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Entrevista

Pedro J. Ramírez: "No tengo muy claro qué es ser amigo de alguien o que alguien sea amigo tuyo"

Después de cuarenta y cinco años como director de periódicos asegura a LA RAZÓN que le queda un lustro a los mandos. Presenta el segundo tomo de sus memorias: 'Por decir la verdad', Planeta.

Entrevista con el director de El Español, Pedro J. Ramirez.© Alberto R. Roldán / Diario La Razón. Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

Lo ves ahí, sonriente, simpatiquísimo, sentado en una silla, el brazo apoyado en el respaldo, mirando a la ventana desde la sala de un hotel del centro de Madrid, con cierto halo de nostalgia, «perdón, que me había distraído con los picos nevados de aquella montaña» –bromea con nuestro fotógrafo, Alberto, que le reclama la atención en una sesión exprés de fotografía–, sometido a una maratón de entrevistas, con un tomo de libros a sus espaldas… y bien podía parecer una estrella de la literatura.

Pero, de pronto, se agarra los míticos tirantes que le sujetan el pantalón con los pulgares de cada mano, y no. Resulta que es Pedro J. Ramírez (Logroño, 1952). Cuarenta y cinco años después. El mismo que conocimos dando vueltas y vueltas entre las mesas de una redacción, cabizbajo, a pasito lento, fraguando el titular de mañana. Apenas queda nada para que termine el mediodía. El tiempo devora los segundos. Poco más de media hora. Nada, si tenemos en cuenta lo que ha sido y es la vida de Pedro J., que en realidad ha sido y es la historia reciente del Periodismo en España.

Está inmerso en la promoción de Por decir la verdad, el segundo tomo de sus memorias, editado por Planeta. Narra sus vivencias desde el juicio del 11-M hasta su destitución como director de El Mundo. El título nos evoca a un proverbio machadiano: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés”. O a aquel otro: “¿Tú verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”.

¿Escribe sus memorias para no caer en el olvido?

No, no. No es algo que me preocupe. No me preocupa la posteridad, no me preocupa... Sí, la utilidad de la experiencia transmitida. El que los periodistas de tu generación y de las nuevas generaciones puedan conocer mis vivencias y mi manera de entender el periodismo. Yo creo que eso me parece más interesante. No quiero ninguna estatua en la plaza.

De alguna manera, entonces, si le preocupa sobrevivir al paso del tiempo. Por lo menos, su legado.

No, es decir, no sé... Nunca he tenido esa ansia de trascendencia, de posteridad. Soy muy, digamos, escéptico en cuanto al más allá.

El más allá no es otra vida, el más allá es el mañana, que está por escribir y se escribirá.

Sí, pero yo no creo que a Umbral le esté importando mucho lo que estemos diciendo ahora de él. Vamos, no sé, igual quizá las personas que creen que hay otra vida después de esta y todo eso puedan ver las cosas de manera distinta.

Por decir la verdad. ¿Está la verdad cada vez más desdibujada?

No, lo que ocurre es que el pluralismo se ha ensanchado tanto, el número de voces que aparecen en el escenario, en el tablero de la comunicación es tan amplio que a veces lo que debería ser un diálogo se convierte en un guirigay. Y hay un dicho anglosajón: “Cuando todo el mundo grita, nadie escucha”.

A veces existe ese riesgo, pero creo que el periodismo de calidad sigue abriéndose camino en medio de mensajes que tienen menos valor. Y sí que es preocupante cómo se ha devaluado la calidad dialéctica de la confrontación política. Es una de las derivadas de lo que podríamos llamar el infotainment, la mezcla de entretenimiento e información.

Entrevista con el director de El Español, Pedro J. Ramirez. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón.Alberto R. RoldánFotógrafos

¿Qué es un periódico en 2025? ¿Qué es un periodista en 2025? ¿Qué es un director de periódico en 2025?

Pues, en lo sustancial, lo mismo que en 1980, cuando yo empecé a ser director de periódico. Ha cambiado la tecnología, han cambiado muchos de los formatos, la cadencia con la que te comunicas con el público, pero lo esencial sigue siendo el control, la selección y la síntesis de la información. Cada vez hay más emisores de información y, por lo tanto, también cada vez resulta más complejo hacer ese control.

Lo que Peter Weiss decía que era el teatro documental: control, selección y síntesis. Yo hice mi tesis en la universidad de fin de carrera sobre eso, la relación entre la estructura del hecho dramático y la estructura del hecho informativo en el teatro documental. Y estamos en las mismas. Hay que ver cuáles son las historias que quieres contar y hay que contarlas de la manera que puedas captar mejor la atención del público.

