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La pantomima del «sellado»: ETA se queda con las armas
La banda emitió ayer un nuevo comunicado en el que anuncia que mantiene sus pistolas y explosivos
La pregunta es de cajón: ¿por qué ETA, si realmente tienen la voluntad de no volver a atentar y matar, no entrega las armas y las bombas o, si prefiere, las destruye, ante verificadores fiables, y no impuestos por ellos, como las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas? Cuando alguien hace una maniobra de este tipo es porque quiere mantener la amenaza que durante tantos años ejerció sobre el País Vasco, Navarra y el resto de España. Quiere seguir con su papel, que tanto le gusta, de «garante» de un «proceso» que concluya en la independencia. En el colmo del cinismo, los terroristas dicen que si algo no sale bien, la culpa será de los gobierno de Madrid y París. Lo peor en esta vida de hacer el ridículo, es no darse cuenta de ello. Es propio de fanáticos, como lo son los miembros de ETA. Habían previsto un plan «genial», y aunque el primer paso les salió mal, la pantomima del «tenderete» de Toulouse (inolvidable la imagen de los dos verificadores internacionales haciendo esfuerzos con el fin de parecer extasiados ante unas armas y explosivos que cabían en una mochila), han continuado con él.
La siguiente fase constituyó otro fracaso, ya que Gerry Adams, que bastante tenía con lo suyo el descubrirse el escándalo de la amnistía encubierta a los miembros del IRA; y Bertie Ahern, ex primer ministro de Irlanda, se negaron a aparecer por San Sebastián, después de lo de Toulouse. Sí que compareció Jonathan Powell, asesor del ex premier inglés Tony Blair, que está metido hasta las orejas en lo del «proceso» y que va a intentar salvar los muebles. El tercer paso era la llegada del inevitable Brian Currin. No falló. Ya se sabe: ve un euro y se tira en plancha, comentan maliciosamente sus detractores. No precisa de otro comentario.
Y el cuarto, tal y como adelantó LA RAZÓN, era el comunicado de ETA, hecho público ayer, que es de traca. Hablar de la banda a estas alturas puede resultar insufrible para muchos, pero caer en esa trampa, la del silencio y la desatención, sería peligroso. Lo de del terrorismo etarra no se ha acabado, aunque algunos lo den por muerto y enterrado, más por conveniencias políticas que por convencimiento. El comunicado de la «organización revolucionaria socialista para la liberación nacional» (sic), comienza con la afirmación de que el «sellado de su armamento» es «la consecuencia del final de su lucha armada» y la prueba de que sus armamentos «no están operativos. De este modo quiere dar seguridad a la sociedad y al ámbito internacional». Mucha más seguridad supondría su entrega a las Fuerzas de Seguridad o su destrucción en presencia de ellas.
En el segundo punto, la banda, como no puede ser de otra manera, asoma «la patita» y precisa que con «esta decisión quiere fortalecer el nuevo escenario y quiere alimentar el proceso de solución. Este paso, tendría que impulsar el ambiente de diálogo y acuerdo, y tendría que ayudar a avanzar». Se trata de una advertencia, ya que los terroristas no dan algo por nada. ETA, que en el colmo de su fanatismo debe tomar a los demás por tontos, confiere a la «Comisión de Verificación Internacional», un aval del que carecen, al menos a nivel de los gobiernos de España y Francia, y de los partidos democráticos.
Pretenden los terroristas que los que participaron en la «pantomima» de Toulouse sean los que confirmen «el proceso de sellado (de los zulos)»; y el «inventario de explosivos, artefactos y armas» que se realizará, que quedará (el inventario) en manos de dichos verificadores. La banda asegura que el proceso de «sellado» ha empezado y que lo quiere llevar hasta el final. Pero, por si algo sale mal, y deciden volver a los atentados, advierte de que «el proceso será complicado y tendremos dificultades». No queda solo a expensas de la voluntad de ETA y de la comisión de verificación internacional. Cualquier ataque, cualquier impedimento puede condicionar «la viabilidad del sellado». No deja de ser una amenaza ya que si España y Francia no les dan a los terroristas la impunidad para moverse por sus territorios y hacer lo que les dé la gana, los culpables serán Madrid y París.
El comunicado concluye con los ya conocidos bla, bla, de que quieren superar «todas las consecuencias del conflicto, incluyendo el desarme» y «mostrar de nuevo nuestra predisposición para el diálogo y el acuerdo». Asimismo, a raíz de la muerte por causas naturales del preso Arkaitz Bellón, denuncian la «despiadada política penitenciaria» de España y Francia, que dificulta, dicen, «esta posibilidad histórica» para su paz, que pasa por una «Euskal Herria libre y socialista». Lo dicho. Sin comentarios.
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