La legislatura, en vía muerta
La OTAN torpedea los presupuestos de Sánchez
La contribución militar española al flanco Este, anunciada por el presidente, solidifica un abismo insalvable con su izquierda
La OTAN torpedea el plan de Pedro Sánchez de intentar aprobar unos Presupuestos Generales del Estado para 2026. La contribución militar española al flanco Este de Europa, anunciada el viernes por el presidente, crea un abismo con su izquierda, que aborrece el intervencionismo militar y el propio papel de la Alianza Atlántica.
La participación de las Fuerzas Armadas está regulada por la Ley Orgánica 5/2005 de la Defensa Nacional, que también estipula cuándo el Gobierno necesita autorización parlamentaria para enviarlas al exterior.
El artículo 17.3 de la citada norma apunta que «la participación de unidades de las Fuerzas Armadas en operaciones fuera del territorio nacional requerirá la autorización previa del Congreso de los Diputados, salvo en el caso de interés nacional urgente, en el que el Gobierno podrá ordenar su participación, dando cuenta inmediata al Congreso y en todo caso dentro de los siete días siguientes».
Pero la ley distingue entre «operaciones militares» y «actividades de adiestramiento, presencia o disuasión». Y el envío de medios aéreos o navales a despliegues permanentes de la OTAN, la UE o la ONU no suele considerarse una operación de combate, sino una operación de presencia, vigilancia o disuasión.
De manera que el líder socialista podrá esquivar el previsible rechazo de sus socios en el Congreso; un tortazo que le debilitaría aún más en la arena internacional, donde el Ejecutivo español ha dejado de ser un socio fiable precisamente por sus limitaciones de política interna.
En cualquier caso, el presidente es consciente de que su decisión tendrá un coste aún más alto: la imposibilidad de llegar a acuerdos para alumbrar las cuentas que está empeñado en presentar. Entre los partidos de su izquierda, Podemos es la formación más intransigente con el belicismo que,a su juicio, se ha apoderado de todas las capitales europeas.
El discurso de Ione Belarra es tan contundente que no duda en llamar a Sánchez «señor de la guerra» por aceptar la imposición europea de reforzar las capacidades militares de los Veintisiete para hacer frente a la amenaza rusa y a la indiferencia de Estados Unidos en el devenir de Europa.
En realidad, la OTAN es un dolor de cabeza para la izquierda que gobierna en España. El PSOE y sus socios no se ponen de acuerdo sobre cómo relacionarse con una organización a la que la invasión rusa de Ucrania ha dado una nueva vida tras el derrumbe de la Unión Soviética y la disolución del Pacto de Varsovia.
El siglo XXI, en su primer cuarto de vida, se ha vuelto oscuro y peligroso. Esa última palabra es la que más repiten los mandatarios que forman parte de la Alianza. Y, aunque las dos tradiciones políticas que conviven en Moncloa lo comparten, difieren de lleno sobre un asunto clave: el papel preponderante de Estados Unidos, el ejército más poderoso de la Tierra.
Mientras que la tradición socialdemócrata antepone que se imponga la democracia gracias a la disuasión de la OTAN, aunque se beneficie de ello el gran mercado estadounidense, la izquierda a la izquierda del PSOE está por la labor de romper con Washington. No le importa que no pueda aplicar en la nueva guerra europea las coordenadas ideológicas del siglo XX.
Podemos, de hecho, salió ayer en tromba con la misma cantinela. «Tienen muchísimo margen presupuestario, fondos europeos, buenas cifras macroeconómicas y, en vez de gastárselo en política social, lo malgastan en armas», espetó la secretaria general, Ione Belarra, en el Consejo Ciudadano Estatal de la formación.
Lo cierto es que, por mucho que Sánchez blandiera la defensa de la política social para no aceptar el 5% de gasto del PIB en Defensa, el Gobierno es consciente de que tanto la OTAN como Bruselas apretarán a las capitales en los próximos años para igualar el nivel de gasto.
El rechazo de Sánchez en la última cumbre aliada ya mermó la influencia internacional de España; motivo por el que se ha quedado fuera de los principales foros de debate occidentales que intentan poner fin a la guerra en Ucrania.
EE UU no se fía de Madrid, entre otras cosas, porque los socios del presidente reniegan de Washington. Sumar, que forma parte del Ejecutivo, también quiere la salida española de la OTAN, precisamente porque cree que hay una alianza entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el ruso, Vladimir Putin.