¿Qué encaje tiene todo esto con las redes sociales?

Es un soporte más. Se pueden utilizar como vehículo para transmitir buena información, pero también para transmitir basura, bulos, mentiras. En la cuestión de las redes sociales hay algo que para mí es esencial y que nos ahorraría muchos debates y nos evitaría perder mucho tiempo en la confrontación. O en el diálogo entre el poder y la prensa. Hay que conseguir, entre todos, obligar a las grandes plataformas a que nadie pueda emitir un mensaje si no tiene una identidad registrada y sin que exista un compromiso automático de darle a un botón cada vez que un juez pida la identidad de quien ha emitido un mensaje que haya sido considerado delictivo, injurioso o calumnioso por otra persona.

Es decir, esa es la cuestión. Las fake news, los pseudomedios, la máquina del fango, son memeces articulados por Sánchez o por Trump o por Orbán. Todos los populistas terminan en los mismos tópicos. Aquí, la cuestión es que cada uno debe ser responsable de las informaciones y opiniones que emita.

¿En el periodismo actual la cantidad ha suplantado a la calidad?

La cantidad, claro, porque hay muchos más medios. También porque el mundo digital permite la transmisión automática de las noticias. Te permite ir transmitiendo una misma noticia varias veces, como si fuera el ciclo del nacimiento de una mariposa. Primero, tienes la larva, que es el breaking news; y luego, poco a poco, vas viendo cuál es el bicho que va saliendo de ahí y lo vas contando.

Pero, es cierto que ahora estamos empezando una nueva revolución tan profunda y tan disruptiva como la que supuso pasar del mundo analógico al mundo digital, que es la llegada de la inteligencia artificial. Y además agravada, por el bandazo que está dando Google, que parece que quiere convertirse en otra red social más.

El periodismo de carril se lo carga la inteligencia artificial. Se ha terminado

En todo caso, yo este verano aproveché para escribir una carta a la redacción de El Español en la que precisamente decía que tenemos que hacer un upgrading en general de lo que generamos los periodistas, lo que producimos, lo que publicamos. El periodismo de carril se lo carga la inteligencia artificial. Se ha terminado y el que no se quiera dar cuenta de esto está perdido. Ni los convenios colectivos, ni las leyes laborales, ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos van a impedir que algunas de las cosas que hasta ahora han venido haciendo los periodistas las haga la IA.

Entonces, ¿cuál es la solución? Dedicar todas las capacidades y todas las fuerzas a publicar menos, pero a publicar mejor. Hacer contenidos con más valor añadido. Esencialmente, por la vía de la investigación, del análisis, de la opinión, de la explicación, el reportaje. Las ruedas de prensa las va a cubrir la IA.

Bueno, no sabemos si la IA va a hacer la pregunta exacta que hay que hacer en una rueda de prensa.

Pues a lo mejor sí. Es decir, y esta es la pregunta que haría Garea…

La IA igual no tiene el termómetro de cómo está Garea, emocionalmente hablando.

Esto no va a ocurrir de la noche a la mañana, pero sí que va a haber progresivamente una sustitución de aquellas funciones en las que el ser humano hace menos la diferencia. Yo creo que los periodistas van a tener que esforzarse más, prepararse mejor, especializarse más, ser más autoexigentes. Porque la sociedad va a ver satisfechas necesidades.

Por ejemplo, esto que ha sido uno de los pilares del modelo de negocio de la prensa en estos momentos: el evergreen. Todos hablamos del evergreen. Las piezas de utilidad práctica, si tú te pones tipos de smoking o cómo quitar una mancha, o las mejores playas. Hasta ahora las dábamos los periódicos y ahora lo hace la IA. Eso va a significar una pérdida de audiencia de los medios.

Al final, conseguirá fidelizar a los lectores el medio que les ofrezca algo distinto, exclusivo. Es una regresión absoluta hacia un periodismo mucho más parecido al que se hacía en los años 80.

Le acabo de decir a un compañero, y estamos en línea, que el futuro de la prensa se va a parecer más al pasado de la prensa que al presente de la prensa. En algunas cosas. Lo mejor del periodismo que se hacía en el pasado será útil y necesario en el futuro. Pero para eso hay que escribir como se escribía antes.

Para eso hay que tener tiempo para leer como se leía antes, para tener la formación que se tenía antes. Ahora el problema es que estamos esclavizados con esos cacharros [los móviles].

