Opinión
El diario de Amilibia: Irene, hablemos del placer a los 80
"¿Qué hago, Irene Montero y Pam, para aliviar mis soledades y calmar los deseos que endemoniadamente aún subsisten?"
«Ahora que ya nos veis, hablemos del placer a los 60», dice la campaña del ministerio de Igualdad. Como en unos días voy a cumplir años, le grito al televisor: ¿por qué no hablamos del placer a los 80? ¿Se supone que los octogenarios, con un pie en el Más Allá y otro en la guerra contra la prostatitis crónica, ya no contamos en los asuntos del gustirrinín, en especial los octogenarios viudos, como es mi caso? ¿Qué hago, Irene Montero y Pam, para aliviar mis soledades y calmar los deseos que endemoniadamente aún subsisten? Dirán que me busque una pareja adecuada a mi edad, pero la verdad es que yo prefiero una de 28, como mi amigo Sánchez Dragó. Saludos, Emma.
Pero no sé dónde se liga a los 80. ¿He de ir a esas excursiones a Toledo que organiza la parroquia de mi barrio? ¿A los cursillos de informática, cerámica o pintura que hacen en los Centros de Mayores? ¿A las discotecas o salones de baile donde al parecer perrea la Tercera Edad? No me apetece nada y creo que el Imserso aún tardará en organizar viajes a Tailandia con opción a masajes con final feliz. Porquehay un problema: a mí no me gustan las viejas y sospecho que a las viejas no les gustamos los viejos. Ahí tienen a Yolanda Díaz (que no es vieja aún) haciendo manitas con Íñigo Errejón, que más que el líder de Más País parece el Peter Pan del País de Nunca Jamás.
Pam me recomendará, imagino, recurrir a la juguetería sexual. Si no sé montar un mueble de Ikea, ¿cómo voy a interpretar las instrucciones del Loli Vibrador del Punto Po o del Satisfyer Men Vibrator? SOS, Irene.
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