
Tomás Gómez
Puente, el hombre que amaba el golf
Al país le sobran energúmenos. Pero el auténtico problema de España es que tiene al frente a un administrador concursal que está liquidando el Estado

Nada es normal en nuestro país. Después de una primavera lluviosa y unos meses de junio y julio de temperaturas elevadas, no hay que ser un experto para prever que el riesgo de incendios iba a ser elevado en verano, por la cantidad de vegetación y rastrojos que se iban a generar y que servirían de pasto para el fuego.
No es el único factor, la España vaciada y las temperaturas, cada año más elevadas, hacen el resto. Los incendios generados de manera intencionada son un número muy pequeño, no alcanza a uno de cada diez.
Sin embargo, la administración no aprende de las experiencias anteriores y sigue sin tomar las medidas de prevención y los recursos suficientes para la extinción.
España no es el único que sufre el azote del fuego. Portugal, Francia o Grecia han aumentado considerablemente el número de ellos, pero aquí se utiliza de manera partidista.
Seis comunidades autónomas sufren en estos días incendios devastadores, por lo que parece razonable pensar que es un problema nacional.
Sin embargo, el Gobierno central vuelve a no querer asumir responsabilidad alguna. El Ministerio del Interior ha declarado la fase de preemergencia, lo que supone que no va a intervenir.
No es nuevo, ya lo hizo con la DANA valenciana, a pesar de los centenares de muertes que se registraron. Los incendios ya se han cobrado dos vidas y miles de personas han tenido que ser evacuadas y la única actividad gubernamental perceptible ha sido la del ministro Óscar Puente, intentando sacar rédito político de la tragedia.
Al país le sobran energúmenos y malos modos y le falta un gobierno que lidere las emergencias nacionales. Pero, el problema de fondo no es el lenguaje tabernario del ministro ni siquiera su osadía cuando olvida que en plena crisis ferroviaria él se dedicaba a jugar al golf plácidamente con el que hoy es gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, en aquel momento ministro. Eso sencillamente es el resultado de poner a incapaces al frente de un país.
El auténtico problema que tiene España es que ha dejado de tener un gobierno para tener al frente a un administrador concursal que está realizando la liquidación del Estado.
Sin presupuestos, sin capacidad para aprobar leyes y absteniéndose de asumir su responsabilidad en momentos como estos, su única función parece ser rebanar los pilares del Estado para entregárselo a independentistas, nacionalistas y demás chantajistas.
Puente debería hacérselo mirar, pero Sánchez debería estar preparado para la contestación que le dará la sociedad española en las urnas.
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