La tecnología siempre es un arma de doble filo. Pero bueno, yo creo que nos hemos abierto camino en una situación tan complicada como fue la de la crisis de la primera década de este siglo. Creo que el buen periodismo prevalecerá.

En los dos tomos de memorias que publica, o bien la vida pública gravita alrededor de Pedro J. o Pedro J. gravita alrededor de la vida pública. Pero siempre está en el centro. ¿Sigue siendo igual a día de hoy?

Yo siempre he entendido el periodismo como una forma de vida que implica unos compromisos, unas obligaciones, unos deberes. Y eso significa tratar de proporcionar a la gente los elementos de juicio para que puedan tener una vida más rica como ciudadanos. Entonces, eso significa estar en relación con el poder y obtener los datos, procesarlos, transformarlos en análisis, en opiniones, en influencia, en informaciones, en noticias. Y yo creo que mi vida no ha cambiado para nada en 45 años. No sé, yo sigo siendo el mismo.

¿Y ha cambiado España?

Sí, claro. Muy para bien. Este medio siglo España se ha convertido en un país desarrollado económicamente, en una sociedad tolerante y abierta desde el punto de vista de su cultura. En un país plenamente secularizado, sin la dependencia que tenía de la religión católica. En un país con muchas más oportunidades, también con muchos problemas ahora, sobre todo para los jóvenes.

¿Pero en el último cuarto de siglo?

Quizá ha habido algunos elementos de regresión, pero en el último cuarto de siglo ha germinado Internet, en el último cuarto de siglo la tecnología ha seguido avanzando, la esperanza de vida ha subido, hemos tenido la pandemia y la hemos vencido. Yo no creo que estemos viviendo una regresión, aunque haya aspectos de la política que sí que generen nuevas preocupaciones.

A lo que voy, antaño la política vivía a expensas de lo que podía llevar a la mañana siguiente El Mundo en su portada. Y provocaba auténticos terremotos en la vida pública. Veíamos, incluso, cómo caían presidentes del gobierno con el paso del tiempo.

Bueno, yo no vi caer a ninguno hasta que transcurrieron al menos cinco años desde que les dimos motivos.

Los medios españoles estamos haciendo un muy buen trabajo en la investigación de lo que ya hay que llamar como el caso Sánchez

Ahora no parece que los medios de comunicación tengan la influencia que tenían antes.

Yo creo que sí, lo que pasa es que la ejercemos un poco entre todos, de manera más coral. Cada medio aporta un trozo de la historia, un ladrillo, pero la pared se va levantando. Yo creo que, en conjunto, los medios españoles estamos haciendo un muy buen trabajo en la investigación de lo que ya hay que llamar como el caso Sánchez.

En el libro se recrea mucho en su destitución como director de El Mundo.

(Risas). No creo que la palabra sea recrear, porque no fue nada recreativo, no fue nada divertido. No fue divertido.

Me refiero a que le dedica muchas páginas a la explicación, al detalle, a los pormenores. No sé si hay algo de ajuste de cuentas.

Yo cuento lo que ocurrió. Siempre hablo de lo que he vivido y doy mis opiniones, tanto si se trata de periodistas, como de políticos, como de personas o de banqueros. Yo estoy en paz con el que fue mi periódico.

¿Y con los hombres de negro, Galiano?

Bueno, los hombres de negro desaparecieron de mi vida ese día. La trayectoria de Galiano, como dices, está descrita en el libro.

Habla mucho también de la amistad con Zapatero.

Bueno, amistad. Yo no creo que utilice la palabra amistad.

¿Considera amigo suyo a Zapatero?

Es que yo no tengo muy claro qué es ser amigo de alguien o que alguien sea amigo tuyo.

Entrevista con el director de El Español, Pedro J. Ramirez. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón.Alberto R. RoldánFotógrafos

¿Pero considera que tiene amigos? Dentro del mundo de la política o del periodismo.

Pues no lo sé. Yo estaba pensando, por ejemplo, que para un riojano la palabra amistad significa algo distinto que para un sevillano.

¿Y qué significa para un riojano? ¿Es que esto va a ser la España confederal?

