Política
Sergio Pascual, el costalero que acabó cargando con la culpa
La amputación es de cirujano. Podemos vino a explicar en la nota justificativa del cese que Pascual ha sido el elemento que ha hecho implosionar el partido y sus múltiples confluencias. La destitución, que no cesantía de su escaño, le proporciona curiosamente una particular semana de pasión y muerte en procesión. El ex número tres es un tipo singular, aunque su heterodoxia no sea tanta para los nacidos al sur de la meseta. Extremeño, placentino, Pascual fue vuelto a criar en Sevilla. Según su biografía pública, es ingeniero de caminos, antropólogo y funcionario de la Junta de Andalucía; aunque su carácter menos público incluye un teóricamente anómalo culto a la imagen religiosa: pertenece a la sevillana hermandad de los Estudiantes y fue costalero de la Virgen de la Angustia. Pascual accedió a la cúpula podemita con el aval de Íñigo Errejón, a quien conoció en una yincana bolivariana. Con el tiempo Errejón lo colocó como fiel secretario de Organización. Anteriormente, no obstante, el hasta hace dos días número tres de Podemos había ganado el pedigrí revolucionario formando parte de la marea naranja que se movilizó contra el enchufismo existente en la «administración paralela» andaluza. También se forjó en el sindicalismo como delegado del SAT de Diego Cañamero, caudillo jornalero al que posteriormente se ocupó de mantener lejos. Bien conoce Pascual el percal de los Cañamero, Sánchez Gordillo o el mismo concejal de Jaén, Andrés Bódalo –condenado a tres años de cárcel por apalear a un edil socialista–, como para concederles la presencia a la que aspiraban.
Además de por el peso de las crisis internas de Cataluña, País Vasco, Madrid o La Rioja, Pascual ha visto decaer su influencia por el continuo martillo pilón de la caudalosa vanguardia izquierdista andaluza. Una de las diferencias del «moderado» Sergio Pascual con Teresa Rodríguez, secretaria general del Podemos andaluz, se reveló a cuento del citado concejal jienense, el tal Bódalo, a quien Rodríguez e Iglesias, pese a que es ya una condena firme, siguen apoyando por medio de la recolección de firmas y de los popurrís del discurso.
La otra hendidura que separa a Pascual de Rodríguez reproduce la de Iglesias y Errejón, aunque en clave andaluza. El ahora ex secretario de Organización negoció con Susana Díaz la investidura, pero no salió. La presidenta se alió entonces con Ciudadanos a causa de las duras exigencias de Podemos, en cuyas hagiografías reluce más la Izquierda Anticapitalista que en otras zonas del puzle podemita. Ahora el control del aparato territorial ha recaído en el propio Pablo Iglesias, sin contemplaciones, y ya se verá el grado de concesión con los revoltijos del patio.
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