Polémica
Esther Doña y la rocambolesca historia de Bruno, su nueva ilusión
La modelo malagueña está en el ojo del huracán después de su sorprendente ruptura con el juez Santiago Pedraz. La nueva ilusión de la modelo suma otro factor a la agitada historia amorosa de la viuda de Carlos Falcó
Esther Doña ya tiene una nueva ilusión tras su ruptura abrupta con el juez Santiago Pedraz. Hasta el 12 de agosto la relación amorosa era especial. Tanto es así que después de un año de compartir la vida tenían previsto casarse en el verano de 2023. La feliz noticia la habían compartido con sus respectivas familias y el magistrado había sellado la importante decisión con un anillo de compromiso. El juez había cumplido con todos los tramites protocolarios que incluía comunicárselo a la futura suegra, como así hizo. Repetía los pasos que había hecho con su anterior relación, Sylvia Córdoba, especialista en Derecho Penal y reconocida profesionalmente en el mundo de la abogacía. Amistades y compañeros del juez sabían de este compromiso y boda que finalmente no sucedió ya que el juez se enamoró de Esther Doña. Dos realidades muy diferentes y con nulos nexos de unión. Gracias a su boda con Carlos Falcó, Doña conoció al que después se convertiría en su novio. El aristócrata tenía una excelente sintonía con Pedraz antes de que llegara a su vida la que después se convertiría en su cuarta esposa. Las dos parejas compartían almuerzos y cenas con el magistrado y Sylvia Córdoba con la que Carlos Falcó se entendía muy bien.
Cuando llegó la pandemia dejaron de verse. Nadie imaginaba que la viuda acabaría de novia del magistrado de la Audiencia Nacional, pero así sucedió. Se convirtió en la novia oficial ante las sorpresa de los colegas del magistrado que daban por seguro que asistirían a la boda de Pedraz y la abogada penalista. Pero el enlace ya tenía diferentes protagonistas.
Esther había estado casada con anterioridad dos veces aunque según sus propias palabras «me casé en Londres, pero nunca lo llegué a legalizar». Se entiende que no lo formalizó en el Consulado español y de ahí que la viuda diera por bueno que solo tuvo un marido oficial antes de la llegada del marques de Griñón a su vida.
Esther Doña era una desconocida en el mundo mediático. Había formado parte del coro de Julio Iglesias como ella misma contó. También tuvo su etapa afectiva con Máximo Valverde y una amistad con Luis Miguel Rodríguez, dueño de Desguaces La Torre. Por alguna razón esta relación no tuvo recorrido y dejaron de verse. Al no tener vertiente pública ni formar parte de la iconografía de las revistas del corazón ni del mundo rosa, la vida amorosa de Esther Doña solo tuvo repercusión por su noviazgo con el aristócrata.
A partir de ese momento Carlos Falcó la introdujo en un mundo social desconocido para ella. Acudía a fiestas importantes, cenas y almuerzos culturales, viajes por las rutas y bodegas del mundo del vino donde Griñón era reconocido y respetado. También participaba de reuniones privadas en casas de los amigos del marqués que llegó a pedir que la cuidaran. La muerte de Carlos Falcó en marzo del 2020 truncó esa vida y fue entonces cuando decidió organizarse ella misma. Comenzó a colaborar en programas de televisión pero no tuvo demasiado éxito. Le encargaron un libro sobre su etapa matrimonial donde Esther daba las pautas y un corrector de estilo le daba forma.
Y de pronto, llegó el juez Pedraz a su vida que abrió un nuevo capítulo en su agenda afectiva hasta este agosto en que el juez dio por finalizada la relación. ¿Qué había pasado para esta ruptura abrupta y aparentemente sin sentido? Pues ni más ni menos que Esther Doña tenía una nueva ilusión de la que el juez se enteró a toro pasado y sin posibilidad de reconciliación.
Carla, la gran víctima
Se trataría de Bruno R. Un empresario de cuarenta y ocho años que se dedica al sector naviero, igual que otros miembros de su familia de origen gallego. Un nivel económico alto igual que el de su familia, sobre todo la madre de Bruno, doctora y especialista en neurología. Divorciado y con una relación estable desde hace cinco años con Carla, también separada y madre de un hijo. La hasta ahora pareja trabaja con un familiar y amistades y familia daban por hecho que tenían un proyecto de vida en común. Vivían en el chalet propiedad de Bruno en La Moraleja que Carla ha tenido que abandonar para trasladarse a casa de sus padres. Confirman a quien esto firma que «está destrozada. Ella y la familia. No se esperaban que sucediera esta historia y no tenían ni idea de que hubiera una conexión con Esther Doña. No quiere saber nada de Bruno por cómo ha hecho las cosas. Te puedes enamorar pero no hacer las cosas tan mal».
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