Mogadiscio
Una guerra contra periodistas
Si alguien me hubiera dicho hace cuatro años que trabajar en Siria sería más peligroso que en Somalia o Afganistán, habría pensado que era una exagerada. Casi cinco años después de estar cubriendo la guerra en Siria, y de haber estado en Mogadiscio y Kabul, soy yo la que afirma ahora que Siria es el país donde más riesgo corren los reporteros.
No importa la nacionalidad o la condición profesional –corresponsal o «freelance»– para ser objetivo de los grupos islamistas radicales. Cerca de una treintena de periodistas han sido secuestrados, detenidos o han desaparecido en Siria. Poderosos grupos yihadistas como el Frente Al Nusra o el Estado Islámico se han hecho con el control en el norte del país, robando la revolución a los rebeldes sirios. Aquellos que luchan contra el régimen de Bashar Al Asad han perdido una herramienta imprescindible que es la información independiente. Sin reporteros internacionales sobre el terreno, las noticias que llegan al resto del mundo son siempre parciales y limitadas. Toda la información que conseguimos ahora los periodistas que trabajamos sobre Siria proviene de foros de activistas sirios o conversaciones por Skype con portavoces rebeldes, sin poder confirmar sobre el terreno las informaciones o aportar algo más a través de la experiencia personal.
La ola de secuestros a extranjeros en los dos últimos años, que comenzó con el del periodista estadounidense James Foley, ha limitado la presencia de reporteros internacionales en las zonas bajo control rebelde. Prácticamente, desde hace casi más de un año no ha entrado en Siria ningún periodista por vía ilegal, y aquellos que han conseguido un visado para Damasco son muy pocos. El año pasado, tras el secuestro de mis colegas Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova, solicité un visado para Siria. Sin muchas esperanzas de conseguir nada, ya que siempre he estado en zona rebelde, llamé por teléfono al Ministerio de Información en Damasco. Un funcionario que se encarga de gestionar las visas para periodistas me dijo: «Siento muchísimo no poder ayudarte, pero las normas son que no se admiten solicitudes de reporteros que hayan entrado de forma ilegal en el país. Sé que ahora estáis solos, que el Ejército Libre ya no puede protegerlos y corren el peligro de ser secuestrados por Al Qaeda».
Nuestro trabajo informativo en las áreas liberadas del norte de Siria se ha convertido en una partida a la ruleta rusa, pero con más posibilidades de que te capturen a que salgas sin problemas del país. Muchos compañeros se la han jugado por ser profesionales y querer hacer su trabajo, como ahora Antonio Pampliega, Ángel Sastre y José Manuel López.
Esta profesión encierra peligros y los que vamos a zonas de conflicto somos conscientes de que podemos acabar lesionados por metralla o por la explosión de un proyectil, pero, ¿por qué ser objetivo de un secuestro?
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