Juicio
Isabel Pantoja se derrumba, como nunca, ante el juez
La Fiscalía pide para la tonadillera tres años de cárcel. La sentencia podría conocerse en menos de un mes
Visto para sentencia. Poco antes de las diez de la mañana, Isabel Pantoja se presentaba en la puerta del Juzgado de lo Penal número 5 de Málaga, situado en la Ciudad de la Justicia, del brazo de su hermano Agustín, para enfrentarse a un duro proceso que podría conducirle de nuevo a prisión. Tres años de cárcel pide el fiscal par la tonadillera por un delito de cooperación en un caso de insolvencia punible. Su hermano Agustín también declaró en calidad de testigo.
Isabel demostraba en su rostro la enorme preocupación que le embarga, vestida de negro y con aspecto lloroso, tuvo que ser escoltada por siete guardias civiles ante el numeroso grupo de periodistas que le esperaban en el edificio.
Su único consuelo fue encontrarse con unos fans que no pararon de animarla. Pero ni eso consiguió sacarle una sonrisa.
Una fuente cercana a la artista desvela que «está aterrorizada ante la posibilidad de regresar a la cárcel. Tiene mucho miedo. Y ha intentado por todos los medios que se aplazará este juicio sin conseguirlo. Padece una grave depresión y se ha aislado de todo y de todos. Su única ilusión es marcharse de gira a Argentina dentro de un par de meses. Si el proyecto se le viene abajo por culpa de este juicio se hundiría por completo».
Ante el juez, la artista intentó aparentar tranquilidad sin lograrlo. Se la veía nerviosa. Contestó a las preguntas con monosílabos y evasivas, intentando desvincularse de alguna forma del supuesto delito.
«Yo era administradora única de la empresa, pero no entiendo de papeleos, las deudas se fueron pagando como hemos podido, no tenía conocimiento de todos los movimientos, y cuando supe lo de la venta de la casa estaba privada de libertad y recibí la notificación en prisión. Pero la culpa me la echo a mí, pisé todos mis bienes como aval para salvar esa propiedad… Quería salvar mi patrimonio».
Sobre su hermano Agustín manifiesta que «le firmé un poder delante de un notario y un abogado para vender esa casa y que quedara liquidado todo lo que se debía. La propiedad era prácticamente de un banco. Estando en prisión no tenía conocimiento de lo ocurrido… Confío en mi hermano, porque es la única persona que tengo a mi lado y que moría por mí».
Nuevos llantos y un silencio del todo significativo. Y prosigue: «Me llegó una notificación a prisión y ahí fue cuando me enteré de todo lo que estaba ocurriendo, mi gran problema es que no podía salir para solucionarlo, y en la cárcel no recibía visitas de los abogados. Solamente venía mi familia, mi hermano, mis hijos, mi sobrina… pero, señor juez, no me pida que entre en temas personales porque es innecesario y lo paso muy mal. Es innecesario».
Por su parte, Agustín manifestó que «fui al notario a firmar la venta. Me dijeron que era una venta sin remuneración, solamente para pagar acreedores, y firmé lo que me pidieron», declara.
Una de las periodistas presentes en la sala, Nuria Chavero, explica que «Isabel se puso a llorar y el magistrado tuvo que consolarla. Pero ella se vino abajo. Cuando llegó al juzgado ocultaba sus ojos con unas gafas oscuras, el tumulto fue tan grande que en un momento los empujones le separaron de Agustín. Ella lloraba inconsolablemente y hubo que aplazar unos minutos el juicio». La causa en cuestión juzga a la artista como administradora única de Panriver 56, empresa que, presuntamente, participó en una operación irregular de deuda vinculada a la venta de «Mi gitana», cometiendo un delito de insolvencia punible. Aparte de los tres años de privación de libertad, el fiscal solicita una multa de veinte euros diarios durante dieciocho meses, lo que supone un total de 10.800 euros. La sentencia podría conocerse en menos de un mes.
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