Belén Bajo
Nueva política
Se está gestionado una de las mayores barbaries a nuestra Constitución, a nuestro país y a nuestra democracia
Como Pedro Sánchez no pronuncia nunca la palabra amnistía –no es de las más fáciles de articular, pero tampoco de las más difíciles– me pregunto si padece algún tipo de disartria (dificultad para pronunciar palabras), afasia (dificultad para producir el lenguaje), dislalia (problemas en la articulación de los sonidos) o disfasia (dificultad para adquirir el lenguaje).
Cuando uno repite mucho, palabras, frases, trozos de conversación o canciones se llama ecolalia y, llegados a este punto, en el que Sánchez cuando intenta hablar siempre reproduce lo mismo: convivencia, generosidad política, diversidad territorial y liderazgo, me pregunto si serán frases, trozos de conversaciones de la exitosa serie Sucesor designado o de la de Borgen, que tratan de política y conspiraciones.
Nunca pronuncia amnistía ni Puigdemont y podría parecer que padece de algún trastorno en el lenguaje, pero todos los interlocutores con los que Sánchez ha hablado sí reconocen haber hablado con él de amnistía y Puigdemont. Está la parte oculta, en la que hay pactos, compromisos y papeles firmados, y la visible que nos quieren mostrar. En la visible, la que ahora denominan «nueva política», Puigdemont ni siquiera existe, están de fiesta permanente celebrando la futura convivencia que vamos a generar con la generosidad política del contribuyente para solucionar el problema catalán, mientras en la parte oculta se está gestionado una de las mayores barbaries a nuestra Constitución, a nuestro país y a nuestra democracia.
Lo denominan nueva política para silenciar las voces críticas con más peso en el socialismo, Felipe González y Alfonso Guerra. Lo denominan nueva política para estigmatizar a la derecha. Lo denominan nueva política para ocultar la mayor deslealtad que un presidente del Gobierno puede tener con su país y con sus ciudadanos.
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