Jaime Ostos, gran referente taurino de los años sesenta
Fallecido hoy a los 90 años tras sufrir un infarto en Colombia, donde se encontraba con su familia, está considerado una de las grandes figuras taurinas de los años sesenta
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El estado de salud del célebre torero, que pasaba las fiestas de Navidad en Bogotá (Colombia) en compañía de su esposa, María Ángeles Grajal, era especialmente delicado en los últimos tiempos. Había superado una infección por coronavirus. Previamente, en 2019, sufrió un edema pulmonar y en 2020 fue ingresado en un hospital madrileño por una grave lesión de espalda.
Jaime Ostos Carmona nació en Écija (Sevilla) el 8 de abril de 1933, aunque otras biografías adelantan su nacimiento a 1931. Hijo de una acomodada familia de agricultores, entró en contacto con los toros cuando cursaba estudios, que abandonó por su afición y vocación de matador.
Debutó con público en su localidad natal el 1 de junio de 1952 y cuatro años después, el 13 de octubre de 1956, tomó la alternativa en Zaragoza de manos de Miguel Baez “Litri” y en presencia de Antonio Ordoñez. La confirmó dos años después en Las Ventas, en Madrid el 17 de mayo de 1958 con Antonio Bienvenida de padrino y Gregorio Sánchez como testigo.
Considerado desde ese momento como una destacada figura del toreo por su valor y buena técnica, encabezó en 1959 el escalafón de matadores y el de 1962 fue el año de un diestro con más corridas, 79. Además, salió a hombros por la puerta grande de Las Ventas. Esa década de los sesenta fue de triunfos para Ostos, hasta el punto que el 1 de octubre de 1967, en pleno ruedo de la Real Maestranza de Sevilla, le fue impuesta la Cruz de la Orden Civil de la Beneficencia.
Pero sufrió también importantes cogidas, como la de Tarazona (Zaragoza) el 17 de julio de 1963 que fue de tal gravedad que le administraron la extremaunción. Aunque anunció su retirada en 1974, participó posteriormente en festivales benéficos. Su última aparición tuvo lugar en Écija, el 23 de marzo de 2003, donde se le ofreció un homenaje y se inauguró un monumento en su honor.
Tras su retirada tuvo la iniciativa de crear en 1978 de la Asociación de Matadores de Toros, Novilleros y Rejoneadores, de la que fue presidente y se dedicó también a la pintura, otra de sus aficiones. En 1989 expuso por primera vez en Madrid, una colección de 45 óleos, en los que predominaba el paisaje y, paradójicamente, estaba ausente el tema taurino. Participó en tertulias radiofónicas y obtuvo importantes premios, como el Trofeo Manolete o la Medalla de la Asociación Española de Amigos de Goya, que le fue entregada en 1994.