Podemos
«¿Y Monedero?, tranquilo, lo está negando todo»
Venezuela inaugura su exposición propagandística
Ni estaba, ni se le esperaba –bueno, dadas sus últimas argucias, a lo mejor estaba en una esquina visualizando lo que ocurría–, pero nunca una ausencia fue más presente. «Oye, que vengo de allá, ¿que ha pasado con Monedero?», preguntaba un venezolano, vestido con el uniforme de campaña para Occidente: traje negro, corbata negra y una insignia del país, a alguien que sólo podía ser de la embajada. «Nada, por ahora nada, está haciendo lo que tiene que hacer: negarlo todo», le tranquilizaba. «¿No se pasará por aquí, no?», «seguro ahora mismo no le conviene ni a él ni a Podemos». Y ahí se quedó una conversación entre susurros mientras en la conferencia: «Venezuela, un crisol de oportunidades», un representante del Gobierno decía que el país «tiene un gobierno muy democrático y de consenso», haciendo oídos sordos a los exiliados, que tenían prohibida la entrada, vigilados escrupulosamente por adictos al régimen que se reían de ellos en su cara, con displicencia y desprecio.
La exposición «Venezuela de Verdad» es la cara B de aquellas galas interminables que emitía RTVE bajo el título «¡Murcia, qué hermosa eres!» con una diferencia abisal: nadie duda que Venezuela es bellísima, pero de lo que se trata estos días es de proclamar en el epicentro de Madrid, que la dictadura chavista es hermosa, una epifanía para los venezolanos, algo que la realidad, tan terca ella, se empeña en negar.
Entrar en la exposición exigía algún que otro trámite que cuanto menos invita al mosqueo, ya que pocas veces se tiene que presentar el DNI para entrar a una muestra. «Me lo ha dicho mi jefe», me decía el señor encargado de las acreditaciones, al tiempo que una mujer vestida de «rojo revolución» se convirtió en mi sombra desde el mismo momento en que quien esto escribe dijo que era escritora.
En el interior, un ambiente festivo, aunque era difícil esquivar las miradas ajenas. Ismael Querales y sus bandófilos –que le vamos a hacer, el grupo se llamaba así– tocaban canciones populares del país mientras había una barra libre para degustar todo tipo de rones patrios, quizá para narcotizar a los invitados. De los momentos más embarazosos, esos en los que la vergüenza ajena te oprime el cuello, era cuando explicaban el sistema electoral venezolano con un ejemplo práctico... ¡en el que en vez de a políticos, se votaba por las selecciones y los seleccionadores del pasado Mundial de Brasil! Con ello se intentaba demostrar las limpiezas de las votaciones, en un proceso para que hay que tener una mente digna del Premio Nobel.
Múltiples paneles explicaban los logros del chavismo, una sopa de cifras y letras que parecían recogidas del legado de Podemos como «las personas están por delante de los bancos», «en nuestro país están prohibidos los desahucios» o «los poderes públicos venezolanos: un auténtico ejército de soberanía».
No deja de sorprender que en esos paneles con intención propagandística estuviese muy presente la imagen de Chávez mientras que la de Maduro se diluía, como si no fuese quién es, o un segundón sin más trascendencia. Las personas allí presentes ni veían esos paneles, quizá porque los datos los se los conocían de memoria –a fuerza de repetirlos se convertían en un mantra– o porque simplemente como las Tablas de la Ley... Chavista.
Las mentiras de Maduro
- 700.000 viviendas construidas en 8 años, aunque Maduro no dice que son casas prefabricadas, casi infraviviendas.
- La alimentación En los paneles se dice que la alimentación de los venezolanos es una prioridad. La realidad es que el desabastecimiento alcanza más del 30%.
- Homicidios En la exposición no hay ninguna referencia a los homicidios, que con Maduro han llegado a 24.763 sólo en 2014.
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