
Justicia
Asesino, pederasta y violador: un nuevo vecino atemoriza a una diminuta aldea de Galicia
Con tres muertes y un historial de abusos sexuales a sus espaldas, salió de prisión en febrero y ahora reside en San Pedro, en A Bola (Ourense)

En San Pedro, una pequeña aldea del municipio ourensano de A Bola, la vida transcurre casi siempre con la misma calma; uno de esos devenires habitualmente tranquilos, perezosos, de las aldeas de Galicia. Allí, el tañido de las campanas, el murmullo de las fuentes o los saludos cotidianos marcan el ritmo de la vida.
Hasta que de pronto algo, lo que sea, viene a romper de modo brusco con toda esa balsa de paciencia. En este caso, la llegada de un vecino inesperado: Antonio Gali Balaguer, un hombre de 74 años con un historial criminal a sus espaldas capaz de congelar la sangre a más de uno.
Su nombre, aún hoy, resuena como un eco de crímenes pasados, más antiguos y viejos que los siglos. Violaciones y asesinatos que se sucedieron desde finales de los años setenta.
Su expediente comienza en 1979 en Calanda (Teruel), cuando fue condenado por abusos sexuales a una niña de 10 años y a un niño de 13, además de amenazar con un cuchillo a un hombre. Apenas tres años más tarde, en 1982, volvió a delinquir: en Alcañiz robaba camiones de tabaco y sumó nuevas violaciones, a una joven de 17 años y a una mujer de 39 a la que golpeó con un tubo metálico antes de agredirla.
Ese mismo año llegó su primer crimen de sangre. En la localidad zaragozana de La Zaida mantuvo una relación con una mujer casada; cuando el marido de ella lo descubrió, lo atacó con brutalidad. Armado con un hacha, descargó 17 golpes, la mayoría en la cabeza del pastor. Ocultó el cadáver en una cuadra y huyó junto a su amante, aunque más tarde regresó a Aragón.
Apenas dos años después, en 1984, mató a su segunda víctima: una niña de 11 años, amiga de una de sus hijastras. La pequeña lo había amenazado con denunciarlo tras sufrir tocamientos. Gali Balaguer la secuestró, la amordazó y la ató en un cobertizo; finalmente la ahogó en una bañera y enterró el cuerpo en cemento. Fue este crimen el que destapó su condición de asesino: la investigación de la Guardia Civil descubrió su rastro, y él mismo acabó confesando el asesinato de la niña y el del pastor.
Reincidente
Por aquellos dos asesinatos fue condenado a 64 años de prisión. Sin embargo, décadas después, en mayo de 2001, logró la libertad. Y, como ya había sucedido antes, reincidió. Primero fue detenido en Portugal por tráfico de drogas, y en 2005 volvió a matar. En esta ocasión, contactó con una prostituta en Ourense y la llevó a Maside, donde la asfixió y abandonó su cuerpo en una cuneta.
Tres meses más tarde, otra mujer denunció haber sobrevivido a un intento de asesinato en el que las pistas señalaron de nuevo a Gali Balaguer. Fue condenado a 19 años de cárcel por este tercer homicidio.
El 21 de febrero de 2025, tras cumplir su última pena en la prisión de A Lama, Gali Balaguer volvió a salir en libertad. Esta vez se instaló en San Pedro, en A Bola, donde logró pasar inadvertido en un primer momento. Los vecinos, sin conocer quién era, lo recibieron con normalidad, como a cualquier recién llegado. Después supieron que el hombre que vivía a unos metros de sus casas era un asesino reincidente y un pederasta con un historial que hiela la sangre.
Desde entonces, el miedo se ha instalado en la aldea. La semana pasada, un equipo de la Televisión de Galicia (TVG) se desplazó a San Pedro para recoger testimonios. Las cámaras grabaron el silencio tenso del lugar, roto apenas por la voz de los vecinos que relatan cómo cambió su día a día desde que conocieron la identidad del recién llegado.
Hoy, con 74 años, Antonio Gali Balaguer vive entre las casas de piedra y las corredoiras de San Pedro. En teoría, ha saldado su deuda con la sociedad. Pero nadie puede borrar el pasado ni los temores que despierta en la memoria. En este pedacito de tierra de Galicia, la rutina ya no es la misma, aunque sólo sea porque a escasos metros de sus vidas descansa un vecino con ese pasado a sus espaldas.
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