La investidura de Sánchez

Pulso para una investidura fallida

El PSOE busca dejar en evidencia a Podemos y le responde con «propuestas» a su exigencia de «sillones» en Moncloa. Los socialistas no se mueven del gobierno «monocolor» y los morados siguen enrocados en su integración en el Gabinete.

Pedro Sánchez recibiendo a Pablo Iglesias en el Palacio de la Moncloa / Efe
Pedro Sánchez recibiendo a Pablo Iglesias en el Palacio de la Moncloa / Efelarazon

El PSOE busca dejar en evidencia a Podemos y le responde con «propuestas» a su exigencia de «sillones» en Moncloa. Los socialistas no se mueven del gobierno «monocolor» y los morados siguen enrocados en su integración en el Gabinete.

Pedro Sánchez parece pilotar su investidura deliberadamente hacia el fracaso. A dos semanas de la primera votación, el candidato socialista está más enfocado en consolidar una coartada para el reparto de responsabilidades ante una eventual repetición electoral, que en la búsqueda de apoyos reales que le permitan sortear las urnas. En un nuevo capítulo de la serie de negociaciones sin éxito en las que PSOE y Podemos se encuentran inmersos, los socialistas aprobaron ayer un documento en la Permanente de su Ejecutiva en el que ofrecían a los morados una «propuesta concreta», el «paso definitivo» para alcanzar su voto favorable el día 25 de julio. Nada más lejos de la realidad. Tras cuatro reuniones tan fallidas como se antoja la investidura, Sánchez se sentará hoy ante Pablo Iglesias para reiterarle la misma oferta que este ha rechazado sistemáticamente hasta ahora: un gobierno «monocolor» socialista con independientes de reconocido prestigio, que los morados podrán proponer, bajo la hoja de ruta del programa electoral con el que el PSOE concurrió a los comicios del 28 de abril.

El líder socialista no busca, por tanto, granjearse el apoyo de su homólogo morado, sino dejarle en evidencia. Quitarle la careta. Sánchez responderá con «programa» y «políticas» a la pretensión de Iglesias de «sillones» en el Consejo de Ministros. Desde Ferraz volvieron ayer a negar la coalición, apostando por una «cooperación» en tres ámbitos (parlamentario, programático e institucional) que incluye una Comisión de Seguimiento de los Acuerdos, así como la posibilidad de que Iglesias sugiera ministras o ministros independientes y de reconocido prestigio como existen en el Ejecutivo actual y que en el futuro tendrán más peso. No hay cambios respecto a la negativa a integrar a los morados en el Gabinete, porque «hay cuestiones sobre las que no hay acuerdo para un gobierno conjunto, como el encaje de Cataluña en España», se excusó ayer Cristina Narbona en una rueda de prensa en Ferraz. Los socialistas se parapetan en que Podemos no apoyó la suspensión como diputados de los políticos presos en la Mesa del Congreso, como ejemplo de sus estrategias divergentes en esta cuestión.

Y es precisamente Cataluña, el escollo que identifican en Ferraz para pactar con Podemos, el gran olvidado en los asuntos que los socialistas les proponen abordar a los morados en su documento negociador. Se refieren en exclusiva a cinco apartados en los que la coincidencia con los de Iglesias es casi total y a los que tendrán muy difícil negarse. En caso de hacerlo, Sánchez podrá decir que Iglesias antepuso los «sillones» en Moncloa a una acción conjunta por el empleo digno y las pensiones, la lucha contra la desigualdad, la emergencia climática y la transición ecológica, la digitalización y la España de las autonomías.

Por su parte, los morados interpretan el último movimiento del PSOE dentro de su estrategia de negociación cero que mantienen desde que hace tres meses ganaran las elecciones. Para ellos, la propuesta de la Ejecutiva socialista aleja más que acerca a Podemos a un pacto de investidura que lleve al presidente interino de nuevo a La Moncloa, y además critican las formas al haberse enterado por los medios de la existencia del documento y no por parte del PSOE. Iglesias había llegado a plantearse revisar en septiembre su exigencia de un gobierno de coalición, en caso de que fracasase la investidura en un primer intento en julio, pero no están dispuestos a dar un apoyo gratis en la segunda votación del próximo día 25 y dentro de la formación comienzan a surgir las voces que advierten de que si no se explora la vía de la coalición, el apoyo de Unidas Podemos no está asegurado. En una entrevista en Telecinco criticó que la propuesta socialista es «un paso atrás respecto al acuerdo de Presupuestos» y afeó la manera de negociar del PSOE: «Habla como si tuviera la mayoría absoluta y no la tiene».

En cuanto a la negociación, en la sede morada aún hay atisbos de optimismo respecto a las conversaciones que se encararán hoy en la que será la quinta reunión con el PSOE en el Congreso y asumen con calma los tiempos que marca Ferraz, conscientes de que solo han logrado atar el apoyo del Partido Regionalista de Cantabria (PRC). De hecho, el propio Pablo Iglesias insistía ayer en que «lo mejor es hacer los deberes» en julio y no dejar la investidura para septiembre, «como los buenos estudiantes», y no llegar a esa sesión solo con el apoyo del diputado cántabro.

Dentro de la formación hacen el ejercicio contrario al PSOE y descargan toda la responsabilidad del bloqueo en Sánchez, pues consideran que ellos ya han cedido en sus pretensiones. Critican que ahora el PSOE les diga que «hay que negociar con el papel delante» puesto que ellos lo llevan exigiendo desde el 28-A. Por su parte, el Gobierno sigue demandando al líder morado «que se mueva». Ayer Iglesias lo ponía en valor: «No hemos hecho otra cosa que flexibilizar nuestra postura», enfatizaba sobre el cambio de postura de su partido respecto a Cataluña. La dirección de Podemos se compromete a renunciar a la defensa de los referéndum de autodeterminación.

Hoy, Iglesias le transmitirá a Sánchez que su partido no contempla moverse respecto a su posición de entrar en un gobierno de coalición. Insistirán en un acuerdo «integral de gobierno» que implica «negociar programas y negociar también las garantías de cumplimiento de esos programas». En la formación creen que la «cooperación» de la que los socialistas hablan en el ámbito parlamentario, programático e institucional, no es suficiente para arrancar el sí de los morados a día de hoy y recuerdan que deben estar en el Gobierno para asegurar las políticas progresistas, poniendo como ejemplo el acuerdo de los Presupuestos.