
José Antonio Vera
Sorteando el fuego amigo
Gobierna sin presupuestos, lo que desvela que carece de la «mayoría progresista» de la que tanto presumió

Como Pedro Sánchez viene del discurso «a mí lo que me preocupa es la pobreza», y le sobraba «el Ministerio de Defensa», los furibundos ataques de Ione Belarra diciéndole que «va a pasar a la historia como el señor de la guerra que mayor gasto militar hizo en nuestro país», acaban incomodando sobremanera a un presidente del Gobierno que vive la contradicción de ser de izquierdas amén de otanista, algo que en otros tiempos hubiera sido inimaginable.
No lo es en países europeos donde algunos de los principales partidos obreros son abiertamente atlantistas, pero sí en esta España nuestra que vivió durante años del eslogan «OTAN no, bases fuera», y se ha pasado ahora al «OTAN, por supuesto», y cuanto más gasto militar mejor.
Sólo que no en todos los casos, y ese el problema de Sánchez. Sumar, el otro socio del Gobierno, sigue pidiendo que «España deje la Alianza Atlántica», y Podemos va incluso más allá, insinuando que el presidente, gracias a su militarismo sobrevenido, se está labrando un porvenir dorado con un cargazo como Javier Solana, al que los comunistas llaman «carnicero de Belgrado» por su presunta responsabilidad en los 1.500 casos de civiles muertos bajo la artillería de la NATO en la antigua Yugoslavia.
Solana llegó a escribir un manifiesto titulado «50 razones para decir no a la OTAN», pero eso no le impidió después asumir en primera persona la responsabilidad de dirigir los bombardeos «humanitarios» contra Serbia, razón por la que fue acusado de violar el Convenio de Ginebra.
De Sánchez se llegó a decir otrora que sería premiado, tras dejar nuestro Gobierno, con la secretaria general de la Alianza, cosa que en ningún caso ya se va a producir, aunque perfectamente le podrían agasajar, como insinúa Belarra, con un retiro dorado por su contribución a los afanes de la organización militar.
No lo tiene fácil el presidente, pues el fuego amigo hace más daño casi siempre que el que sale de las trincheras del adversario. Por mucho que ayer Feijóo le golpeara sin piedad llamándole «presidente de la nada» que gobierna sin presupuestos, no tiene plan alguno de Defensa ni mayoría para sacar las leyes, lo que de verdad duele al monclovita son los arreones de la bancada aliada.
Porque, siendo cierto que plan de Defensa no tiene y que gobierna sin presupuestos, lo que desvela a Pedro es que carece de la «mayoría progresista» de la que tanto presumió.
En el caso del «rearme», de cuyo nombre reniega tanto como su aliada ultraderechista Giorgia Meloni, nuestro guía entiende que debemos meter ahí no sólo la inversión tecnológica sino lo previsto para la agenda verde, el kit de supervivencia y cuánto se le pueda ocurrir a María Jesús Montero.
Buena idea, solo que Ione no lo ve así, y le reprocha que «vayamos a gastar el dinero de la Sanidad en armamento». Hombre, siendo verdad que en caso de guerra la Sanidad también será «militar», como lo sería todo a fin de cuentas, nuestro timonel asegura que «el aumento del gasto militar no va a ser en ningún caso a costa del gasto social».
Su problema acreditado es que no tiene credibilidad.
De algún lugar tendrá que salir el dinero de los cañones. Sánchez espera que la Unión Europea le cubra el trasero aprobando un «plan de compras conjuntas» para un «Ejército europeo» que casi nadie ve por el momento.
Y en todo caso está convencido de que podrá hacerlo trampeando partidas, gracias a que aún mantiene la potestad presupuestaria excepcional de la Covid, que le permite poder transferir dinero de un ministerio a otro sin pasar por el Parlamento. Muy democrático.
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