Estrategia

Sánchez aprovecha las diferencias con Podemos para centrar su posición

El PSOE acusa a su socio de «equivocar al enemigo» y asume que mantendrá el nivel de ruido hasta las elecciones

Pedro Sánchez en un acto de partido en Huelva
Pedro Sánchez en un acto de partido en HuelvaPSOE

El Gobierno de coalición ha cruzado el Rubicón. Acostumbrados a cabalgar contradicciones y discrepancias durante sus tres años de convivencia, la toma en consideración de la ley del «solo sí es sí» ha supuesto un punto de inflexión en la relación entre PSOE y Unidas Podemos. Así lo reconocen todas las fuentes consultadas, que ponen el acento en el salto cualitativo que han supuesto las «formas» del pasado martes en el Congreso de los Diputados. «Discrepancias de fondo han existido siempre, pero nunca se había llegado al insulto. Este tono y este clima hubieran sido insoportables durante toda la legislatura», reconocen los socialistas.

Las citadas fuentes asumen que sus socios «no van a parar» y que, a medida que se acerque la cita con las urnas, el grado de confrontación se irá acentuando.

Esta estrategia de exacerbar las diferencias impulsada por los morados se percibe como una oportunidad por parte de Sánchez, en lugar de como una amenaza. Los socialistas creen que marcar distancias con sus socios, más si cabe en un asunto tan espinoso como el de la ley del «solo sí es sí», les interesa de cara a los próximos procesos electorales. En primer término, porque consideran que les permite marcar un perfil más moderado y orientado al centro. Les brinda la oportunidad de presentarse ante los votantes como ese partido mayoritario con «bagaje», que da «certidumbre» y que está dispuesto a asumir la «responsabilidad» de corregir el «error» derivado de las rebajas de penas a agresores sexuales. En contraposición, dibujan a Podemos como una fuerza minoritaria más escorada a posiciones extremistas que ha forzado el choque.

En este punto, los socialistas creen que, pese a la fractura que se ha generado con sus socios dentro y fuera de la coalición, han ganado la «batalla de la opinión pública», porque la sociedad demandaba una solución a estos «efectos indeseados» de la norma estrella de Igualdad. Una solución que ellos han dado, de la mano del PP y otros partidos como Ciudadanos y el PNV. «No nos va mal», señalan en el PSOE. La toma en consideración de la reforma de la ley del «solo sí es sí» se aprobó por una «mayoría abrumadora del Poder Legislativo. Eso es ‘‘la gente’’, como ellos dicen, ¿no?», señalan con sarcasmo. En Moncloa creen que los morados salen «retratados» de este trámite parlamentario, mientras que el PSOE no sufre apenas desgaste, porque tiene asegurado que la iniciativa saldrá adelante. «No vamos a ceder», zanjan.

En paralelo a esta visión estratégica, en la parte socialista son conscientes de que el excesivo ruido es contraproducente para la movilización del electorado progresista que necesitan para ganar las elecciones o, al menos, llegar a sumar en diciembre. La vocación de Pedro Sánchez es presentar la coalición como una apuesta exitosa de Gobierno y el conflicto constante hace mella en este propósito. El presidente no va a romper la coalición, pese a que le alienten en esta dirección desde varios niveles del partido. Desde su entorno apuntan que siente la «responsabilidad» de que la primera experiencia de un gobierno de coalición de la democracia no tenga un «final abrupto» antes de agotar la legislatura. Por ello, Sánchez llamó a los suyos a rebajar el tono con sus socios, aunque, tras lo encendido del debate en el Congreso, «esa noche se dio un toque», aseguran las fuentes consultadas. La consigna fue: «Vamos a tranquilizarnos. Esto nos hace daño a todos».

El bálsamo llegó este viernes con el anuncio del pacto de las pensiones. El Gobierno intenta con este acuerdo dar carpetazo a la crisis provocada por la ley del «solo sí es sí» y seguir adelante, proyectando imagen de continuidad y de viabilidad ejecutiva. Pasar pantalla y demostrar «estabilidad». «Solo ha habido este punto de fricción –con Podemos– y no habrá más», anticipa un ministro, intentando restar trascendencia al choque que más ha elevado la tensión entre ambos socios. Los planes inmediatos de Moncloa pasan ahora por acelerar la agenda legislativa, con el foco en la Ley de Vivienda y la «mordaza» en la recámara, para trasladar una sensación de proactividad gubernamental y sintonía dentro del Consejo de Ministros.

«Cuestión de madurez política»

En la parte socialista llaman a los morados a «dejar de poner el foco en nosotros mismos» y «pensar en las elecciones», sobre todo en el día después. «Hay que salir de este bucle autodestructivo», resuelven. El diagnóstico es claro: el ruido interno en la coalición acaba por opacar la gestión gubernamental, al menos de cara a la opinión pública, y da munición al PP y a Vox para seguir ahondando en el desgaste del Ejecutivo. «Para transformar hay que gobernar» es más que un eslogan de partido. Los socialistas afean a sus socios que «los postulados de máximos» no servirán de nada, si no mantienen el poder después de las elecciones. «No puedes arriesgarte a que toda tu legislación quede en humo por quedarte en una trinchera ideológica», señalan, en alusión a que un futuro gobierno de Alberto Núñez Feijóo, tal como él mismo ha anticipado, derogará el grueso del cuerpo legislativo aprobado por el Gobierno en esta legislatura. En este sentido, la campaña que el PSOE comenzó a desplegar desde ayer mismo se basa precisamente en reivindicar acción ejecutiva y confrontar su modelo con el de una mayoría de derechas.

«Se equivocan de enemigo. Fija el blanco en el enemigo de verdad, porque disparando contra el PSOE no vas a ayudar a tus leyes», interpelan a Podemos. En la dirección socialista ven a sus socios «despistados». «Es una cuestión de madurez política», critican. En este punto, inciden en que las posibilidades de acuerdo sobre el «solo sí es sí» son nulas y llaman, con insistencia, a que los morados hagan pública su propuesta. Hace semanas que los socialistas optaron por trasladar la negociación al Congreso, mientras que sus socios presionaban para mantener la bilateralidad del Consejo de Ministros. «No nos vamos a sentar en una mesa para seguir hablando de lo mismo», señalan fuentes socialistas, que ven agotada esa vía de diálogo. «Están atrapadas en un callejón sin salida», zanjan, apuntando que han llevado tan lejos el desafío por la ley del «solo sí es sí» que se han quedado sin margen para resituarse. Más, después del debate del martes en el Congreso de los Diputados.