No, yo creo que tenemos a lo mejor un sentido más parco en la transmisión de los afectos. Pero, joder. No sé. Bueno, volvamos. No nos vamos a perder por las ramas. Vamos a ver. Yo con Zapatero he tenido y sigo teniendo una buena relación personal que, por mi parte, desde luego, ha generado aprecio personal. Por eso, primero me llevaría una sorpresa, me llevaría una decepción y lo sentiría de verdad si fuera cierto que ha estado actuando por móviles económicos, por razones materiales, en sus idas y venidas a Venezuela y con el régimen de Maduro. Ahora, si yo tuviera las pruebas de que eso es así, no vacilaría un momento en publicarlo.

Hay fotografías con Maduro. O sea, indicios.

Es un asunto que, como todo lo que tiene que ver con la presunta corrupción, el equipo de El Español está investigando a fondo. Hasta ahora, lo más lejos que se ha llegado en relación a eso es lo que dice Aldama. Y es inquietante, porque Aldama ha dicho unas cuantas cosas que parecían que no eran verdad o que alguien dudaba de que fueran verdad y ha terminado siendo verdad. Yo sentiría mucho que apareciera un móvil económico en la relación entre Zapatero y Venezuela.

¿Zapatero disfraza con su "gran talante" todo lo demás?

El Zapatero que sale en mi libro es el Zapatero que fue presidente del Gobierno, no el expresidente del Gobierno actual. Y yo lo que digo es que cuando él era presidente del Gobierno, su talante era genuino. Y es cuando, además, tenía mérito. Tú le decías: “Estás jugando al ajedrez con la muerte o estás metiendo la cabeza ingenuamente en un cocodrilo, o tienes la sonrisa del gato de Chesire y te vas a quedar siendo solo una sonrisa colgada en la oscuridad”, y cosas tan poco simpáticas o más antipáticas que esas. Y lo único que te decía es: “Pues no has sido del todo justo conmigo, o esto no es verdad, o esto es injusto”. Es decir, Zapatero es el único, el único, de los que ha estado en la Moncloa, que no ha condicionado su relación a lo que tú escribieras sobre él.

Quizá era una táctica para obtener la indulgencia de una crítica todavía mayor.

Bueno, podría ser. Él decía: “A Pedro J., hay que matarlo a besos”. Y oye, cuantos más gobernantes lo intenten, mejor. Porque ahí está lo que yo escribía, en todo caso. Mejor escribir con conocimiento de causa, claro.

Pero, por eso, la pregunta de la amistad es pertinente, porque en este caso me gusta el matiz.

Podríamos decir que yo me considero y he tenido siempre una relación más cercana, en lo personal, en la conexión más profunda en relación a la manera de ver las cosas, incluso de compartir vivencias personales, mucho más, con José María Aznar que con Zapatero. Sin embargo, la relación con el Aznar presidente fue muchísimo más difícil. Más llena de altibajos, tensiones y conflictos. Porque Aznar era mucho peor encajador que Zapatero.

No sé, yo no podría criticar de una manera descarnada a una persona con la que considero que tengo amistad. No sé si hay que ser un tanto amoral para hacer esas cosas.

Hay que tener, claro, el sentido de cuál es tu obligación y de cuál es tu destino. Los periodistas estamos condenados a anteponer la búsqueda y la transmisión de la verdad a cualquier otra consideración. Yo entiendo que el periodismo es la materialización de un derecho ajeno. Y, por lo tanto, para el periodista es un deber. Y si hay una lista de personas que se han beneficiado de una información privilegiada o están inmersos en una presunta irregularidad financiera, y en esa lista figura un familiar mío, yo voy a publicar la lista con el nombre de ese familiar incluido. Vamos, no lo voy a hacer, lo hice. (Larga pausa). Y eso ya pertenece al pasado. Pero, vamos a ver, yo no puedo hacer otra cosa.

Cuando tienes una noticia que es publicable y es verdadera: date por jodido

Le da un cariz casi mesiánico.

No, no, no. ¿Qué coño mesiánico? O sea, no es mesiánico. Es tener sentido de la obligación. Ah, o sea, que si tú dices: “Hombre, como este es amiguete, pues a este no lo pongo”.

Como si eso no se hiciera eso a día de hoy.

Bueno, pues si hay alguno que lo hace, ese no seré yo. Y, desde luego, no será en la redacción de El Español. Yo sabía que publicar lo de Alierta me iba a traer complicaciones, y lo publiqué. Yo sabía que publicar las cuatro horas con Bárcenas iba a, probablemente, generar la crisis que generó y que mi posición en El Mundo se iba a hacer muy complicada, pero lo publiqué.

