Polémica

El regreso negacionista de Miguel Bosé con Pámies a diez euros la entrada

Hoy habrá un mano a mano entre el cantante y el curandero en su surrealista cruzada contra la ciencia

Josep Pamiés y Miguel Bosé
Josep Pamiés y Miguel BoséLa RazónLa Razón

Mano a mano con Miguel Bosé. Sábado, 30 de julio. La invitación, vía WhatsApp, prometía y, por un momento, nos dio por imaginar aquel histórico dueto con Rafa Sánchez, en Las Ventas de Madrid, con las «Manos vacías». Qué va. La estrella con quien comparte cartel y azar no es tal, sino el curandero y horticultor catalán de nombre Josep Pàmies, que le ha vuelto a invitar a su surrealista cruzada contra la ciencia. Si el cantante da la nota, no será para cantar «Creo en ti», «Don Diablo», «Linda», «Amante bandido», ni cualquier otra canción de su loquísimo repertorio. Antes, su voz tendría que recuperar su rabiosa tesura de barítono y, mucho antes, el norte perdido.

La cita se anuncia en la sala del jardín medicinal de la asociación de este horticultor, Dulce Revolución, en Balaguer (Lérida). «Encuentro con dos hombres sensibles y comprometidos», señala la invitación. El precio son 10 euros, aunque los socios reciben un vale descuento de 5 euros para compras en la tienda Garden Pau Pàmies, «a canjear el mismo día». Por 14 euros, los asistentes que lo deseen podrán disfrutar de un menú degustación de lo que el anfitrión llama «comida medicinal ecológica de proximidad». Y si el bolsillo sigue dando de sí, podrán también adquirir un ejemplar del libro de Miguel Bosé, «El hijo del capitán Trueno», firmado por él esta tarde. El cantante no quedó baldado de los vituperios que recibió hace un par de meses en la Feria del Libro de Madrid. Los visitantes le afearon su negacionismo y abandonó apresuradamente el recinto custodiado por varias personas de su confianza. Hoy no habrá preguntas incómodas y, en el peor de los casos, el fuego será amigo.

Miguel Bosé
Miguel BoséManuel Pinilla CrucesEuropa Press

Loco o cuerdo, no es su primera actuación con este hombre, pero no deja de sorprender. Hace un año por estas fechas, intervino en un evento similar vetado para los periodistas, si bien supimos de él gracias a las redes sociales. En aquella ocasión se le vio desubicado, con la mirada perdida y balbuceando alguna idea contra las vacunas sin desprenderse de ese halo de misterio con el que le gusta vivir. En su mirada, más impactante cuanto más espesa es su máscara de pestañas, es difícil reconocer al joven andrógino que aparece en la portada del libro, tocado con montera y cubierto con el capote de paseo de su padre, el torero Luis Miguel Dominguín.

A pesar del libro en el que explaya sus venturas y desventuras, Bosé sigue librando batalla contra esos demonios internos que le han robado la voz, provocándole una disfonía psicógena de raíz emocional, según explicó en televisión a Jordi Évole: «Cuando mi relación de pareja empezó a ir mal, cuando el amor no existe [...] cuando todo se derrumba, en mi caso por discreción, por responsabilidad, por educación también, aguantas. Y estalla. Estalla mal y empiezan los problemas serios. Y, para mí, uno de esos problemas fue la voz. Ahora puedo hablar, pero he llegado a no tener voz, cero». En esa entrevista desplegó sus teorías pseudocientíficas y cargó contra políticos, médicos, farmacéuticos y medios de comunicación «cómplices», presagiando un segundo juicio de Núremberg. «Van a caer todos», anunció.

En la comida medicinal que Pàmies hace crecer a la vera del río Segre desde los 16 años, siguiendo una tradición familiar de varias generaciones, según ha contado en varias entrevistas a LA RAZÓN, el producto estrella es la estevia. Aunque se usa como edulcorante alternativo al azúcar, la venta de la planta de la que se origina, la Stevia rebaudiana, está prohibida. El catalán aconseja masticar la hoja para aprovechar las propiedades milagrosas que él atribuye: antidiabética, hipotensora, cardiotónica, diurética, antioxidante, antirreumática, antibacteriana o antitumoral. Todo un despropósito para la medicina y para la industria farmacéutica, a quien no duda en atacar.

El menú sabatino con el que Bosé y el mesías de las plantas mágicas despiden el mes de julio incluirá un surtido de hortalizas, flores comestibles, hierbas y otras plantas de esas que Pàmies llama medicinales. Por ejemplo, el diente de león, que dice que viene bien a la circulación y regenera el hígado; ortiga para depurar la sangre; caléndula para las infecciones; o la planta de la bruja, que asegura que es un potente antitumoral. En su particular vademécum no falta el famoso clorito de sodio que a él le sirve de panacea contra toda dolencia, incluida la Covid 19, a pesar de las denuncias que ha recibido.

En un contexto tan desquiciado, Bosé vive ajeno, al menos aparentemente, a la vuelta de su exnovio Nacho Palau del reality «Supervivientes», abanderando con gusto esa lucha «entre la luz y la oscuridad; entre el bien y el mal» y cayendo en la mentira más común, aquella con la que uno se engaña a sí mismo. Nunca mejor dicho, a esto se le llama sacar los pies del tiesto.

Palau, el superviviente más duro

Nacho Palau, de escultor malogrado a Robinson en Honduras. Durante más de 90 días, Nacho Palau, expareja de Miguel Bosé, ha vivido su particular epopeya en «Supervivientes». Llegó a las puertas de la final, pero finalmente el cheque de 200.000 euros fue para Alejandro Nieto. Evolucionó de hombre malhumorado a uno de los concursantes más duros inventando infinitas filigranas para resistir el embate del hambre, las pruebas, los recuerdos y un buen puñado de asuntos pendientes.