Barcelona

Puigdemont: «Ni me rindo ni tiro la toalla»

El ex president traslada a su círculo en Bruselas que mantendrá el pulso ante ERC. Cree que la filtración de los mensajes le beneficia porque queda «como una víctima».

La máscara con el rostro de Puigdemont, izada durante una protesta en Barcelona el pasado 30 de enero
La máscara con el rostro de Puigdemont, izada durante una protesta en Barcelona el pasado 30 de enerolarazon

El ex president traslada a su círculo en Bruselas que mantendrá el pulso ante ERC. Cree que la filtración de los mensajes le beneficia porque queda «como una víctima».

Ni rendición, ni sumisión. Lejos de amilanarse, Carles Puigdemont ha hecho llegar a su entorno más cercano que no piensa dar su brazo a torcer: «Ni me rindo, ni tiro la toalla». Esta es la rotunda frase que trasladó a sus dos escuderos, Elsa Artadi y Eduard Pujol, tras la difusión de sus famosos mensajes de móvil a Toni Comín. Frente a la interpretación de que esto le coloca en una situación de debilidad, el prófugo y sus leales opinan justamente lo contrario. Según ellos, la filtración favorece al prófugo y deja en precario al ex conseller republicano. «El president queda como una víctima y Comín como un traidor», asegura un miembro de la corte de Bruselas. Tal situación revela las enormes tensiones entre los diputados de Junts x Cataluña fieles a Puigdemont y Esquerra Republicana, que tiene noqueado al bloque independentista. En busca de una fórmula de investidura que les permita salvar la cara, la desconfianza crece por momentos, reconocen dirigentes de ambas formaciones.

En medio del sepulcral silencio sobre la mansión alquilada en Waterloo, el fugitivo sigue jugando al despiste y su entorno ni confirma ni desmiente su estancia en la ciudad de retiro bonapartista. En su última reunión con Artadi y Pujol les recordó una conocida frase de Napoleón: «La palabra imposible sólo está en el diccionario de los necios». Con ello quiso decir que su investidura sí es posible y que se considera el único presidente legítimo de Cataluña. Es además una clara advertencia a un sector del PDECaT, y sobre todo a ERC, de que no aceptará otras fórmulas alternativas. Aunque nadie da pistas sobre su paradero, Puigdemont fue visto los últimos días entre los hoteles Chambord y Husa Park, en el centro de Bruselas. La inmobiliaria Inmo Dussart, que gestiona el lujoso chalet, y el entorno de Puigdemont guardan un hermetismo absoluto.

Las versiones que circulan son diversas. Algunas fuentes apuntan que Puigdemont planea el traslado de su mujer y sus dos hijas a la mansión de Waterloo, lo que justifica el lujoso alquiler. De momento, Marcela Topor se ha dejado ver en la pasarela de moda 080 en Barcelona, junto a Carme Forcadell, y adquirió algunos vestidos de la firma Little Creative Factory experta en diseño infantil. Las dos niñas, Magali y María, de diez y ocho años, siguen escolarizadas en el colegio público de San Juliá de Ramis, cerca de la casa familiar de los Puigdemont en Gerona, hasta finalizar el presente curso. Otros medios dicen que la vivienda de Waterloo podría albergar a los compañeros del fugitivo en Bruselas y costearla entre todos. Pero Clara Ponsatí vive en casa de unos amigos en la capital belga y Meritxell Serret se ha mudado del Husa Park a otro hotel más económico. Su propietario, el ex presidente del FC Barca Joan Gaspart, añade más confusión al decir que Puigemont ha frecuentado su hotel pero sin pernoctar en él.

Los dardos entre JxCat y ERC caldean el ambiente. Entre los republicanos la posible vivienda de Puigdemont en Waterloo, frente a la prisión de Estremera dónde permanece su abatido Oriol Junqueras, ha levantado ampollas y califican a los escuderos del prófugo como «hoolligans» por su radical defensa de la investidura única. Por su parte, en la corte de Bruselas tildan a la número dos de ERC Marta Rovira,y sobre todo a Toni Comín, de auténticos «traidores al procés». Rovira ya ha avisado que su partido solo apoyará la elección de Puigdemont si no conlleva riesgos penales, algo muy difícil dado el horizonte judicial que puede inhabilitarle. En Esquerra sospechan que el fugitivo y su entorno están forzando nuevas elecciones antes de que esto ocurra, algo que suena con fuerza en JxCat. Con Junqueras en la cárcel y ERC descabezada, piensan que los resultados favorecen a un Puigdemont en su papel de víctima en el exilio represaliado por la España opresora.

Según estas fuentes, es la tesis que baraja Puigdemont si rechaza la última receta que circula en el bloque independentista: la votación de una investidura simbólica en el Parlament como presidente legítimo, aunque luego fuera anulada por el TC, y la posterior elección de un candidato alternativo libre de procesos judiciales. Es lo que algunos llaman «la fórmula de la Coca-Cola light» y que pretendían imponer antes de que Torrent suspendiera el pleno. Los ánimos se han vuelto a crispar cuando la CUP hizo público el acuerdo de aprobar la república y abrir un proceso constituyente, tal como sucedió el 9-N ante la investidura fallida de Mas. La resolución fue después anulada por el TC y provocó la imputación de Forcadell.

En medio de este lío colosal, y mientras Puigdemont sigue con el culebrón de su residencia, lo único que confirman en su entorno es su rocosidad. «El president está fuerte», insisten. Sigue con su inseparable amigo José María Matamala, quien pagó la fianza del lujoso chalet en Waterloo y al parecer es amigo del anterior inquilino, un empresario árabe. Habla todos los días con su mujer Marcela y sus dos hijas, a través de una red social, así como con sus padres que regentan la confitería familiar de Gerona. Nieto, hijo y hermano de pasteleros, «El Puchi», como siempre era conocido, mantiene su ambigüedad y carácter complicado. Nadie aclara quién costea su lujosa vida en Bélgica desde que se fugó, pero algunos apuntan a su amistad con un magnate ruso del acero y un millonario nacionalista flamenco que le prestó otra lujosa mansión en las afueras de Bruselas. Según su círculo de amigos, muy escaso, pretende confundir, desafiar al Estado y mantener el pulso en una actitud «casi oscurantista».

Instalado en un destierro de lujo, el fugitivo errante Puigdemont sostiene ante los suyos otra frase de Napoleón: «Con coraje hasta el final». El suyo va camino de ser como el del emperador destronado.