Mundial de clubes

Tomás Gómez
Frente a la posibilidad de que se conociesen nuevas informaciones sobre los casos de corrupción, Pedro Sánchez anuló todos los actos de su agenda este pasado jueves.
En este momento, la máxima preocupación en Moncloa es que, en algún audio, se involucre directamente al presidente.
Sánchez no está dispuesto a tomar ninguna medida política, ni convocatoria de elecciones, ni cuestión de confianza, ni muchos menos dimitir.
En la rueda de prensa que ofreció este pasado lunes no se esforzó en esgrimir argumentos que justificasen su negativa, sencillamente apeló a su interpretación del sistema democrático, no convoca porque cree que ganaría la derecha. Por extensión, hay que entender que sí convocaría si creyera que las encuestas de José Félix Tezanos son reales.
Su estrategia consiste en ganar tiempo, de manera que se enfríe el estado de ánimo de la opinión pública y de sus aliados parlamentarios, a los que intentará retener a cambio de concesiones y, paralelamente, realizar la reforma judicial que ya ha propuesto el Ejecutivo y que le otorgaría un mayor control de los procesos judiciales.
Presionar al fiscal general del Estado para que no dimita va en la misma línea defensiva. Sánchez cruza los dedos para que haya una sentencia absolutoria antes de septiembre, con lo que se habría creado el precedente político de que una imputación, e incluso un procesamiento, no exige necesariamente la dimisión de un cargo de nivel institucional. Todo preparado por si le llegase a tocar a él.
Pero la investigación del ´"caso Cerdán" tiene pinta de que va a abrir numerosas informaciones y, está claro, que José Luis Ábalos, Koldo García y el propio Santos Cerdán no están por la tarea de que Sánchez se vaya de rositas.
Tiene toda la intención que durante el registro de la casa de Ábalos, del que había sido informado a primera hora por la propia Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, se requisase un disco duro que intentó torpemente sacar del domicilio la persona que acompañaba a Ábalos.
La pregunta que se formulan todos los medios de comunicación ahora es si ahí hay grabaciones que impliquen a Sánchez, a su esposa o a otros miembros del Gobierno.
Por mucho que se empeñe Sánchez, ha llegado el final de su tiempo político porque de este embrollo de corrupciones, prostitutas y constructoras no puede salir bien.
Lo que ha dejado claro es que está dispuesto a destruir el país y al PSOE para minimizar daños.
Los militantes socialistas deben decidir entre intentar salvar a Sánchez o salvar al PSOE, porque las dos cosas es imposible.
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