
Negociación
Moncloa busca «enfriar» el choque con Sumar antes de llegar a un pacto sobre el SMI
El PSOE cree que Díaz recurre a la «exageración» porque necesita «espacios mediáticos» y «no sabe cómo buscarlos»
Una semana después de que el Gobierno se abriera en canal y en directo a cuenta del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) los puentes siguen rotos. Este fin de semana no ha servido para propiciar acercamiento alguno entre las partes. No se ha negociado. Es más, a la falta de gestos en privado para restañar las heridas se han sumado pronunciamientos públicos que han alimentado el enfrentamiento hasta llegar a un escenario de confrontación total, en el que vuelan los cuchillos y las acusaciones cruzadas.
A día de hoy, ninguna de las dos partes parece dispuesta a dar su brazo a torcer. Sumar se ve en una posición privilegiada, con el respaldo de tener la mayoría en el Congreso de los Diputados para frenar la tributación del SMI que proponen los socialistas y con la capacidad de marcar perfil propio respecto al PSOE en su guerra con Podemos. Saben que la batalla del relato está a su favor y piensan explotarlo al máximo. Por su parte, Hacienda no rectifica, se afana en desplegar su «pedagogía fiscal» y María Jesús Montero cuenta, por el momento, con el aval del presidente del Gobierno. Sin embargo, todos asumen que llegará el momento de moverse y buscar un acuerdo. ¿Cuándo? Antes de visibilizar un nuevo choque de poderes y una ruptura en la coalición, esto es, antes de que se vote en el Congreso.
La Mesa, el máximo órgano del Parlamento, iniciará hoy el trámite de las cuatro iniciativas destinadas a elevar el mínimo exento y acompasarlo al SMI, y dará al Gobierno 30 días para presentar vetos a estas iniciativas por motivos presupuestarios. Un veto que la propia Mesa podrá levantar, puesto que los representantes de PP y de Sumar tienen mayoría en el órgano de gobierno. El objetivo del PSOE es que esto no llegue a producirse, pues supondría un punto de no retorno para el Ejecutivo. Si al choque con el Poder Judicial que mantiene abierto a cuenta de las causas judiciales que le cercan, se abre otro con el Legislativo que visibiliza –además– la fractura en dos del Gobierno, la sensación de colapso sería total.
Fuentes gubernamentales consultadas por este diario se abonan a una estrategia de control de daños. Y de tiempos. Buscarán que se «enfríe» el choque con sus socios de coalición antes de llegar a un acuerdo. Consideran que en el actual clima de confrontación no tiene sentido negociar y que deberán bajar los decibelios, para salir del foco y poder negociar una salida sin presiones. En esta hoja de ruta, los socialistas no prevén tocar los mínimos exentos y tensionan a sus socios de coalición con una foto votando junto al PP. Le recuerdan que ante su escaso apoyo electoral –la última encuesta de NC Report para LA RAZÓN les otorgaba un exiguo 5,6%– no les convendría visibilizar una entente con la derecha en este asunto.
Sin embargo, Díaz permanece inmune a estas advertencias y ayer se mostró dispuesta a llegar hasta el final y forzar la rectificación del PSOE en el Congreso, si no hay antes un pacto en el seno de la coalición. «Hay dos mecanismos para solventar las discrepancias. Uno es solventarlo dentro del Gobierno, que creo que sería lo sensato, y la otra es que mañana se van a calificar en la Mesa del Congreso de los Diputados varias iniciativas», defendió en TVE. La que fuera líder de Sumar no solo está dispuesta a llevar hasta las últimas consecuencias su desafío a sus socios de coalición –visibilizando su soledad y desautorizando a la vicepresidenta primera–, sino que sigue enrareciendo el clima interno, elevando el volumen de sus críticas y cuestionando que las políticas del PSOE sean progresistas: «Lo que no es de izquierdas es bajar los impuestos a las energéticas, que tienen unos márgenes empresariales muy elevados. Lo que no es de izquierdas es permitirles a los rentistas en nuestro país que se olviden del 100% del IRPF. Eso sí que no es de izquierdas».
Díaz se desenvuelve desde una posición de fuerza, porque es consciente de que cuenta con el favor de la opinión pública. «El problema es que cuando hay sentido común en la calle y no lo hay en el Gobierno», replicó, para sentenciar: «Algo falla cuando esta medida está planteada por todas las formaciones políticas en el hemiciclo, es que quiere indicar cosas». En el PSOE, por su parte, responden acusando a Sumar de adherirse al «populismo fiscal» que enarbola la derecha y se mantienen firmes en que «la decisión –de que tribute el SMI– está tomada». Fuentes gubernamentales creen que Díaz necesita «espacios mediáticos» para marcar perfil respecto a los socialistas y «no sabe cómo buscarlos». «Tiene que ir a la exageración», sentencian.
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