Política

Caso UGT

Malestar en UGT con Méndez: «Es una dimisión en diferido»

Muy pocos conocían las intenciones del secretario general y la mayoría se enteró por la Prensa. Lo ven como una dimisión en diferido y creen que «el sindicato no puede afrontar un relevo de tal envergadura»

Cándido Méndez, ayer a su llegada a un foro organizado por UGT
Cándido Méndez, ayer a su llegada a un foro organizado por UGTlarazon

La exclusiva de LA RAZÓN sobre el adelanto del Congreso a 2016 revoluciona al sindicato. Aseguran que «no pueden afrontar un relevo de tal envergadura» que no estaba previsto

La información que ayer avanzó LA RAZÓN sobre el adelanto del Congreso Confederal por parte de Cándido Méndez cayó como una bomba en el sindicato. Sólo unos pocos conocían las intenciones del secretario general. Otros, también pocos, las intuían y algunos más las sospechaban. Pero la gran mayoría de la UGT se enteró a través de los medios de comunicación. Fue todo un terremoto.

Cándido Méndez anunció en el congreso de 2013 un cambio estructural en la organización sindical para adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas necesidades de los trabajadores, a la nueva estructura del mercado de trabajo y a la disminución de ingresos, que impide tener unas estructuras sobredimensionadas. Sin embargo, ha transcurrido algo más de un año y el proceso de reestructuración de las federaciones sectoriales no ha avanzado un ápice. ¿El motivo? La cerrazón de algunos secretarios generales que no ven con buenos ojos su propia pérdida de poder.

Por eso, el todavía secretario general ugetista da un golpe de efecto adelantando el congreso confederal para 2016. Un año antes de lo que correspondería. Algunos piensan que es una dimisión en diferido, pero lo cierto «es que el sindicato no puede afrontar un relevo de esta envergadura en plenas elecciones sindicales» que eligen a miles de delegados sindicales en 2015.

Cándido Méndez reunió ayer a su ejecutiva y les comunicó sus intenciones. Sorpresas en su equipo, pocas, aunque algunos no se esperaban el movimiento tan pronto. Máxime cuando el congreso no lo convocará el Comité Confederal hasta su reunión del mes de junio. Sin embargo, Méndez ha decidido no esperar y ha dado un paso adelante. Hoy informará al Consejo Confederal y al propio Comité Confederal. Está decidido a seguir con el proceso de renovación del sindicato en el ámbito de las federaciones y con el adelanto congresual quiere poner en jaque a quienes estaban dándole largas. El máximo responsable de la UGT quiere cerrar este proceso antes del congreso en el ámbito de las federaciones y dejar el camino libre a su sucesor para que ponga en marcha la reestructuración de las uniones territoriales, batalla que todavía se prevé más cruenta que la actual.

Desde que la decisión de Cándido Méndez saltó a la palestra, han empezado las quinielas para conocer a su sucesor. Desde hace días, el secretario de Transportes, Miguel Ángel Cilleros –elegido en 2009–se postula en algunos círculos del sindicato. Cilleros, trabajador de Renfe, cuenta con el apoyo de su antecesor en el cargo y actual secretario de Organización de la ejecutiva de Méndez, José Javier Cubillo. Las fuentes consultadas confirman la disposición de Cilleros a suceder a Méndez y no ocultan que está en buena disposición.

Sus dos posibles rivales, los secretarios del Metal y Servicios Públicos, no tienen intención de postularse. Carlos Romero, trabajador de Cenemesa, lleva solamente un año en el cargo de máximo responsable del metal ugetista, como sustituto del fallecido Manuel Fernández «Lito», por lo que concentra sus esfuerzos en la federación metalúrgica y de la construcción sin más aspiraciones. Por su parte, Julio Lacuerda, el responsable de Servicios Públicos, es un líder histórico que lleva pareja su actividad sindical a la de Cándido Méndez. Fue elegido secretario de la FSP en 1996, por entonces una federación muy convulsa, como pago a su apoyo a Cándido Méndez en los congresos de 1994 y 1995.

Fuera del ámbito de la Avenida de América –sede de las federaciones– los posibles candidatos escasean. El otrora todopoderoso dirigente de Madrid José Ricardo Martínez está en fuera de juego por el escándalo de las tarjetas «black» de Caja Madrid. Solamente José María Álvarez, secretario de UGT-Cataluña, estaría en condiciones de plantear su candidatura. Sin embargo, en los últimos tiempos sus posibilidades han mermado. Su postura a favor del derecho a decidir, sus actos acompañado de las dirigentes soberanistas Carme Forcadell –Asamblea Nacional de Cataluña– y Muriel Casals –Òmnium Cultural– y la editorial abiertamente independentista de una revista del sindicato le pueden restar apoyos. De hecho, «se los han restado» y ha sido «abiertamente criticado en la organización».

Las fuentes consultadas afirman que, de momento, Álvarez «se deja querer» pero no se ha pronunciado. Además, en su casa los ánimos andan revueltos. En el último congreso, Álvarez postuló a Matías Carnero, máximo dirigente de SEAT, para sustituirle. El ambiente soberanista no ha gustado a Carnero, que se ha retirado a sus responsabilidades en la empresa. Así las cosas, Álvarez ha cambiado de opinión y promueve a Camil Ros, actual secretario de Política Sindical y militante de ERC, para la sucesión, aunque Álvarez siempre se ha caracterizado por fundir a sus candidatos antes del congreso. Estos anuncios de sustitución se llevan oyendo años en UGT de Cataluña pero Álvarez lleva en el cargo desde 1990.

No todo el mundo parece estar de acuerdo con esta opción. Óscar López Chamosa, secretario de Transportes, Comercio y Hostelería, también está haciendo sus movimientos internos para tantear sus posibilidades. A nadie se le escapa que López Chamosa –hermano de la diputada socialista Isabel López Chamosa, dirigente histórica del textil catalán– puede tener apoyos si la candidatura de Miguel Ángel Cilleros prospera. La relación entre ambos no parece distante. Apenas hace dos meses, Cilleros lideró una campaña a favor de los trabajadores del campo y de la fruta de Lérida promocionando sus productos. Todo un aviso a navegantes.