Historia
Tres libros de historias de mujeres que cambiaron su época
Ideas para regalar el día de la madre
¿Qué mejor idea de regalo para una madre que libros llenos de historias de mujeres apasionantes que lucharon por sus ideales en un mundo muchísimo más difícil y complejo para la mujer que el de ahora? Os damos varias ideas.
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La Esfera de los Libros pone en marcha una nueva colección que reúne las mejores obras de la escritora y periodista María Teresa Álvarez, una de las autoras más emblemáticas de la editorial. La Biblioteca María Teresa Álvarez se estrena con la reedición de los títulos La comunera de Castilla, Catalina de Lancaster, cuyo denominador común es que están protagonizados por mujeres olvidadas por la Historia y que fueron recuperadas por la escritora asturiana.
La comunera de Castilla
El barrio madrileño de Salamanca tiene tres calles paralelas entre sí recuerdan a los comuneros de Castilla, Juan Pravo, Juan de Padilla y Maldonado, más conocidos como los comuneros de castilla. Pasaron a la historia porque fueron ajusticiados por defender los derechos de Juana I de Trastámara, más conocida como Juana la Loca. Su hijo Carlos, el futuro emperador, se había nombrado rey de Castilla lo que hizo recelar a la nobleza castellana que siempre se mantuvo fiel a su reina, incluso estando recluida en Tordesillas. En aquella época eran las cortes las que ostentaban el poder y los reyes debían pedir autorización a estas para prácticamente todo.
Carlos no fue recibido con la mejor de las bienvenidas por varios motivos, entre ellos que no hablaba español y que a su llegada a Castilla se trajo consigo a todos los nobles de Flandes. Ese hecho, unido a otros sembró el germen de la rebelión que terminaría con la ejecución de los comuneros.
¿Quién fue María Pacheco?
María Pacheco era la esposa de uno de los tres comuneros ajusticiados, Juan Padilla. Tal y como lo explica Sandra Ferrer en su web especializada en historia “María pertenecía a una de las familias de más renombre de la historia de España. Era hija de Iñigo López de Mendoza, Marqués de Mondéjar y Conde de Tendilla, y de Francisca Pacheco, hija del marqués de Villena. María, que tomó el apellido de su madre para diferenciarse de otras dos hermanas suyas que llevaban su mismo nombre, vivió su infancia en Granada rodeada de arte y cultura. Fue educada como sus hermanos en un escenario renacentista. Latín, griego, matemáticas, historia o letras fueron algunos de sus conocimientos”.
Un matrimonio desigual
Continuando con la información de la experta en mujeres medievales, Sandra Ferrer, “parece ser que María se enfadó profundamente con su padre al enterarse del acuerdo matrimonial que éste había cerrado para ella con Juan Padilla, un joven toledano, noble también, pero considerado por ella inferior a su rango. El Marqués de Mondéjar realizó este acuerdo para sellar una alianza con el Comendador mayor de Calatrava que era tío de Juan.
María, denominada en los escritos como “Doña”, cuando a su marido se le nombraba con su nombre de pila, tuvo que hacer una renuncia expresa a la herencia de su padre a cambio de una dote de cuatro millones y medio de maravedíes.
A pesar de las diferencias de rango, parece ser que al final Doña María y Juan se entendieron y confirmaron un matrimonio que lucharía junto contra las injusticias de la época. Tanto es así que María Pacheco, una vez se quedó viuda de su marido, siguió sin resignarse a perder quedándose atrincherada en la ciudad de Toledo pero Carlos V no tendrá piedad con ella. María, condenada a muerte, se verá obligada a vivir un triste exilio en Oporto, donde morirá sin llegar a recibir nunca el perdón real.
Catalina de Lancaster
Por su parte, Catalina de Lancaster. Primera Princesa de Asturiases una novela intimista y apasionante, en la que Catalina rememora sus años de matrimonio junto al hombre al que llegará a amar con todo su corazón, las turbulencias políticas a las que ambos tendrán que hacer frente, su solitaria viudedad y, sobre todo, muestra la firmeza de carácter y la inteligencia de las que siempre hizo gala para conseguir que nadie arrebatara el trono a su hijo.
De nuevo tomamos como fuente a la experta en mujeres medievales, Sandra Ferrer y su página web donde explica que “el matrimonio de Catalina de Lancaster con Enrique III El Doliente, cerró una etapa de la historia de Castilla que se inició con el asesinato de Pedro I el Cruel a manos de su hermano bastardo. Dicho enlace reunía de nuevo a las dos ramas dinásticas enfrentadas. Catalina fue la primera reina de Castilla y España nombrada Princesa de Asturias.
