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Crónica

La Montero, digna de ‘MasterChef’: una cocinera que lo aprovecha todo

La ministra de Igualdad, Irene Montero, interviene en la IV Asamblea Ciudadana Estatal de Podemos, lee el programa de la jornada de hoy, a 13 de junio de 2021, en el Auditorio Parque de Lucía de Alcorcón, Alcorcón, Madrid, (España). Ricardo RubioEuropa Press

Todo es bueno para el convento, debe de pensar Irene Montero. Aprovecha todo lo que pilla (últimamente la tragedia de las niñas de Tenerife, el retorno de Plácido Domingo, el caso de Juana Rivas, la docuserie de Rociíto) para demostrar poderío: no está huérfana por carecer de apoyo vicepresidencial ni es cierto que Paco Lobatón vaya a investigar la desaparición de su pareja. No necesita una madre de la posguerra para que le enseñe a hacer tortilla de patatas sin huevos y croquetas con lo que quedó de esa tortilla. Arguiñano diría que es una gran cocinera porque no desprecia nada de toda la casquería que le ponen sobre la mesa. Cuando la jubilen de todas las igualdades y todos los cargos, se podría presentar a MasterChef con muchas posibilidades de ganar, sobre todo si se deja asesorar por Tamara Falcó, una marquesa que enamora a sus hombres haciéndoles tartas de chocolate con sorpresa dentro, y también por Celia Villalobos, que se ha reinventado, dice, gracias al concurso culinario y de paso, plato a plato, ha ganado sabiduría. Tanto es así que ahora nos ha descubierto uno de los grandes misterios de Sánchez: «Solo le importa su culo», ha dicho. Ahí está la gran revelación. Ya alertó Boris Izaguirre que su espalda y su cintura en forma triangular contribuyen a cambiar el paradigma del culo masculino, pero nunca pude imaginar que el trasero presidencial llegara a cobrar tanta relevancia. Ahora me explico su afición a darle la espalda a todo lo que no sea la Voz Kids de Iván Redondo, aunque pienso que su breve encuentro con Biden hubiera sido mucho más extenso e intenso si lo habría iniciado con aquella frase del conde de Romanones: «Al amigo, el culo; a los enemigos por el culo, y al indiferente, aplíquesele la legislación vigente».

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