Pasarela política
Errejón y la camisa de hacer como que trabaja
Lo de ir en mangas de camisa, con las mangas remangadas, por supuesto, es tan tan tan tan tan tan tan tan obvio, manido, repetido, poco imaginativo y para nada sutil que, mira, me enfada. Me enfada a cotas decúbito supino. Porque no es necesario. Y no es necesario, repito, porque es tan obvio, manido, repetido, poco imaginativo y para nada sutil, que denota todo lo contrario. ¿Esto es? Que estás tocándote el higuito to’l rato. Que si bien tu mensaje a transmitir es que trabajas como un chino, lo es tanto que estás tan hasta las cejas de ocupaciones, deberes y reuniones que no puedes con la vida y, de ahí, que todo te sobre. Ni chaqueta ni corbata ni puños ni gemelos... Que estás tan tirado al barro, tan enfangado, tan manos a la obra con la tarea, que no reparas en cómo vas vestido... Miraaaa... Yo, eso, no me lo creo.
El yugo del capitalismo
Ahí hay «performance». «Performance» de serie turca. Nada de Bergman ni de Fellini. «Performance», te diré, de función de colegio. Y si la representación va acompañada de resoplidos, cuello desbocado y el pelo de haberte frotado el cráneo aunque lleves gomina como para parar siete trenes, me convierto en un «psichokiller» en potencia y no te recito una letra de un rap de Pablo Hasél, que no quiero que mi jefa y sin embargo amiga queme contenedores en la calle Princesa defendiendo mi humor y mi inocencia una vez que me lleven preso.
Que he entendido lo de «no me pongo corbata» porque «soy el pueblo, pertenezco al pueblo y represento al pueblo». También lo de «no quiero ataduras, que el yugo del capitalismo (la corbata) a mí no me ahoga y fuera los convencionalismos pequeñoburgueses». Ok. Te lo compro. Va. Ahora, ¿lo otro? Lo otro, no. Lo otro es televisión de los 60. Y han pasado otros 60 (años) desde que Kennedy lo hiciera. Entonces, John Fitzgerald, chico, fue un visionario y un comunicador de aúpa. Tú, Íñigo (Errejón), llegas mú'tarde para eso. Ya estoy muy aburrido de ver ese «look», rey...
Y que Dios me libre de decir «Íñigo Errejón se ha tocado el higuito durante la pandemia». No, por Dios. Estoy convencido de que todo lo contrario. Faltaría. Pero rey, y me dirijo a ti, esa reivindicación con tu ropa sobra porque te desdice. ¿Lo mejor de todo? Que la camisa era de un blanco impoluto. Que si hubiéramos seguido con la «performance», tendría que estar llena de rocines y lamparones. Menos mal que ahí pusimos fin a la función y estaba como una patena de limpia bien planchada. Ahí, su ex, Pablo Iglesias, debiera tomar nota... Aquí va un taco, j*, Pablo. J*, chaval, ese chaleco de lana, esa camisa remangada... ¿de verdad? No puedo con el teatrillo de «mis brazos, en esta pandemia, han sido un músculo incansable». Ya, ¿y por eso llevamos también el pantalón caído...? Porque de eso iba el pleno de esta semana, de la comparecencia de Pedro Sánchez, la segunda, para analizar el Estado de Alarma que se prolongará hasta mayo y en la que, según anunció el presi, 11.000 millones de euros irán para autónomos y pymes... Para las que quedan, quiero decir... Y mira, ahí te digo, el presi se dejó de milongas. No hubo teatrillo. Al menos, en su vestuario. De lo demás, oye, ya están los de política para que lo cuenten. Y era así, quizá, porque su cara... Su cara decía lo contrario. ¡Una nutritiva para «Pedrosán»! ¡Un «touché eclat» para «Pedrosán»! ¡Por favor! No voy a hablar de lo guapo que iba porque luego me recriminan que siempre estoy con lo mismo. Pero como diría mi madre, el que es guapo es guapo y punto. Traje en un azul precioso (el mismo que el de la corbata de Pablo Casado. Éste, con gafa redonda de telegrafista del Acorazado Potenkin. Tenían su rollo), corbata en un verde hoja ideal; camisa de popelín azul de cuello muy bonito... Vamos, espléndido. Espléndido ¿por qué? Porque sacó pecho. Ese era su mensaje: «Saco pecho con lo bueno y con lo malo». O sea, era un: «Aquí estoy yo al frente. Es más, aquí estoy yo. Sólido».
Otra cosa era su cara entre gris marengo y verde caqui… Y un mechón de canas que le ha nacido en el flequillo. A ver. Es que esta pandemia nos está dejando a todos líbidos. En nuestras penas, en nuestras cuentas bancarias, en nuestros futuros... ¿Alguien pide más? Esperen un momento, que Pablo Echenique vestido de camarero de chiringo de pintxos (camisa negra de manga corta, corbata roja) se las trae... Ojo, Echenique, cariño. ¿Camisa de manga corta negra? Pfffff. Lo único que se mantiene monocromo es el pelo y el armario de Inés Arrimadas. Eso sí que es inasequible al desaliento.
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