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Los cuatro hábitos de la gente delgada

Hacer dieta engorda. Los estudios así lo demuestran.

Los cuatro hábitos de la gente delgada
Los cuatro hábitos de la gente delgadalarazon

Se tarda de media entre 60 y 90 días para crear nuevos hábitos. Los del método Navarro, MNA, están basados en la inteligencia del estómago, vinculados a los indicadores del apetito y de la saciedad. Crear un hábito es algo sencillo que solo requiere repetición.

El método de Luis Navarro trata de sustituir progresivamente los hábitos negativos que tenemos por cuatro nuevos. Se tarda de media entre 60 y 90 días para crear nuevos hábitos. Los del método Navarro, MNA, están basados en la inteligencia del estómago, vinculados a los indicadores del apetito y de la saciedad. Crear un hábito es algo sencillo que solo requiere repetición. Cuando repetimos un comportamiento, acabaremos creando una conexión permanente entre las neuronas, llamada sinapsis, y así habremos creado el circuito neuronal de este nuevo hábito. También sabemos que esta capacidad del cerebro de crear hábitos persiste toda la vida, no depende de la edad, ni del tiempo que llevemos ejecutando un comportamiento negativo. El autor oublica el libro: la comida no engorda, tu ansiedad, sí, a la venta el 12 de febrero.

- Primer hábito. Como cuando tengo hambre física

Para resolver definitivamente el problema de peso hay que actuar sobre las causas de éste. Las causas del sobrepeso son dos: los hábitos negativos y las emociones.

Para comprender este primer hábito el autor nos pide: “por favor, ponte la mano en el estómago y hazte la pregunta con la intención de conectar con tu estómago, con los ojos cerrados: «¿Realmente tengo hambre?”. Una pregunta hay que hacerla verbalmente con la intención de conectar con el estómago. La pregunta corta el hábito de comer automáticamente. La pregunta nos conecta con la inteligencia del estómago. La pregunta te hace estar presente en el momento.(...) Muchas personas tienen nervios o ansiedad en el estómago y lo confunden con hambre física. Los jugos gástricos tampoco son hambre física, contrariamente a lo que todo el mundo piensa, son solo jugos gástricos. El hambre no se pasa sin comer, va a más y más hasta que comes, porque es un mecanismo de supervivencia”.

A partir de ahora nuestra palabra clave a la hora de plantearnos nuestras comidas es: elegir. Ya que, en nuestra vida diaria, no elegimos conscientemente comer o no comer. Comemos de forma automática a causa de los horarios, los hábitos, las emociones o los impulsos. La manera de romper este automatismo es hacerse la pregunta siempre, siempre antes de comer o beber algo que no sea agua, con la intención de conectar con nuestro estómago. De esta manera cortaremos los hábitos escuchando la respuesta del estómago, y si esta es negativa, entonces elegimos comer o no comer.

- Segundo hábito. Disfruto comiendo

“Cuando comas, come”, nos dice Luis navarro parafraseando a su abuela. ¡Y que razón tenía! Nada de móviles, ordenadores, radio, televisión, libros, periódicos o revistas. Estar presente cuando comemos es esencial para sentir la sensación de saciedad.

Para desarrollar nuestra intención de disfrutar comiendo, debemos masticar sin prisa, degustando lo que tenemos en la boca. El ritmo será diferente dependiendo del tipo de alimento: ensalada, pescado, carne, verdura o fruta. El autor también nos recomienda dejar el tenedor en la mesa entre bocados. Tampoco debemos buscar la sensación de saciedad, no la encontraremos por más ganas que pongamos, no es un acto de voluntad. Es como la sed, cuando estamos deshidratados la sentimos, pero no la buscamos; la sed nos encuentra, surge cuando es necesario más líquido en el cuerpo.

