Sabino Méndez
¿Universalismo o plurinacionalidad?
El fracaso de los simulacros de democracia que son pura carcasa externa, como el 1-O, es lo que lleva al invento de la plurinacionalidad, que es todo lo contrario del universalismo sin fronteras
Pertenezco a aquella generación de catalanes que crecimos a caballo entre la época del jipismo y la subsiguiente generación punk. Un horizonte común de esa juventud fue la idea positiva de un mundo hermanado sin fronteras; acabar con esas líneas de demarcación defensiva del particularismo. Gran logro para esa generación fue ver realizado el sueño de la UE, probablemente lo mejor que se ha inventado después de la Segunda Guerra Mundial. Los beneficios para todos sus integrantes han sido gigantescos e indiscutibles. Es lógico, por tanto, que muchos de esa generación de catalanes (gran parte de ella proveniente de la migración) nunca viéramos sentido al proyecto independentista de instaurar nuevas fronteras que separaran a la gente y crearan de nuevo desigualdad.
El independentismo entendió pronto hace años que, debido a ese tipo de pensamiento, nunca conseguiría convencer para segregarse legalmente a más de la mitad de la población regional (la más rural precisamente). Por eso, intentó en 2017 un simulacro de los elementos externos de las ceremonias democráticas, para intentar conseguir una excusa a exhibir en el momento de saltarse la ley.
Les salió mal el fingimiento.Participaron solo los nacionalistas de siempre, con los mismos resultados que siempre, sin las garantías necesarias, con números que no concordaban y ausencia de ratificaciones externas de los obligatorios organismos independientes. La Comisión Europea señaló su ilegalidad y los observadores internacionales corroboraron que el simulacro no cumplía los estándares mundiales obligatorios en estos casos. La policía estatal desalojó con gran eficiencia a los que habían ocupado arbitrariamente lugares públicos de todos. Era un operativo complicado y se saldó con éxito. Meses antes, para desalojar la plaza Cataluña de indignados del 15-M (que contabilizaban una centésima parte de los movilizados para el 1-O) el gobierno autonómico había provocado un número similar de heridos. Por tanto, proporcionalmente, que el 1-O se saldará solo con cuatro personas que requirieron hospitalización y que solo dos de ellas fueran graves, dadas las dimensiones del suceso, puede considerarse un éxito policial de precisión quirúrgica.
El problema que desacreditó al independentismo fueron las mentiras. Se quiso hacer creer a los periodistas que los heridos por la labor policial eran novecientos. Nuestro periodismo no es que sea para echar cohetes, pero obviamente se subestimó a sus miembros más jóvenes, que fueron los que más se movieron ese día. Se pidieron las pruebas de esas cifras, se buscaron los partes hospitalarios y resultó que los heridos eran poco más de un centenar y casi todos leves. La organización había intentado hinchar las cifras catalogando como heridos a los que habían acudido al médico a pedir ansiolíticos por ataques de estrés.
El simulacro de democracia del fingido referéndum quedó tocado y hundido. Democracia no son mentiras, ni falta de garantías. Democracia no es hacer ver que votas y anunciar luego arbitrariamente unos resultados. Democracia es algo mucho más complicado y serio que eso. A causa del torpe y desafortunado simulacro, guiado por cuatro ineptos, la causa independentista ha quedado manchada por la farsa, la mentira y el fracaso para mucho tiempo. Lo cual perjudica a la región porque incuba desconfianza entre los conciudadanos. Es lógico que terminara así, porque cualquier particularismo nacionalista va muy asociado al caciquismo, que es donde más pueden prosperar las falsedades. Se necesitaría que lo pilotaran los más íntegros para escapar a lo caciquil. En los casinos de pueblo de los antiguos caciques era donde se podían difundir rumores sin pruebas, como que Madrid nos roba o que el cacique es bueno porque nos defiende (aunque se beneficie a todas las casadas locales). Darse importancia. Que cada jefecillo local obtenga poder y ampliar esa nueva y boyante clase social llamada clase política para que cada aldea pueda tener sus esposas de subsecretario. Es la vanidad pueril de enfadarse porque no te den la importancia que tú quieres tener.
El fracaso de los simulacros de democracia que son pura carcasa externa, como el 1-O, es lo que lleva al invento de la plurinacionalidad. La plurinacionalidad es una nueva variante del caciquismo; compartimentar el territorio, poner fronteras, repartir al dominio de cada porción a un caciquismo diferente. La reductiva plurinacionalidad es todo lo contrario del universalismo sin fronteras.
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