Juicio
Una mancha de sangre desmonta la versión de un presunto asesino en Vigo
Los agentes hallaron restos en el marco interior de la puerta del acusado por el crimen de Coia, una prueba que llevó a su confesión tras cambiar varias veces de versión

Una mancha de sangre en el marco interior de la puerta de su vivienda fue la pista que permitió a la Policía desmontar la primera versión de José Luis M., acusado de matar a otro hombre a tiros en plena calle del barrio vigués de Coia. El hallazgo resultó determinante para su detención y posterior confesión, según se ha revelado durante el juicio que se celebra esta semana en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo.
El acusado, que se enfrenta a 21 años y 10 meses de prisión por asesinato y tenencia ilícita de armas, aseguró inicialmente a los agentes que había escuchado gritos en la calle y que, al salir, vio a la víctima discutiendo con un joven que portaba una escopeta recortada. Dijo haber cerrado la puerta y, tras oír dos disparos, volver a abrirla para encontrar al hombre tirado en el suelo, ensangrentado.
Sin embargo, los investigadores pronto detectaron incongruencias en su relato. “Si la puerta hubiera estado cerrada cuando se produjeron los disparos, la sangre no habría llegado al interior del marco”, han explicado los policías hoy ante el jurado. En la inspección inicial observaron restos hemáticos en su mano izquierda y en el marco de la puerta, un indicio que apuntaba a que el acusado se encontraba más implicado en el suceso de lo que había admitido.
Al llegar al lugar, los agentes encontraron a la víctima tendida en el suelo, a escasos metros de la vivienda de José Luis, mientras dos vecinas trataban de reanimarla. Junto al cuerpo, se hallaron una barra de hierro y una cadena gruesa de metal, y un poco más allá, frente a la casa del acusado, un machete con la inscripción “Terror Team” grabada en la hoja.
Escopeta escondida bajo la cama
Ante la acumulación de pruebas y las contradicciones en su versión, el sospechoso fue detenido. Cuando los agentes le acompañaron a su dormitorio para recoger su medicación, confesó espontáneamente que había sido él quien disparó. Les entregó la escopeta recortada, escondida bajo el colchón de su cama, y justificó su acción asegurando que “temió por su vida y por la de su madre”, que se encontraba en el domicilio.
Según su testimonio, el fallecido -al que conocía y que lo había amenazado en otras ocasiones- llegó armado con un machete, una barra de hierro y una cadena. José Luis afirmó haber realizado un primer disparo intimidatorio con cartuchos de sal y un segundo tiro que alcanzó a la víctima en el rostro, causándole la muerte inmediata.
Los agentes recordaron durante su declaración que la calle donde ocurrió el crimen ya era conocida por la Policía debido a conflictos previos relacionados con el trapicheo y amenazas vecinales. Uno de ellos incluso reconoció a la víctima por un tatuaje con la palabra “matón”, que había visto días antes durante una intervención policial.
Tras la confesión, el acusado colaboró plenamente con los agentes, quienes señalaron que se mostró tranquilo y cooperativo. Este miércoles declararán los médicos forenses y el jueves se presentarán los informes finales de las partes, antes de que el jurado popular se retire a deliberar sobre el futuro judicial de José Luis M.