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Casa Real

Mucho más que protocolo: la carga política del viaje de los Reyes a China

Washington y Pekín harán su propia lectura interesada de la primera visita del Reinado de Felipe VI

Los Reyes de España recibieron al presidente de China en 2018 larazon

El próximo martes arranca en Chengdu la primera visita de Estado de los Reyes a China, un viaje muy perseguido por Moncloa y que se produce en un contexto geoestratégico complicado. La carga política de la visita de tres días que termina en Pekín, donde serán recibidos por el presidente Xi Jinping y su esposa, es innegable. La agenda y los mensajes no solo van a ser escrutados desde la Unión Europea y Estados Unidos. También el gigante asiático hará una lectura interesada de la presencia de los Reyes a nivel interno en un país de códigos complejos y, sobre todo, diametralmentes opuestos a los que maneja la diplomacia occidental.

Si la política internacional suele requerir de un traductor simultáneo para los no iniciados, cuando se trata de China la necesidad de un diccionario es insoslayable. Preguntamos a algunos de los expertos españoles con más predicamento tanto en Zarzuela como en el Gobierno para entender hasta qué punto marca la diferencia que sean los Reyes quienes acudan a rendir pleitesía al gigante asiático en su propio terreno.

«A China le gusta tratar con figuras que no cambian cada cuatro años. Ellos piensan a décadas vista. Un monarca parlamentario encaja bien en ese esquema de estabilidad, continuidad y largo plazo. Es el mismo tipo de vínculo que cultivan con casas reales asiáticas. Además, en la lectura china, la Corona española proyecta influencia exterior mayor que la que tiene formalmente en términos de poder ejecutivo. Eso para ellos es útil», explica Mario Esteban, investigador principal del Real Instituto Elcano.

Este «soft power» que ejercen los Reyes es valorado también desde Moncloa, que entiende que una visita de este nivel podría allanar el camino a que el presidente chino pare en España en una próxima gira europea como ya hizo en 2018. Aunque las interferencias entre el Gobierno y Zarzuela sean de sobra conocidas, el empeño de Sánchez con China manda por encima de otras consideraciones. Según fuentes diplomáticas, «en este caso, las mayores suspicacias se dan entre el Ministerio de Exteriores y el de Economía, que siempre que puede trata de imponerse a la Diplomacia y meterse en nuestro terreno. Es verdad que la agenda de este viaje es muy comercial, aunque el trasfondo político es innegable».

Tanto el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, como el de Economía, Carlos Cuerpo, formarán parte de una comitiva real que también integra un nutrido grupo de empresarios españoles. Más allá de este «pique» intraministerial, en un país como China ambas dimensiones se antojan imposibles de separar. Así lo explica el profesor Claudio F. González, autor de «El gran sueño de China» (editorial Tecnos): «Ellos juegan en varias capas. En lo económico, España busca reindustrializarse con ayuda china. Queremos inversión, sí, pero sobre todo queremos transferencia de tecnología y creación de ecosistema industrial. No sólo que vengan fábricas chinas a montar tornillos y ya está. Por eso digo que esto no va sólo de que los Reyes viajan, se firman acuerdos y listo. Esto trata de poner a gente lista a hacer seguimiento cada día durante años. De mantener un canal estable, crear confianza personal y anclar una relación que no dependa de un gobierno concreto en un momento particular».

Este va a ser otro punto fuerte del viaje: se firmará un mecanismo estructurado de comunicación directa y constante. Una herramienta política con la que cuentan Italia o Alemania y que facilita mucho la parte económica. En este sentido, el citado experto no cree que España esté haciendo su guerra al margen de la UE: «Yo no diría que va por libre, más bien que es una “punta de lanza’’ últil. Creo que con Europa se habla antes de un viaje como este y se habla también después, cosa que ya es un avance en la UE. Que cuando alguien hace algo con Pekín, lo comparta luego con los demás y no les deje en ridículo».

Por su parte, Mario Esteban también cree que esta suerte de «teléfono rojo» es fundamental. «Sirve para que, cuando se firman acuerdos marco o planes de acción, en lugar de dejarlos morir —que es lo que históricamente pasa con China— haya una estructura para revisarlos periódicamente, detectar bloqueos y presionar para que se implementen. Sirve para dar continuidad. China funciona así: si quieres resultados reales allí, necesitas contacto político frecuente y sostenido. Si sólo haces una visita cada seis o siete años, entre medias no pasa nada. Esta comisión busca que no vuelva a ser “nos vemos una vez y adiós”».

El riesgo, incluso el peaje que se da por descontado antes de que los Reyes suban al avión, es la lectura interesada que hará China del viaje. «Creo que la motivación española es pragmática y económica: captar inversión, tecnología y capacidad industrial en sectores críticos del presente inmediato. Eso sí: China va a intentar venderlo como geopolítica. Quieren poder decir en sus medios y a través de su diplomacia que en Europa hay países que les ven como un socio fiable y que no compran la narrativa de confrontación total de Washington», concluye Esteban.

El último viaje del presidente Sánchez a China el pasado mes de abril, el tercero en menos de tres años, terminó costando una minicrisis diplomática (otra más) con Estados Unidos. El ministro Carlos Cuerpo tuvo que acabar desplazándose a Washington a deshacer el entuerto y rebajar la tensión.