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Gobierno de España

Sánchez, más cerca del cara a cara

Sus asesores le «recomiendan» que acepte el debate con Casado, aunque la última palabra la tendrá el presidente. Creen que le serviría para afianzar la distancia ideológica y electoral.

Preparación de un plató en el que se celebró un debate electoral de los principales partidos políticos / Foto: Luis Díaz
Preparación de un plató en el que se celebró un debate electoral de los principales partidos políticos / Foto: Luis Díazlarazon

Sus asesores le «recomiendan» que acepte el debate con Casado, aunque la última palabra la tendrá el presidente. Creen que le serviría para afianzar la distancia ideológica y electoral.

El PSOE desvelará a lo largo de esta semana las cuestiones logísticas de la caravana y de la campaña electoral para el 28 de abril. Dada la intensidad e hiperactividad de una precampaña en la que el presidente del Gobierno se ha volcado de lleno –prácticamente a mitin diario– la principal innovación que aportarán las dos semanas finales hasta las elecciones será la oportunidad de ver una confrontación directa entre los candidatos, más allá de los discursos y actos aislados de cada uno de ellos. En Moncloa y en Ferraz han querido dotar de una cierta entidad a estos debates y especialmente al cara a cara con Pablo Casado, sobre el que se mantiene un hermetismo total. El líder del PP ha aceptado varias propuestas de varios medios que, hasta ahora, han contado con la callada por respuesta del equipo del presidente del Gobierno. Se mantiene la incógnita sobre una cuestión que, en todo caso, es potestad exclusiva del propio Sánchez, aunque desde su entorno, sus asesores, le «recomiendan» que lo acepte. Consideran, según ha podido saber LA RAZÓN, que contraponer directamente sus ideas con las de Casado servirá para afianzar la distancia que les separa. No solo ideológica, también electoral. La brecha entre PP y PSOE es abultada, según los números que maneja Moncloa, y consideran que un formato como el «cara a cara» en la última semana de campaña contribuiría a afianzarla.

El debate le serviría a Sánchez para ponerse el traje de presidente y que la sociedad le perciba como tal. Para trasladar la ilusión de la reelección. No hay que menospreciar la capacidad de formar opinión que puede tener un formato de estas características en los días clave en los que un porcentaje importante del volumen de indecisos decide su voto.

En la retina de todos persiste aquel «usted no es decente» que el hoy presidente le dedicó a Mariano Rajoy en 2015. Una apreciación que unos demonizan y otros alaban, por considerarla la responsable de haber evitado el «sorpasso» de Podemos al PSOE en aquellos comicios. Pero no todo son ventajas, exponerse de este modo ante los españoles también puede resultar peligroso, más cuando el PSOE ha optado por una campaña de «riesgo cero» en la que se prioriza no cometer errores, sobre registrar aciertos.

A una contingencia negativa en los coletazos finales de la campaña se une otro factor. Si Sánchez asume el rol presidencial frente a Casado, le estará concediendo a éste el de alternativa en plena pugna por el liderazgo de la derecha entre Partido Popular, Ciudadanos y Vox. Una concesión que no se quiere hacer a la ligera y a esto responde la dilación que le está imprimiendo a los tiempos el comité de campaña del PSOE para hacer pública su decisión de aceptar el debate. En cuanto al formato a cinco no hay dudas. En Ferraz entienden que la presencia de Vox y la posibilidad de asimilar a las tres derechas por su discurso es una baza que deben jugar en clave electoral. No hay tanta claridad con el cara a cara. Aunque se reconoce que no «descartan ningún formato», se rehúye el debate a dos.

Primero se argumentó que en plena pugna entre PP y Ciudadanos debían ser sus candidatos quienes se pusieran de acuerdo en quién de los dos era el líder de la oposición. Superado este argumento pueril que obvia que Casado tiene en la actualidad más escaños que el propio Sánchez, se cambió de tercio, asegurando que los populares no iban a marcar la estrategia ni los tiempos del PSOE. Ven en esto, la oportunidad de explotar lo que consideran una «debilidad» del PP y no son proclives a apaciguar la «desesperación» de un Casado que quiere presentarse como el líder «de una coalición a tres» y que pide a Vox que no se presente a las elecciones.

A pesar de asesorarle que acepte el cara a cara, en Ferraz ya tienen preparado el argumentario para rechazarlo. El jefe de campaña del PSOE, José Luis Ábalos, recuerda como José María Aznar rechazó en 1996 (con Felipe González) y en 2000 (con Joaquín Almunia) medirse en un cara a cara. También lo hizo Mariano Rajoy en 2004 (con José Luis Rodríguez Zapatero) y 2016 con el propio Pedro Sánchez. Entonces, Rajoy apoyó su negativa en que la nueva irrupción de partidos, había cambiado el escenario político. Ahora la fragmentación se anticipa todavía mayor.

En la dirección popular han reservado los dos martes de campaña electoral para los debates. El cara a cara con Sánchez y el debate a cinco que organiza Atresmedia. Son días con agenda vacía para el candidato, en previsión sobre cómo pueda acabar la negociación. Pero en el PP trabajan con la hipótesis principal de que Moncloa vetará el cara a cara de Sánchez con Casado por «miedo» a las consecuencias de ese duelo dialéctico. Los estrategas electorales del Partido Popular sostienen que Sánchez evitará el enfrentamiento con el líder de la oposición porque «sabe que no tiene nada que ganar». El perfil de la campaña socialista confirma, a su juicio, que «todo está diseñado para la operación propaganda, y ahí no tiene encaje ningún elemento de discusión en el que Sánchez arriesgue».