- Tercer hábito. Como lo que me apetece

Es una falsedad afirmar que hay alimentos que engordan por si mismos. Sin darnos cuenta, hemos dado a ciertos alimentos el poder de engordarnos. Con ello hemos creado la fantasía, la ilusión colectiva, de que algo externo, como algunos productos, tiene el poder intrínseco de engordarnos. Dar ese poder a los alimentos solo nos convierte en víctimas de algo inevitable si no lo controlamos. Es una condena perpetua ante un enemigo poderoso que nos puede hacer engordar en cuanto perdamos el control de lo que comemos. Esto sucede porque toda prohibición, control o privación de lo que un ser humano come lleva al exceso y al atracón. Esta es la experiencia de millones de personas que comen en un ciclo constante de privación y atracón porque les han convencido, y han asumido, que hay alimentos que engordan.

La visión de Luis Navarro es muy clara, “no existen los alimentos que engorden, es una fantasía, una ilusión, una falsedad, no hay alimentos que engorden. Todo engorda si comes demasiado. Nada engorda si tu cuerpo lo gasta. Lo que te ha engordado es el conjunto de lo que has comido”.

- Cuarto hábito. Paro de comer cuando siento saciedad

Una de las formas de sentir saciedad es cuando notamos que, después de unos cuantos bocados, lo que estamos comiendo no tiene ningún sabor, es una pasta en la boca. Esto sucede porque el centro de placer del cerebro asociado a la alimentación ha detectado que no te hace falta más energía y, por eso, la sensación de sabor ha desaparecido.

El objetivo de comer es alimentarse, esa es la prioridad. Pero parece que nuestra prioridad durante muchos años ha sido comer todo lo que había en el plato. A este respecto el autor nos lanza otra de sus preguntas para hacernos reflexionar sobre nuestros hábitos alimentarios. “¿A quién respetas más, a un poco de comida o a ti? Espero que, a ti, porque cuando comes lo que necesitas y paras cuando tienes suficiente, no te estás respetando.”

Las emociones

El autor dedica un capítulo completo a analiza las emociones y como muchas veces nos llevan a refugiarnos en la comida sin que seamos conscientes. Pero... ¿A qué se debe? En primer lugar debemos tener muy claro lo que son: una danza constante e imparable de energía que surge en nuestro cuerpo. No decidimos las emociones, ni las creamos, tan solo surgen.

El dolor, la tristeza, la soledad, la rabia, la alegría, la esperanza, la frustración, el amor, la impotencia, la empatía o la generosidad, son parte de la esencia emocional común de los seres humanos. De pequeños aprendimos a juzgar y reprimir nuestras emociones, y ahora de adultos al notar esa energía en nuestro cuerpo la llevamos a la cabeza, donde la clasificamos como buena o mala, positiva o negativa, aceptable o inaceptable.

Luis Navarro nos proporciona pautas para sentir las emociones. Cuando hay una emoción, solemos experimentar una sensación en el cuerpo, “¿no sientes nada? Es imposible, porque eres un ser humano. Empieza a prestar atención a las sensaciones de tu cuerpo. Sal de la cabeza, cierra los ojos, observa tu cuerpo y notarás las sensaciones de las emociones. Si al principio son muy tenues, está bien, empieza con lo que haya”, nos insta.

Cuando haya un conflicto, un disgusto, una discusión, una decepción, es decir, cualquier situación en la que sintamos una emoción, debemos pararnos e ir a un sitio, donde no nos interrumpa nadie, silenciamos el móvil, nos sentamos y cerramos los ojos. Es importante cerrar los ojos para desconectar y prestar atención a las sensaciones físicas. Generalmente notaremos una o varias zonas donde hay más intensidad energética. El siguiente paso es aceptar la emoción, aceptar lo que sentimos. Aceptar requiere coraje, es un acto de valentía. Observamos las sensaciones físicas en nuestro cuerpo pero no hacemos nada solo las aceptamos. No son ni buenas, ni malas, ni positivas, ni negativas, nos gusten o no nos gusten son neutras. A continuación, nos permitimos sentir las sensaciones físicas. Dejar fluir las sensaciones significa aceptarlas, observarlas, no intervenir y permitir que se resuelvan solas. Nuestro organismo autorregula las emociones, es parte de nuestro ADN.