Los orígenes dinásticos
Catalina de Lancaster nació en Hertford, Inglaterra, el 31 de marzo de 1373. Era la hija mayor de Juan de Gante y su segunda esposa, Constanza de Castilla. Constanza era hija de Pedro I el cruel y María de Padilla, por lo que era la última descendiente legítima de la rama dinástica derrocada por los Trastámara. Su suegro y su padre tenían puestos los ojos en Castilla donde los nobles defensores del asesinado rey Pedro deseaban reinstaurar la antigua dinastía. Pero ni Constanza ni su esposo Juan recuperaron en su persona los derechos perdidos. Tendrían que esperar a que su hija Catalina cumpliera sus propios deseos.
Un enlace para la paz
Enrique de Trastámara, hermanastro de Pedro el Cruel, había asesinado al rey su hermano en el conocido como regicidio de Montiel el 23 de marzo de 1369. Empezaba así una nueva dinastía en Castilla. Pero el camino no fue fácil pues los defensores del fallecido rey no cesaron de luchar en la sombra convirtiendo Castilla en un reino inseguro. Después de Enrique, reinó su hijo Juan I. El nuevo rey vio en el enlace de su hijo Enrique y Catalina, la nieta del rey Pedro una oportunidad para terminar con el conflicto.
En 1388 en Palencia, se cerraba el tratado de Bayona por el que se aprobaba el enlace entre Enrique y Catalina y se compensaba a Juan de Gante y su esposa Constanza con la cesión de algunas villas e indemnizaciones en metálico. A cambio, los duques de Lancaster renunciaba a cualquier derecho al trono castellano, anulando así, el problema sucesorio.
Ese mismo año, y en la misma ciudad de Palencia, se casaron los nuevos herederos del reino de Castilla. Enrique tenía entonces 10 años, Catalina, 14.
Príncipes de Asturias
Por primera vez en la historia de Castilla y de España, los príncipes herederos fueron jurados como Príncipes de Asturias, siguiendo al antigua costumbre inglesa de nombrar a los futuros reyes Príncipes de Gales.
Dos años despúes, el 9 de octubre de 1390, el rey Juan I fallecía. Con tan solo 12 años Enrique, y 16 Catalina, se convertían en reyes de Castilla.
Un marido enfermo
Debido a su corta edad, la pareja real tuvo que esperar ocho años hasta conseguir engendrar un heredero. Primero nacerían María y Catalina, esposas de Alfonso V de Aragón y Enrique de Aragón, respectivamente. El 6 de marzo de 1405 llegaba por fin el ansiado heredero, al que dieron el nombre de Juan.
La larga espera del hijo varón hizo que María fuera educada como futura reina. Su padre, el rey Enrique, había sido apodado El Doliente, por su mala salud, que hacía temer por su vida y por la llegada del heredero. De hecho, poco más de una año después del nacimiento de Juan, Enrique III moría sin haber cumplido los 27 años de edad.
Regencia compartida
Enrique III había dado claras instrucciones en su testamento sobre el destino de su reino. Al tener su hijo Juan solamente dos años, Enrique ordenó en sus últimas voluntades que la regencia de Castilla recayera sobre su esposa Catalina y su hermano, Fernando, conocido posteriormente como El de Antequera.
Durante 6 años Catalina ejerció la regencia de su hijo al lado de su cuñado con cierta tranquilidad a pesar de alguna que otra desavenencia política. Pero en 1412, cuando el Compromiso de Caspe eligió a Fernando como rey de Aragón, este renunció a su cargo en Castilla no sin antes nombrar un Consejo de tutores para su sobrino, algo que molestó a Catalina.
Pero en 1416, la muerte de Fernando dejó el camino libre a la reina para ejercer la regencia y la tutoría de su hijo en solitario.
El triste fin de Catalina
En los últimos años de su vida, Catalina se convirtió en una mujer obesa y demasiado aficionada al alcohol. A pesar de ello, y de que la historia se encargara de destacar sus defectos, no así los de otros reyes que fueron hombres, Catalina mantuvo la regencia de Castilla hasta su muerte con prudencia y buen gobierno, a la vez que no olvidó la educación de su hijo.
Catalina de Lancaster no pudo ver coronar a Juan. Falleció el 2 de junio de 1418 en Valladolid, con 44 años de edad. Un año después, con 14 años, Juan era declarado mayor de edad.
La que sería abuela de Isabel I de Castilla, conocida como la Reina Católica, descansa en la Capilla de los Reyes Nuevos de Toledo.
Sandra Ferrer es, además, autora del libro Mujeres Silenciadas en la Edad Media, un libro que puedes comprar pinchando aquí.
Los libros de María Teresa los puedes comprar pinchando aquí el de La comunera de Castilla, y aquí el de Catalina de Lancaster.
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