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Santamaría no irá al Consejo de Estado

Santamaría no irá al Consejo de Estado
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En el partido el «sorayismo» ha quedado neutralizado desde que se celebró el Congreso del PP

El adiós a la política de la ex vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría es definitivo. No tiene vuelta atrás le vaya como le vaya al nuevo presidente del PP, Pablo Casado, como jefe de la oposición. Las especulaciones sobre si se guarda la carta de apartarse para dar un paso al frente si el nuevo PP no cuaja en las elecciones o si se complica el «caso del máster» de Casado no se sostienen si se atiende objetivamente a la situación en la que ha ejecutado su renuncia al escaño que ocupaba en el Congreso de los Diputados. El tiempo que ha transcurrido desde el Congreso del PP de julio, en el que se materializó la sucesión de Mariano Rajoy, ha servido para que la nueva dirección popular neutralice todos los focos de resistencia a Casado.

El líder popular dedicó el mes de agosto a hacer gestos de integración a los barones que se significaron por su apoyo a Sáenz de Santamaría, como es el caso de Juan Manuel Moreno, en Andalucía, o de Alfonso Alonso, en el País Vasco. Y esta estrategia le permitió estrenar el nuevo curso político con el «sorayismo» reducido a la figura de la ex vicepresidenta y, si acaso, a dos de sus colaboradores más cercanos, la ex ministra Fátima Báñez y el ex secretario de Estado de Relaciones con las Cortes José Luis Ayllón. Los demás ex ministros que la apoyaron se han integrado en los cargos que les ha ofrecido Casado, y la nueva etapa nace con un horizonte incierto, pero en el que no cabe que un fracaso del nuevo presidente popular abra la puerta a volver al pasado que representaba Mariano Rajoy o su «número dos», Sáenz de Santamaría. Para la ex vicepresidenta empieza un periodo en el que tendrá que tomarse su tiempo para valorar las ofertas que recibe en el ámbito privado, y las incompatibilidades que la afectan por los cargos que ha ejercido en el Gobierno. Pero en la política ya lo ha dejado todo escrito.

Por cierto, en su entorno descartan que su objetivo sea recalar en el Consejo de Estado, máximo órgano consultivo del Gobierno. Para entrar tendría que quedar una vacante, y ser propuesta por el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez. El Consejo de Estado lo preside María Teresa Fernández de la Vega, ex vicepresidenta de José Luis Rodríguez Zapatero. Es un retiro que le permitiría ganar tiempo hasta superar las amplias incompatibilidades que la afectan después de haber tocado tan amplio abanico de asuntos desde la Vicepresidencia del Gobierno y como directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

El «sorayismo» pasa, en cualquier caso, a formar parte de la historia del PP sin que signifique un quebradero de cabeza presente o futuro para Casado. El líder popular trabaja en una estrategia política y electoral que tiene como centro «comerse» a Ciudadanos bajo la bandera del voto útil, pero es verdad que para que todo pueda avanzar necesita que se cumpla su pronóstico de que la investigación sobre el máster que cursó en la Universidad Rey Juan Carlos «muera» en el Tribunal Supremo. Y ésta es la única piedra que a día de hoy tiene Génova por delante. Al entender que su fuerza depende de que el partido se mantenga cohesionado, en la preparación de las candidaturas autonómicas y municipales están valorando quiénes son los mejores candidatos y testando «plaza» a «plaza» electoral las posibilidades del partido. Pero si tienen que elegir entre un buen candidato o garantizar la paz interna, están dispuestos a primar esa paz por encima de su primera opción. En estas elecciones municipales las posibilidades del partido dependen, como siempre, del tirón de la marca PP y, luego, de lo que aporte cada candidato.

En Génova buscan a los mejores, nada de perfil bajo, pero con esa condición de que los mejores sean posibles sin alterar la convivencia interna.