DEP
Muere Carmen Sevilla a los 92 años
La actriz ha fallecido este martes en un hospital de Madrid
Para los que tuvimos la suerte de compartir amistad y confidencias conCarmen Sevilla, la noticia de su muerte ha supuesto un dolor imposible de curar. Cuando la ingresaron el pasado domingo 25 de junio en el hospital madrileño de Puerta de Hierro, una fuente cercana a su familia ya me mostraba “nuestra enorme preocupación, porque se encuentra muy mal, su estado de salud es alarmante”. Una situación que se convirtió en irreversible y que definitivamente ha tenido un triste final.
La que fuese presentadora del 'Telecupón' ha fallecido este martes en el hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde permanecía ingresada desde el domingo en estado grave debido a una neumonía. Fue este mismo lunes cuando le pasaron a la unidad de cuidados paliativos.
Carmen era la alegría personificada, y sus despistes forman parte de las más graciosas anécdotas televisivas, e incluso personales. Todavía recuerdo nuestro último encuentro en su casa del madrileño Paseo de Rosales, frente al templo de Debod. Simplemente con cruzar la calle entraba en el monumento egipcio, pero ella me confesó que “no sabía que eso se encontraba ahí, yo veía un edificio muy extraño pero nunca se me ocurrió visitarlo”. Aún conservaba intactas sus cualidades mentales. Sería un año más tarde, en el 2009, cuando le diagnosticaron Alzheimer, esa enfermedad del olvido que nubla tu memoria. En el 2015 tuvo que ser ingresada en una residencia de las afueras de Madrid . Desde entonces, tan solo su hijo Augusto y su íntimo amigo Moncho Ferrer le estuvieron visitando semanalmente. Hoy, su único hijo, fruto de su matrimonio con Augusto Alguero, llora en silencio este adiós tan triste. Y a Moncho le cuesta entender que nunca más podrá visitarla los viernes y llevarle el merengue que tanto le gustaba a la artista.
Fui el último periodista en entrevistarla. Fue en el 2008 y me confesó que “no quiero morirme sin que se haga una serie sobre mi vida, es mi mayor ilusión”, un sueño que no pudo ver realizado. Porque su memoria ya era inexistente y no estaba en condiciones de intervenir, como habría querido, en un proyecto tan importante.