascua ante la obligada neutralidad en etapa electoral.
Zarzuela frena la agenda de Felipe VI, que no tendrá actos hasta el Domingo de Pascua ante la obligada neutralidad en etapa electoral.
La Semana Santa que se inicia hoy con el Domingo de Ramos será atípica no sólo para los partidos políticos que se enfrentan a dos semanas decisivas para conseguir el voto de los ciudadanos de cara al 28-A, sino también para la Casa del Rey. Si en 2016 el rey Felipe VI y la Reina Letizia no aparcaron su actividad institucional en estas señaladas fechas, y acudieron hasta cinco actos públicos, en esta ocasión los Monarcas no presidirán ningún acto público. Sólo se espera su presencia, como es tradición, en la Misa de Pascua, en la Catedral de Palma de Mallorca, junto a la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, y presumiblemente, la Reina emérita. La diferencia es clara: en 2016, la Semana Santa se situaba lejos del calendario electoral, (el 26-J se produciría tres meses después), mientras que ahora, en 2019, la convocatoria en las urnas, es simultanea a la Semana Santa.
Según se desprende de la agenda de la Casa Real desde el lunes 15 de abril (lunes Santo) hasta el 21 (Domingo de Pascua), no se recogerá foto oficial de Don Felipe ni Doña Letizia. Zarzuela frenará el ritmo de sus intervenciones publicas escrupulosamente al coincidir el periodo vacacional con la campaña electoral, para cumplir con la neutralidad obligada por la ley electoral que se le exige a un poder público y autoridad estatal.
En el pasado ciclo electoral, Felipe VI, sin embargo, cuadriplicó su actividad desde la convocatoria de la repetición electoral (en mayo de 2016) y mantuvo el ritmo hasta la propia jornada en las urnas, sin saltarse la norma legal. Pero el contexto era diferente al actual. En 2016, la Casa del Rey trató de «levantar» la agenda del Monarca, es decir establecer un periodo de normalidad institucional para recuperar su imagen, que se había visto afectada por el bloqueo político en el que se sumía España tras las elecciones fallidas de diciembre de 2015, y que se tradujó en un escenario de intentos fracasados de pactos, continuas consultas con el Rey y dos investiduras fallidas. Consecuentemente la actividad de Felipe VI –nacional e internacional– se vio considerablemente resentida, al estar supeditada al calendario político. Concretamente reducida en un 60%, como ya informó este diario, tiempo en el que Zarzuela también se vio obligada a cancelar dos viajes de Estado a Estados Unidos y a Japón, y una visita oficial a Arabia Saudí.
En esta ocasión, de cara al 28-A, el Rey cumplirá exquisitamente con la neutralidad que la ley exige a los partidos políticos y a las autoridades estatales, autonómicas y municipales. Ello corresponde al principio básico que obliga también a la Jefatura del Estado. Como es lógico, la familia del Rey respetará la norma legal y no asistirá a campañas institucionales ni inauguraciones que convoquen los poderes públicos, los cuales podrían poner en tela de juicio o incitar a dudas sobre la imperiosa ecuanimidad a la que se encuentran sometidos estos poderes durante procesos electorales. El artículo 50 de la ley Orgánica del Régimen Electoral así lo estipula en su apartado segundo: «Desde la convocatoria de las elecciones y hasta la celebración de las mismas queda prohibido cualquier acto organizado o financiado, directa o indirectamente, por los poderes públicos que contenga alusiones a las realizaciones o a los logros obtenidos, o que utilice imágenes o expresiones coincidentes o similares a las utilizadas en sus propias campañas por alguna de las entidades políticas concurrentes a las elecciones». En su apartado tercero también refrenda que «durante el mismo período queda prohibido realizar cualquier acto de inauguración de obras o servicios públicos o proyectos de éstos». Así, según este artículo la Jefatura de la Casa del Rey habría evitado tajantemente participar en cualquier tipo de inauguración o invitación a actos públicos para no sembrar la mínima sospecha sobre una actividad que pudiese ser susceptible a ser revisada por la ley.
Después del 28 de abril, todo parece indicar que los Reyes se verán obligados también a posponer el ritmo de su agenda nacional e internacional, rememorando el periodo de incertidumbre que tuvo lugar en 2015 con la fallida legislatura y las cinco rondas de consultas para la posterior formación de Gobierno. La experiencia ya vivida en 2015 y también en 2016 señala que, aunque a día de hoy se antoja lejana un escenario de bloqueo político que obligue a que el Rey deba interceder como árbitro en la formación de Gobierno, Zarzuela vuelva a paralizar su agenda institucional hasta que el Palacio de La Moncloa albergue nuevo inquilino para encauzar la nueva legislatura.
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