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Cómo limpiar las alfombras en casa paso a paso

Si quieres hacerlo por tu cuenta te explicamos los pasos

Los restos de pelo (humano y de los animales) forma parte de los inquilinos de las alfombras
Los restos de pelo (humano y de los animales) forma parte de los inquilinos de las alfombraslarazon

El verano ya está aquí y con su llegada ya hemos dicho “adiós” a mantas, nórdicos y alfombras. Nos esperan hasta la temporada que viene y un buen cuidado es fundamental para no llevarnos sorpresas cuando volvamos a desplegarlas para convivir con las criaturas de la casa, mascotas, movimientos de muebles... Para aquellos a los que les ha pillado el toro o no tienen claro qué hacer y todavía no se han puesto manos a la obra con la necesaria a limpieza general, desde Los Fernández, empresa con más de 100 años de historia en este campo, proponen una serie de pautas para que estos elementos del hogar queden perfectamente limpios y conservados.

Como bien sabemos, las alfombras aportan ese toque especial y personal en cualquier estancia. Y aunque actualmente las podamos encontrar a precios más baratos que hace unos años, una alfombra siempre ha sido un elemento que aporta prestigio a la decoración de cualquier entorno. No sólo nos acompañan en nuestro día a día, sino que también son transitadas por todos los miembros de la familia -incluyendo los animales de compañía- y van acumulando desde polvo, a pelos, migajas o manchas que se convierten en caldo de cultivo para otros inquilinos: los ácaros. Por todas estas razones, la limpieza de la alfombra es esencial al menos una vez al año y su almacenamiento durante el verano es fundamental para una buena conservación, ya que las altas temperaturas pueden dañar tanto sus colores como nuestra salud. Alergia, ácaros y altas temperaturas no son una buena combinación.

Antes de empezar, como recomendación general, lo que tienes que hacer es no agobiarte. Limpiar una alfombra no es una labor difícil, pero sí tediosa. Por lo tanto, si necesitas ayuda no dudes en pedirla a profesionales. Si prefieres arriesgarte, estas limpiezas generales son más divertidas si se hacen en familia. Por otro lado, si eres de los que prefiere hacerlo cuando la casa está más tranquila, este también es tu momento perfecto porque durante estos meses de julio y agosto la mayoría de los niños están de campamento o en fuera de su residencia habitual.

El proceso de limpieza

Lo primero que hay que hacer con la alfombra es algo tan básico como sacudirla. De esta manera eliminaremos los restos de pelo, tanto de la mascota, como de los seres humanos que viven en la casa, ya que al igual que nuestros colegas animales, hay ciertas temporadas donde se nos cae más el pelo que en otras, literalmente hablando.

Antes de empezar cualquier proceso de limpieza, mira la etiqueta de la alfombra. Si no hay ningún inconveniente, coge un bote de bicarbonato -si es fresco mejor- y repártelo por toda la superficie con un cepillo seco. De esta forma, eliminaremos todos los malos olores que se han ido adhiriendo a lo largo del año. Cuando la alfombra se quede completamente seca, aspira los restos de bicarbonato y comprueba que el peso de los muebles no haya dejado ninguna deformidad sobre ella. Si la respuesta es sí, coge un cubito de hielo y ponlo encima del “bollo” hasta que se derrita completamente. De esta manera, las fibras del tejido volverán a su posición original. Un secreto de Los Fernández: puedes sustituir el bicarbonato por sal común. A continuación, pasa una fregona bien escurrida, con un toque de detergente neutro o de agua oxigenada -que daña menos las fibras- por ambas caras de la alfombra y deja que se seque.

Si la alfombra tiene alguna mancha muy grande, que no ha salido previamente, es preferible que mojes un trapo o un cepillo con un poco de vinagre blanco mezclado con agua y comiences a frotar la mancha desde fuera hacia dentro para que no se expanda por todo el tejido. De esta forma, se eliminarán todo tipo de manchas: las de los refrescos de los amigos de tu hijo, las de las temperas con purpurina del cumpleaños de la niña, las de las cervezas del día del partido, etc. No te asustes, no va a oler toda la casa a vinagre, ya que cuando se seca, se vuelve totalmente inoloro.

Acabado este proceso, llega el momento aspirador. Aspira tu alfombra por ambos lados. Para esto es recomendable que utilices un robot que tenga un buen cepillo giratorio y que funcione a máxima potencia. Si la alfombra es de pelo corto aspira siempre en dirección contraria al pelo y si es largo, a la inversa. Terminada la limpieza llega el momento clave, ¿cómo la guardamos? Simplemente necesitaremos una o dos sábanas bajeras grandes, dependiendo del tamaño de la alfombra.

Primero, estira la sábana “bajera” en el suelo y pon la alfombra encima, intenta que haya un buen margen entre sábana y alfombra. A continuación, enróllala, pero nunca la dobles, ya que se puede deformar. Antes de cerrar esa especie de envoltorio de caramelo, añade unas bolas de naftalina o unas cuantas hojas de laurel, para que durante su exilio veraniego las polillas no le ataquen. Esto es fundamental para aquellas que están elaboradas con fibras naturales. También puedes preparar tu propio antipolillas natural con flor de lavanda, hojas de romero y unas gasas. Después, cierra bien “el envoltorio” con una cuerda o cinta adhesiva y, si deseas más protección, recúbrelo con plásticos. Por último, guarda tu alfombra en un lugar seco, ya que la humedad puede ser muy destructiva para ella. Un consejo más: nunca, nunca, se debe guardar una alfombra húmeda o sucia.

Si eres tan fan de las alfombras como nosotros y no puedes vivir sin ellas, incluso en verano, te recomendamos que utilices aquellas que están hechas a base de materiales naturales que además ayudan a reducir el calor, como, por ejemplo: sisal, yute,bambú, algodón o cáñamo.