Política

Cuca Gamarra, nueva víctima del temible virus sanchista

La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, ofrece una rueda de prensa mientras se celebra la Junta de Portavoces en la Cámara Baja.
La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, ofrece una rueda de prensa mientras se celebra la Junta de Portavoces en la Cámara Baja.E. parra/ PoolEuropa Press

Sabido es que el sanchismo perjudica seriamente la salud de los propios socialistas, que ahí tienen a Fernández Vara tomando antieméticos para reducir sus náuseas y vómitos por los pactos con Bildu, y a García-Page con serios problemas de faringe al atragantarse con las ruedas de molino de Iglesias, por no hablar de la depresión (sentimiento de orfandad) de Felipe González y de la casi esquizofrenia de Redondo Terreros, que deambula preguntándose qué se puede hacer ante el desastre sanchista al igual que César Antonio Molina, víctima de inquietantes perplejidades. Hay muchos más. También hay bajas en el PP: Pablo Casado sufre el síndrome del abandono («Él no me llama»), Díaz-Ayuso padece pesadillas en las que ve al marqués de Galapagar reconvertido en Conde Drácula, y ahora Cuca Gamarra, la portavoz parlamentaria, confiesa que le quitan el sueño los pactos del Gobierno con los separatistas, por lo que tendrá que tomar melatonina para el insomnio durante mucho tiempo. Además, parece que la falta de sueño le produce, cosa grave, visiones apocalípticas: «Lejos de no dejar a nadie atrás –ha dicho–, lo que hace este Gobierno es llevarnos a todos por delante». La acusarán de pesimismo patológico, que, como dijo Amado Nervo, es una enfermedad del espíritu. Para prevenir que este mal crezca como la peste, los cines rusos retrasan los estrenos de dramas: solo proyectan comedias para subir la moral, una encomiable terapia que aquí nos la proporciona cada día el circo de tres pistas del Gobierno, pero no es gratis: han pagado más de 40.000 millones a Cataluña y País Vasco para lograr sus síes a los Presupuestos. Parece mentira que a un tipo tan apuesto como Él le cueste tanto arrancar un sí, ligar. Debe ser cosa de Begoña Gómez, que a pesar de sus trabajos como directora de una cátedra en la Complutense sobre Transformación Social y Competencia y consultora para África del Instituto de Empresa, aún saca tiempo para marcarlo de cerca. A esto le llamo yo empoderamiento y potencia conciliadora. Cuca quizá se inspire en Pablo Servigne, autor del libro «Colapsología», quien avisa: «Lo que nos espera puede ser peor que la Edad Media». No importa, Él será nuestro rey Arturo, Irene Montero, Juana de Arco Iris y Pablo Iglesias, Robin Hood.