Opinión
La crónica de Mariñas: Carlota Corredera presume de kilos de más
Enseña su cuerpo desinhibida, sin miedo, reparos ni autocrítica. Es lo que hay y diría que casi lo enseña, exhibe y muestra exaltadora
Curioso, chocante y también sorprendente, cosas de la vida. Más que ver acabar la larga y parecía que modélica relación amorosa entre Enrique Ponce y Paloma Cuevas, solo inquieta y preocupan los motivos por los que no firman el divorcio si parecen de acuerdo en hacerlo. Eso desorienta mucho y propicia todo tipo de especulaciones, cábalas y pronósticos seguramente desatinados. Podrían acabar en los juzgados, un triste y desastroso final para un amor que parecía modélico. A la vista está que no era así, sino tan simple apariencia y fingimiento. Debió de costarles disimular tanto tiempo, no es sencillo aparentar lo que no hay. Y menos la felicidad o falta de ella, no son los primeros en vender más de lo que hay. Pero duele, escama y y sorprende semejante postura cuando no costaría nada contar la verdad.
Lo hace Carlota Corredera, que es sin lugar a dudas la presentadora del momento y todo un aplaudible ejemplo de aceptación física, echándole valor a su físico realmente desmadrado, casi desbocado, sin ningún tipo de reparos, objecciones o disimulos.
Lo enseña desinhibida, sin miedo, reparos ni autocrítica. Es lo que hay y diría que casi lo enseña, exhibe y muestra exaltadora como más orgullosa que resignada. No queda otra y lo expone con valor ejemplarizante aunque cabe esperar que anime más de un régimen adelgazante. Para ella el primero, con respeto. Con lo guapa que es, ganaría mucho si perdiera esos kilitos que ahora no le hacen justicia. Sería otra. Pero, pensándolo bien, tampoco importa. Hay que valorar su arrojo, decisión, verla tan resuelta y firme mostrando gorduras nada agobiada y casi diría que hasta desafiante. Olé por ella, servirá de ánimo y conformidad.
Estamos seguros de que servirá para que muchos admitan y comprendan sin reparos que estar gordo no es pecado y que tan solamente es el contrario de estar flaco. Cuestión de cabeza, aceptación y conformidad, no queda otra que resignarse y, sobre todo, comer menos. Esa es la clave, siempre. Aunque nos cueste, si lo sabré yo. Pero merecería la pena semejante esfuerzo. Sería la pri mera en alegrarse. Que cunda su ejemplo.
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