Casas reales
El 24-O de Don Juan Carlos: comida en Madrid mientras exhumaban a Franco
Acompañado de la Reina Sofía, el día de la exhumación comió en un restaurante del barrio madrileño de Chueca con los Reyes de Bulgaria y la diseñadora Carolina Herrera
Acompañado de la Reina Sofía, el día de la exhumación comió en un restaurante del barrio madrileño de Chueca con los Reyes de Bulgaria y la diseñadora Carolina Herrera
El día que exhumaron a Franco, Don Juan Carlos y Doña Sofía compartieron mesa con los Reyes de Bulgaria y la diseñadora Carolina Herrera en el restaurante Moncalvillo, en el barrio madrileño de Chueca. Muchos fueron los que se preguntaron dónde se encontraba el Rey Emérito en el momento en que los restos del Caudillo salieron del Valle de los Caídos, más aún porque fue su firma la que pidió al abad el traslado del cadáver de su antecesor como Jefe del Estado a San Lorenzo del Escorial. Este es solo un ejemplo del afán del Monarca por mantenerse alejado de los focos.
Cuando Don Juan Carlos abdicó el 2 de junio pasado, sus apariciones institucionales disminuyeron. Mantenía su estatus dentro de lo que Zarzuela denominó el «núcleo duro». Esta nueva definición marcaba la diferencia entre la Familia Real y la Familia del Rey. Sirvió como excusa para sacar del listado a la Infanta Cristina, marcada por el Caso Nóos, y, de paso, también se eliminó a la Infanta Elena. Así quedaba el organigrama familiar de la jefatura del Estado hasta que el Rey Emérito tomo la decisión de jubilarse, con lo que implicaba por excepcional esa situación. No había referente histórico. Cuando dejan la titularidad, el tratamiento es el de «Reina Madre» o «Rey Padre», pero nunca «Monarca Jubilado». Una alternativa oficialmente elegida de la que nunca sedio una explicación convincente, más allá de haber cumplido 81 años y querer «pasar página».
Después llegó la operación coronaria y su recuperación, que le mantuvo fuera de juego y de las rutas gastronómicas y taurinas que compartía con la Infanta Elena. Esta atípica modalidad de jubilado en la Corona española ha originado que no haya información sobre su vida actual. Se ha comentado su ausencia en el Teatro Campoamor en el día en que su nieta, la Princesa de Asturias, se estrenaba en la entrega de premios que llevan su nombre. Nunca se planteó su presencia porque desde que el Príncipe Felipe cumplió 17 años la única que asistía era la Reina Sofía. Ahora, tras su jubilación, hay una especie de silencio administrativo que solo se rompe cuando el padre de Felipe VI se deja ver en lugares públicos.
La última vez que se tuvo constancia de su presencia más o menos oficiosa fue en la boda de Rafa Nadal y María Francisca Perelló la pasada semana en Mallorca. El Rey jubilado acudió con la Reina Sofía (que sí mantiene agenda oficial) a la ceremonia religiosa y al convite nupcial. Una vez acabó el almuerzo, el matrimonio real se despidió de los novios y abandonó Sa Fortalesa, el lugar inexpugnable elegido por el campeón y su ahora mujer. Ese sábado, el destino de la Reina Sofía fue el Palacio de Marivent, donde realmente pasa temporadas, y no Londres ni Grecia, como se ha dicho. Allí alarga el verano hasta bien entrado el otoño. Mallorca es uno de sus lugares preferidos porque está lleno de buenos recuerdos, de veranos compartidos con el Príncipe, las Infantas y los nietos, y donde puede hacer una vida tranquila. Para los periodistas y fotógrafos locales la Reina Sofía no es novedad, porque están acostumbrados a verla por la calle acompañada de su hermana, la Princesa Irene.
Mientras Doña Sofía permanecía como «guardiana de Marivent», Don Juan Carlos hacía el camino de vuelta a Madrid. A diferencia de los años posteriores a la abdicación, en los que el Rey Emérito mantenía una agenda privada variada y lo mismo visitaba a la familia Fanjul en Santo Domingo que compartía regatas en Sanxenxo, el calendario actual es muy distinto. La operación del mes de agosto, en la que le implantaron tres «stend» ha marcado un antes y un después. Y, sobre todo, los movimientos reales de los que al estar jubilado ya no es necesario que informe. Mantiene, como explicó en su día el equipo médico, un cambio de hábitos importante. De hecho, en la boda de Nadal se sirvió un menú especial para el Rey sin sal y sin grasas. En Zarzuela tiene sus horarios de ejercicios con fisioterapeutas y debe cumplir con un régimen de comidas que no le permite las grandes citas gastronómicas a las que estaba acostumbrado.
Una rutina muy alejada de las jornadas cinegéticas con el grupo de cazadores con el que hasta hace un par de años aún compartía monterías. Y tampoco le vienen bien los viajes de larga distancia en los que debe permanecer mucho tiempo sentado como sucede con los desplazamientos a Estados Unidos. Hace dos años pasó la Nochevieja en el Hotel Beverly Wihshire de Los Ángeles. En esta nueva etapa, parece que eso no se contempla. Al menos por ahora.
La próxima cita es en Sanxenxo
La vida de Don Juan Carlos es ahora más tranquila y apacible, e incluso la relación con Doña Sofía es más comunicativa. Mantiene su grupo de amigos gallegos, con los que pronto volverá a encontrarse. Será el 16 y 17 de noviembre, cuando se celebra en Sanxenxo una regata en la categoría 6M en la que participa el Bribón, el barco donde el Rey es patrón. Es muy pronto para que vuelva a navegar, pero no para que acuda a la localidad gallega a disfrutar de su vida de «Jubilado Real». Este grupo deportivo está formado por empresarios aficionados a la regata y que no necesitan el favor real.
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