Opinión

Mangazo en la UE

¿Se pensaban que, después de la patada en el culo de su «conmilitona», Irene Montero se iba a volver a la caja del supermercado a reiniciar la revolución desde abajo?

Podemos propone a Irene Montero como candidata para las elecciones europeas de 2024
La ex ministra de Igualdad Irene MonteroEuropa Press

En Bruselas el cielo gris te parte la cara durante diez meses al año mientras te mete una depresión en el cuerpo el frío, la ausencia de luz y los atracones de papas fritas con grasa después de salir de la oficina. Por eso, supongo, han montado tantos despachos en los últimos 80 años, para que tengan una vida de repuesto los que terminan con un puestito en la UE después de trincar los escaños nacionales. Está la capital belga de los mejillones, las cervezas y los bombones, que se mezcla con las canciones de Jacques Brel al tán-tán de las campanas de la Catedral de Santa Gudula. Es decir, existe el tópico y corte por lo sano, porque quitando el maremoto marengo de los trajes de los funcionarios buscando el primer café de la jornada, es poco lo que sobrevive dentro de un sandwich cultural con perlitas de Matonge o Molenbeek, porque en nuestro universo de eternos niños pobres, pensamos en Bruselas y se nos hace la boca agua soñando ese cielo de oficialidad, moqueta, coches con chófer y nómina de infarto para los buenos servidores de los partidos, que es el último mangazo al que aspira la ex ministra Irene Montero con la ayuda de todos los españoles. ¿O se pensaban que después de la patada en el culo de su «conmilitona» se iba a volver a la caja del supermercado a reiniciar la revolución desde abajo? «¡Un mojón ‘p’a ustedes!», ya la tenemos haciendo las maletas y metiéndose con su camarilla en el meollo de la casta, más casta de todas las castas, para luchar por los descamisaditos de España desde un buen despacho con calefacción, secretarias, ayudantes, jefes de gabinete y dietas para asistir a los plenos en Estrasburgo. Del vídeo de CC OO sentada en el césped a los dominios tecnócratas del Parque del Cincuentenario donde se comen el bocadillo los curritos de la UE con salarios de 3.000 euros.