Barcelona
Sin D'Hont hubiera habido empate a 156
Con circunscripción única, izquierda y derecha estarían a la par; Vox hubiera tenido 13 escaños más y el PSOE 18 menos.
Con circunscripción única, izquierda y derecha estarían a la par; Vox hubiera tenido 13 escaños más y el PSOE 18 menos.
Desde el junio de 1977, cuando se celebraron las primeras elecciones tras el franquismo, la ley d’Hont ha sido el blanco de las iras de los menos favorecidos por la urnas. No deja de ser paradójico que un sistema de reparto de escaños diseñado para contener a los partidos de izquierda aquel año fuera ayer lo que apuntalara la victoria de Pedro Sánchez. Si los votos totales en todo el territorio se hubieran traducido en bruto a escaños, el PSOE hubiera logrado solo 103 asientos y no los 123 que obtuvo realmente. Un sistema, que prima a los partidos que concentran su voto en pocas provincias y también a los más votados hizo que el segundo partido más beneficiado fuera el Partido Popular, que hubiera logrado 61, es decir, 5 menos de los 66 que tuvo. Ciudadanos fue perjudicado pero solo levemente ya que D’Hont solo le «robó» 1 diputado. Seriamente lastrados por la gran cantidad de circunscripciones fueron Podemos –que hubiera llegado a los 51 pero se quedó en 42– y, sobre todo, Vox, que hubiera visto cumplidas sus expectativas con 37 escaños pero que finalmente se tuvo que contentar con 24.
Nada da una imagen más clara de la meridiana división de España en dos bloques antagónicos como sumar cuántos escaños habrían conseguido PP, Cs y Vox, por un lado, y PSOE y Podemos por otro: el empate hubiera sido exacto en 156 escaños. Sin embargo, la transformación de votos en diputados penalizó a la derecha con nueve escaños y beneficio a la izquierda en otros nueve por lo que el resultado final fue de 147 para el centro derecha frente al 165 del centro izquierda. Y son precisamente esos 18 diputados de diferencia los que dejan al PSOE y a Podemos razonablemente cerca de la mayoría absoluta y a PP, Cs y Vox a años luz.
Una peculiaridad más de la Ley d’Hont y de la multiplicación de las circunscripciones es que no todos los diputados en el Congreso hayan sido votados por un numero igual de electores. De hecho las diferencias son abismales entre el escaño más «caro», que fue el de Compromís por encima de los 170.000 votos, y el más «barato», que fue el del Partido Regionalista de Cantabria, que solo necesitó 52.197. Entre los cinco partidos mayoritarios el que más tuvo que luchar por sus escaños fue Vox, que necesitó de media 113.000 votos para cada uno de los 24 escaños que logró en las legislativas.
Otro análisis clarificador es deducir el resultado que hubiera obtenido una hipotética coalición del PP, Cs, Vox y Unión del Pueblo Navarro, es decir, si la ya célebre disgregación del voto de centro derecha no se hubiera producido en absoluto. Esta «gran coalición» de las derechas se hubiera beneficiado de todas las ventajas que ofrece nuestro sistema electoral y habría logrado la mayoría absoluta con 177 diputados. El PSOE se hubiera quedado con 15 menos en 108 y Podemos en 33. La coalición habría sido la fuerza más votada en todas las provincias menos las vascas (las tres hubieran sido para el PNV) y las cuatro catalanas (todas para ERC menos Barcelona, en la que hubiera vencido el PSOE).
Por último, el Partido Socialista venció en todas las autonomías menos el País Vasco, Navarra, Cataluña y Melilla pero, ¿qué pasaría si este mismo comportamiento electoral se trasladara a los parlamentos autonómicos? Pues bien, los pactos de partidos de derecha arrebatarían cuatro autonomías al PSOE en las que se repetiría el modelo de Andalucía. Serían Castilla-La Mancha, Murcia y Extremadura –en las que gobernaría el PP– y Madrid, que se convertiría en la primera comunidad gobernada por Ciudadanos.
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