Crónica

Paloma Barrientos: así fue la última noche del año que compartí con Jaime Ostos

La mañana que murió, tuvo tiempo de recorrer los lugares más importantes en su vida taurina. Como si fuera una premonición, quiso decir adiós y rememorar tiempos pasados y gloriosos

Jaime Ostos ha fallecido a los 90 años en Colombia, uno de los países a los que más cariño tenía. Triunfó en las plazas de Bogotá, Cali o Maizales y así me lo recordaba el último día del año. Esa noche, en la plaza De San Pedro Claver, compartí con él fiesta, dobles uvas y rumba hasta las tres de la mañana. Este lugar es uno de los más bonitos de Cartagena de Indias, donde el torero y Mari Ángeles Grajal, su mujer, quisieron pasar las Navidades con su grupo de amigos colombianos y españoles.

Llegaron el día treinta después de un accidentado viaje desde Madrid. Al no haber vuelo directo, la pareja debía hacer escala en Bogotá, y de ahí tomar otro enlace para llegar a medianoche a la casa de sus amigos Ivette Uhia y el torero retirado Gitanillo de América. Allí le esperaban los anfitriones, que habían preparado una cena en su honor. No pudo ser, porque el trámite en inmigración con demasiada gente en estas fechas alargó laespera. Por fin aparecieron al día siguiente, y Ostos lucía fresco como una rosa. “Es impresionante la capacidad de adaptación que tiene. Yo estoy agotada, y él… ya lo ves, con ganas de juerga. Siempre es así”, me contaba la doctora Grajal, horas después, cuando volvimos a reunirnos. Esta vez era para tomar las uvas de la suerte en la villa de la empresaria Maika Pérez de Cobas a las seis de la tarde, hora colombiana.

Jaime Ostos, rodeado de amigos y seres queridos en Nochevieja
Jaime Ostos, rodeado de amigos y seres queridos en NocheviejaPaloma BarrientosLa Razón

Hizo la entrada triunfal a los acordes de un pasodoble. Como homenaje, su colega Gitanillo de América había colocado al lado del árbol de Navidad uno de sus capotes de cuando aún estaba en activo. Ostos no dudó en dar unos pases mientras invitaba al resto de asistentes a que vieran lo que pesaba. Efectivamente, no era liviano, pero sí lo parecía en manos del torero. Esa noche, Jaime Ostos acompañó a los mariachis que llegaron a la casa para festejar el nuevo año español. Después, nos fuimos todos a una cena en la plaza de San Pedro, uno de los principales enclaves en Cartagena. El lugar se había cerrado para celebrar el último día del 2021 y, a pesar de sus años, Jaime no dudó en ningún momento en formar parte del grupo familiar y de amigos. “Estoy feliz, Paloma, la vida me ha regalado muchas cosas buenas, y una de ellas es estar hoy aquí con la gente que quiero. Voy a brindar con cocacola (nunca tomó alcohol) para que en el 2022 desaparezca por fin el covid”, me dijo.

Jaime Ostos, rodeado de amor en su último viaje a Colombia
Jaime Ostos, rodeado de amor en su último viaje a ColombiaPaloma BarrientosLa Razón

El torero estuvo ingresado hace unos meses e incluso se temió por su vida. Salió recuperado y dispuesto a seguir disfrutando de la vida. Esa noche llamó la atención de todos los presentes al salir a bailar el primero y, de esa manera, animar al resto de personas que cenaban en el mismo lugar y que desconocían quién era ese señor mayor tan marchoso. Al día siguiente, volvimos a encontrarnos. Y de nuevo mostró su vitalidad. Un almuerzo donde él y la doctora Grajal colocaron la guinda a los postres marcándose unas sevillanas. El comentario general era el mismo: “¿Este hombre no se cansa?”. Y Ostos se reía y presumía de años: “Tengo 91″. Mari Ángeles Grajal le corregía: “Jaime, hasta abril no los cumples”, y entraban en discusión, que ganaba el marido: “Vamos a ver… nací en 1931 y estamos en 2022, suma y verás que da 91″.

Recuerdos del último viaje de Jaime Ostos a Colombia
Recuerdos del último viaje de Jaime Ostos a ColombiaPaloma BarrientosLa Razón

Aún tuvo tiempo en Cartagena de hacer una excursión marítima a las islas del Rosario, donde volvió a demostrar su estado físico. El Día de Reyes, el matrimonio y sus anfitriones, Ivette Uhia y Gitanillo, regresaban a Bogotá. El 8 tenían vuelo de Iberia a Madrid a las ocho de la noche. No pudo ser. A pesar de su aparente buen estado físico, murió en el hospital horas antes de volver a España. Esa mañana, tuvo tiempo de recorrer los lugares más importantes en su vida taurina. Visitó la plaza de Santa María, el hotel donde se alojaba y la ciudad que le acogió en sus tardes de gloria. Como si fuera una premonición, quiso decir adiós y rememorar tiempos pasados y gloriosos.