Pareja
Malú y Albert Rivera: juntos pero no revueltos
La cantante y el expolítico no viven su mejor momento sentimental mientras él litiga contra el bufete de abogados donde trabajaba y del que fue despedido
El pasado fin de semana se desvelaba un secreto que se repetía a voces en distintas redacciones, hace meses. El expolítico Albert Rivera, 42 años y la cantante Malú, 39 años, habrían puesto fin a una relación que nació en 2019, fruto de la cual nació la pequeña Lucía en 2020. Aunque distintos portales y medios han desmentido la ruptura, basándose en unas fotos de la pareja paseando junto a la pequeña, tampoco esto significaría que hayan superado una crisis y se hayan dado otra oportunidad. La imagen de normalidad entre Malú y Albert ha sido interpretado por algunos como un desmentido de la ruptura. La cantante y el abogado tienen una pequeña en común y han demostrado verdadera devoción por ella. Lo natural y deseable es que, aunque el amor se hubiese marchitado, puedan mantener una relación basada en el cariño y respeto.
Una persona del entorno más cercano a la pareja, no solo confirma la ruptura sino que ofrece algunas claves del deterioro de la relación. El idilio se habría visto minado por la incompatibilidad de caracteres de dos personas con fuertes y firmes personalidades que han ido chocando casi desde el inicio de la relación pero sobre todo en los últimos meses. La convivencia se ha ido deteriorando. La llegada de la pequeña al mundo supuso un bálsamo en la relación, pero la pandemia y las circunstancias particulares de cada uno han alimentado ese paulatino deterioro a nivel sentimental y la necesidad de poner distancia entre ellos. Malú lleva tres años sin pisar un escenario. La cantante y compositora madrileña sacó su duodécimo álbum discográfico el pasado mes de octubre. El álbum «Mil batallas» ha supuesto una reactivación profesional de una de las mejores voces de nuestro panorama musical. Malú está muy ilusionada con la gira para presentar sus nuevos trabajos. La cantante, muy apegada por gustos musicales, influencias flamencas y un profundo sentimiento a su ascendencia andaluza, ha viajado últimamente a Cádiz y Algeciras. Malú se ha reencontrado con sus músicos, recuperado la seguridad y gusto por esos rincones del sur que tanto le han servido de inspiración en sus composiciones. La desgarradora y especial voz de la enorme artista, va recuperando el tono. La preparación de la gira le ha dado fuerzas a la vez que la aparta de los problemas sentimentales que arrastraba desde hace casi un año.
Litigios en el bufete
Por su parte, Albert Riveravive uno de sus peores momentos en el aspecto profesional. El expolítico fichó por el prestigioso bufete de abogados Martínez-Echevarría. Su contratación, como si de una estrella del fútbol se tratase, fue anunciada en un clima de polémica y recibido con recelo por algunos de sus colegas de despacho. El bufete contrataba al expolítico como uno de los abogados mejor pagados y mejor considerados de la firma. A pesar de que Albert Rivera no contaba con mucha experiencia, tan solo unos meses de becario en La Caixa. Sin embargo, no se cumplieron las ambiciosas expectativas que los responsables depositaron en él. Parece que Albert habría ofrecido contactos y relaciones con potenciales e importantes clientes que nunca se formalizaron. La relación se ha roto de manera abrupta con comunicados cruzados de extrema dureza. El catalán fue despedido de manera fulminante por no cumplir con su labor, a la vez que se filtraba una información que dejaba en muy mal lugar, profesionalmente al expolítico. Vago, poco profesional, mal compañero y prepotente. Albert Rivera, a su vez, anuncia una batalla legal contra el bufete en el que ha trabajado, por despido improcedente. Reivindica que estaba en plena planificación cuando fue despedido sin motivo objetivo alguno. Albert reclama una millonaria indemnización, 500 días por año trabajado o su salario íntegro, con fijos y variables hasta 2025. Desde el bufete han contestado con una humillante pero clara respuesta. Basan el despido, de manera procedente, en la poca disposición y nula capacidad profesional de Albert Rivera. Califican sus pretensiones económicas de ofensivas y fantasías. Los responsables del bufete Martínez-Echevarría se muestran decepcionados y engañados con Albert Rivera y anuncian que no habrá negociación, aunque reclamase tan solo 1.000 euros de indemnización. Dicen que tiene pruebas suficientes para ganar una hipotética y previsible batalla legal con el exlíder de Ciudadanos. La delicada y desagradable situación profesional de Albert Rivera no ha ayudado en la ya de por sí complicada situación personal. Según su entorno, Albert habría valorado su vuelta a la política, pero no en la formación naranja sino que habría ponderado su regreso integrándose en la estructura del PP, pero la respuesta no ha sido positiva.
Albert, nuevo trabajo en el sur
Librará la batalla legal con el bufete que ha prescindido de sus servicios pero tiene su futuro profesional resuelto. En las próximas semanas anunciará su nueva actividad. Según su entorno estará ligado al sector profesional privado y ubicado en el sur. Prefieren no dar más detalles pero es sintomático y revelador que Albert esté dispuesto a cambiar de lugar de residencia por exigencias profesionales, las mismas que le separan de la capital por motivos personales y sentimentales.
El expolítico catalán y la cantante madrileña, siempre se han mostrado discretos y jamás han confirmado la naturaleza y estado de la relación que les une. No confirmaron públicamente el comienzo de la relación y tampoco harían lo propio con una ruptura. Simplemente se han mostrado con naturalidad. Nunca facilitaron imágenes de su vida en común pero tampoco trataron de ocultarse. Celosos de su vida privada y reacios a que aspectos ajenos a sus respectivas actividades profesionales transciendan, han sobrellevado con paciencia, resignación y respeto las noticias sobre su vida sentimental. Ambos asumen que la dimensión pública y el interés y cariño que despiertan supone un peaje en sus vidas. Albert Rivera y Malú seguirán mostrándose juntos, síntoma de madurez y respeto pero la relación, según su entorno más cercano, está rota, de momento. Diríase «Juntos pero no revueltos…». O eso es lo que parece.
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