Ainhoa Martínez
Sánchez fía La Moncloa a los indecisos
El PSOE considera que la debacle de Cs y el «pinchazo» de Errejón servirán para apuntalar su victoria y mejorar los resultados del 28-A. El PP busca recuperar tres millones de votos perdidos que le den un empate
Cada vez son más los votantes que deciden su voto a última hora, por ello la semana que resta de campaña –con hitos como el debate electoral o los posibles disturbios que se produzcan en Cataluña a cuenta de la visita de los Reyes y la jornada de reflexión– será clave para marcar el sentido final de los resultados que arrojen las urnas. Siete días para convencer al 32,2% de indecisos, que en su día identificó el CIS, que irán a votar aunque no sepan todavía a quién. Una semana para persuadir a dos millones de potenciales electores. El grueso de ese electorado dubitativo se ubica en el centro derecha y optó el pasado 28 de abril mayoritariamente por Ciudadanos, por lo que este nicho se ha convertido en la pieza de caza a batir en el sprint decisivo. A ello obedecen giros estratégicos como que Pablo Casado haya moderado su discurso y Pedro Sánchez lo haya endurecido en asuntos como la encrucijada catalana. Sin embargo, en esta pugna el líder socialista tiene las de perder porque, tal como señalara el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, el PSOE solo recogería el 10% de esta fuga, mientras que el 26,2% afirma que optaría por el PP. Cabe contextualizar, no obstante, que esta encuesta se realizó antes de la sentencia del «procés», elemento movilizador a izquierda y derecha.
En el PSOE se felicitan de haber activado en los últimos días a un electorado durmiente. Fuentes de la dirección socialista aseguran que su bolsa de indecisos se está reduciendo y que su reto de cara a esta semana decisiva es movilizar a aquellos de sus votantes que todavía dudan y, especialmente, a los de Unidas Podemos. De ahí que Sánchez saliera el primer día de campaña a negar la gran coalición para dejar sin argumentos a Pablo Iglesias y ayer atizara con fuerza al PP, acusándole de connivencia con la «ultraderecha» de Vox. En Ferraz dicen estar sumando principalmente a nuevos votantes morados y naranjas, pero también sacándolos de la abstención, y se vanaglorian de ser la única formación capaz de pescar en todos los caladeros electorales y de tener la mayor fidelidad de voto. «Nuestro votante no se ha ido», presumen.
El Comité Electoral del PSOE da crédito al ascenso de Vox que reflejan las encuestas y que les colocaría como tercera fuerza, una pujanza que obedece a la caída de Podemos y de Ciudadanos. Creen, sin embargo, que un buen dato de participación lastraría las opciones de Santiago Abascal, porque ya lograron su máximo de movilización el 28-A. En Ferraz consideran que la debacle de Rivera y el «pinchazo» de Íñigo Errejón apuntalarán su victoria y mejorar los resultados de abril. En esa empresa se afanan los socialistas, que se están volcando en las provincias con los restos en juego, esto es, las dos Castillas, Extremadura y Aragón, donde pueden arañar votos a un PP que ven «parado y cayendo».
Sin embargo, los populares notan a su electorado más movilizado. Los de Casado apuestan por un empate técnico con el PSOE y están convencidos de que a eso «se puede llegar» si se centran en donde más voto se perdió para volver a recuperarlo. El objetivo es llegar a movilizar a unos tres millones de votantes indecisos con el fin de atraerlos al PP. La bajada de un 32% del voto por correo es indicativo, porque la abstención suele afectar más a los partidos de centro. El principal damnificado sería Ciudadanos. Los naranjas son quienes menos electores retendrían respecto al 28 de abril según todas las encuestas que les auguran una debacle de grandes dimensiones. Sin embargo, la gestión de las expectativas puede acabar favoreciéndoles en la noche electoral, porque aseguran que sus trackings internos les dan mejores resultados y que se mantendrían en una tercera posición, casi empatados con la cuarta. En Vox la campaña es diferente a la de Cs y PP. Ellos imprimen su estilo propio y son los únicos que han conseguido despertar el entusiasmo en su votante, que está plenamente movilizado. Los disturbios en Cataluña han servido para polarizar la campaña y con su discurso más radical, atraer a votantes del centro derecha que exigen más contundencia. La próxima semana será clave para testar si se materializan las encuestas que les sitúan incluso terceros, informa C. S. Macías.
Por la izquierda, el panorama no es más alentador. El objetivo de Iglesias no es mejorar, sino afianzar el suelo electoral que consiguió el 28-A. Intentar no perder ese 14% de los votos, es decir no bajar de los 40 diputados es la guía clave. Creen que, a día de hoy, ese grueso del electorado continúa movilizado y prevén que la caída de Ciudadanos en votos les permita recuperar la tercera fuerza de 2016. Esta posición les beneficiaría en el reparto de los restos. Situarse entre los cuatro y cinco millones de votos es el objetivo en estos días y los morados resuelven bien en el sprint final, ya que en la pasada campaña lograron recuperar cerca de un millón de votos en la última semana. Por su parte, Más País vive del voto descontento del PSOE y Podemos por no haber llegado a un acuerdo. Superar la barrera del 4% es el objetivo y los de Errejón están convencidos de que podrán arrastrar hasta dos millones de votos. La irrupción de la nueva marca llamada a superar el bloqueo puede, sin embargo, acabar lastrando al bloque de izquierda y contribuyendo a lo que vino a combatir, informa R. Esteban.
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