Yo sé que el haber publicado el otro día el testimonio del fulano que iba a cobrar todos los meses a la oficina de la sauna y que le pagaba a la que hoy es la mujer del presidente... Yo sé que mucha gente va a pensar que no tenía que haber publicado eso y que algunos amigos, o que se sientan próximos, puedan decir. Pero es que cuando tú tienes una noticia que es relevante y que es verdadera, voy a decirlo, tú luego lo traduces a algo publicable: date por jodido.

Te digo, en todos esos casos, yo he pasado muchas horas de zozobra, de preocupación. Joder, voy a publicar esto y va a pasar esto y fulanito va a reaccionar así. O sea, yo no estoy flotando en el vacío, yo sé el mundo en el que vivo y sé las consecuencias que tienen las cosas. Pero, es que, hay una fatalidad. Ese aforismo que siempre me habrás oído repetir: “Cuando la fecha está en el arco, tiene que partir”. Y la flecha es la noticia y el arco es el periódico.

Un par de preguntas más. Voy muy rápido.

Sí, porque tengo a una persona en casa a comer.

Le dedica un capítulo a Umbral. ¿Ha desaparecido de los periódicos esa figura del intelectual literato?

Sobre todo, de la dimensión que tenía Umbral. Se le valora como el Umbral literario, pero como él mismo decía: “Elogian mi prosa para no afrontar mi pensamiento, para no tener que enfrentarse a las cosas que a través de mi prosa yo digo”.

¿Se tomaría un café con Felipe González y Mariano Rajoy?

Sí, sí, encantado. Con Mariano Rajoy coincidí el otro día en un vuelo de un avión que se retrasaba y tal. Él estaba en la fila de delante y yo estaba con Cruz en la fila de detrás. Estuvimos charlando ahí un rato.

Es decir, se reencontró con Rajoy.

Sí.

Bueno, ya le había visto otras veces… después de…

Vamos a ver. Yo con Rajoy no he tenido un enfrentamiento…

Hombre.

Lo tuvo él conmigo.

Le señala como uno de los grandes culpables de su destitución, que fue una gran humillación.

Pero lo cortés no quita lo valiente.

Es decir, que los dos ya se han dado [leña] mutuamente y las cuentas están saldadas.

No, no, no, no. Es que ni siquiera se ha abierto ese libro. Es decir, si yo me encuentro con Rajoy pues hablamos banalmente. Estuvimos ahí. Ya no me acuerdo. Eran cosas de los aviones, del turismo.

Vamos, que no le dijo: “¿Por qué me hizo esto?”

No, no.

Felipe dijo que usted es una de las tres personas con las que nunca jamás en la vida se iría a tomar un café.

¿Y quiénes eran las otras dos? (Risas).

No las dijo.

No, pues yo sí que me lo tomaría con él, sin ningún problema.

¿Va a haber un tercer tomo de memorias?

Supongo que sí.

¿Qué título le pondría?

Uffff. Todavía no han sucedido los acontecimientos.

O sea, que va a dejar antes el pádel que la dirección de El Español.

Yo espero… no sé. Yo espero no dejar el pádel nunca.

¿Tampoco la dirección de El Español?

No. La dirección de El Español sí. Yo voy a ser director de periódicos, si la fortuna me da la salud y la fortaleza para ello, cinco años más. Voy a ser director de periódico cincuenta años.

¿Y ya está, se acabó?

Se acabó no. Una cosa es ser director de periódicos y otra es ser periodista. Pensé, cuando me nombraron en Diario 16, que sería director durante un rato. Yo quería hacer muchas otras cosas, radio, televisión, reportajes, libros. Mmmm. Y, bueno, si a mí no me hubieran echado de Diario 16, yo no hubiera fundado El Mundo; si a mí no me hubieran echado de El Mundo, yo no hubiera fundado El Español.

Yo tenía en mi cabeza terminar… me quedaban un par de años más del último contrato como director de El Mundo, luego iba a pasar a una posición como editor para tutelar al siguiente director y tenía tres o cuatro proyectos de libros de historia que quería escribir. Ahora, lo que no estoy dispuesto, ni lo estuve entonces, cuando tenía treinta años, ni cuando tenía sesenta, es a que los demás decidan por mí. Y menos a que un gobernante que trata de tapar sus vergüenzas decida por mí.

¿Hubiera sido o sería feliz escribiendo en las páginas de Sociedad de un periódico?

Pero… ¿y por qué no en las de política?

Entrevista con el director de El Español, Pedro J. Ramirez. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón.Alberto R. RoldánFotógrafos