Patrimonio

Así son la tradicionales pallozas lucenses: testigos vivos de una forma de vida ancestral

En la actualidad, estas estructuras se mantienen principalmente como referentes culturales y patrimoniales

Así son la tradicionales pallozas lucenses: testigos vivos de una forma de vida ancestral
Así son la tradicionales pallozas lucenses: testigos vivos de una forma de vida ancestralOs Ancares

En las sierras orientales de Lugo, en Os Ancares, se conservan unas construcciones que son la expresión material de un modo de vida que durante siglos supo adaptarse a la dureza del entorno y a las condiciones climáticas extremas. Hablamos de las pallozas, edificaciones tradicionales que combinaban la vivienda familiar y el refugio para el ganado bajo un mismo techo.

Su origen, según estudios históricos y arquitectónicos, se remonta a tiempos prerromanos, vinculándose directamente a las antiguas viviendas castreñas. La planta de las pallozas, tradicionalmente circular, evolucionó con el tiempo para adaptarse mejor al terreno accidentado, tomando formas ovales e incluso rectangulares. Esta adaptabilidad muestra la pericia y creatividad de los habitantes de la montaña lucense, que supieron aprovechar al máximo el entorno natural para construir hogares resistentes y eficaces.

Una de las características más distintivas de las pallozas es su techo empinado, hecho con colmo de centeno o paja, con un espesor que no superaba los 50 centímetros. Esta techumbre no solo evitaba el estancamiento de la nieve y la lluvia, mitigando el riesgo de derrumbes, sino que servía también como un sistema natural de ventilación. El humo producido por la lareira (que hacía la función de calefacción y cocina) se filtraba entre las fibras de la paja, eliminando la necesidad de chimeneas y garantizando así un ambiente cálido y saludable dentro de la casa.

Pallozas de O Piornedo
Pallozas de O PiornedoTurismo de Galicia

Dentro de una palloza, la distribución era sencilla pero ingeniosa. A nivel superior se ubicaba la vivienda propiamente dicha, donde convivían la familia, el hogar o lareira, el horno para hacer pan y el dormitorio. Por debajo, en un nivel inferior, se encontraba el establo, que se comunicaba directamente con la zona de la vivienda y que, además de alojar a los animales, aprovechaba el calor que estos generaban para elevar la temperatura interior. Este sistema rudimentario pero efectivo hacía más llevaderos los duros inviernos que caracterizan la montaña lucense.

Además de su planta y estructura, las pallozas destacaban por su orientación, puesto que se ubicaban para maximizar la captación de la luz solar y minimizar la pérdida de calor, con pocas o ninguna ventana para evitar filtraciones térmicas. También se aprovechaban las pendientes naturales del terreno para facilitar la evacuación de aguas residuales, una solución práctica y eficiente.

Hasta los años setenta, las pallozas permanecieron habitadas, siendo un elemento central en la vida social y económica de la zona. Hoy en día se mantienen principalmente como referentes culturales y patrimoniales. Aldeas como Piornedo, en el municipio de Cervantes, son un ejemplo de esta preservación. Allí, aún se pueden visitar pallozas reconvertidas en museos.

Interior de una palloza.
Interior de una palloza. Museos de Galicia

La aldea de Piornedo, situada a más de mil metros de altitud en las faldas de la montaña Mustallar, conserva uno de los conjuntos más importantes de pallozas de Europa, con un total de 18 edificaciones tradicionales bien conservadas.

Otras localidades como O Cebreiro, emblemática por su ubicación en el Camino de Santiago, o Vilarello, también guardan ejemplares y restos de estas construcciones.

La supervivencia de las pallozas no está exenta de dificultades. La construcción y mantenimiento de estas viviendas requieren un gran esfuerzo y conocimientos tradicionales que comienzan a perderse. No quedan muchas personas expertas en su fabricación y conservarlas resulta, hoy en día, un compromiso y una tarea harto complicados.